La gran mayoría de lo que he observado de empleados y ejecutivos se mueve por dos variables básicas, el poder y el reconocimiento. El salario es algo anexo que a todo el mundo le interesa, pero de nuevo el salario es “útil” en la medida que se pueden adquirir bienes o tener experiencias que pueden mostrarse. Es decir, nuevamente el sueldo sería una herramienta de reconocimiento social. Hoy más que nunca la vida es pública y en la medida que se muestre lo que cada quien hace se ganan puntos en la balanza de la percepción de éxito. Hace menos de un mes estuve en una conferencia dictada por un alto ejecutivo de una consultora sobre reputación. Afirmó que hoy la gente corre maratones con el motivador principal de publicar en redes sociales la foto de semejante logro. Ninguno de los presentes mostró sorpresa, así que asumí que es leído como normal hacer las cosas solo con el fin de generar en los demás una reacción y un posicionamiento sobre la propia imagen. Le puede interesar: ¿Permites la rebeldía creativa? Personalmente, yo hago las cosas porque quiero, porque soy apasionada en lo que hago y porque entiendo de verdad que la vida es para agradecerla y disfrutarla, por eso no me quedo donde no quiero estar. Simplemente estoy donde me gusta estar. El error estaría en asumir que todos piensan igual que yo, ya que somos tan diversos que los motivadores de cada uno son distintos. El nombre del cargo es super importante para muchos que quieran estar y sobrevivir en el mundo corporativo. La jerarquía entre un senior y un junior, así hagan lo mismo, es vital en la red organizacional. La posibilidad de participar en una reunión o en otra hace que al final, así el salario sea igual, muchos acepten más responsabilidad por lo que se asume una promoción de carrera. Y en este juego de roles y de política también leo quienes son los más populares en el mundo organizacional. He concluido después de años de observación que no son necesariamente los más inteligentes, ni los de mayor conocimiento, tampoco los que traen ideas novedosas sino los que manejan una doble agenda donde a cada quien le dicen lo que quiere oír. Le sugerimos: Lo que no quieres mostrar A través de esta creativa ruta de relacionamiento escalan posiciones, logran más salario, la gente habla bien de ellos y al final se quedan en posiciones codiciadas. Nuevamente el ego de quienes interactúan con estos personajes es el que engaña. Tuve una reunión hace poco con un presidente de una compañía muy importante que no paro de hablarme sobre sus propios logros por 22 minutos seguidos (los conté como práctica de observación de perfil) y en este resumen de su vida, creo que el quedo convencido de que yo era genial, la verdad el que habló fue él. No podemos negar como líderes y como seres sociales que a la gente le importa profundamente ser reconocido y sobre salir en la medida de lo posible en los ambientes donde logre hacerlo. Si bien el formato normal del ser humano está en repetir patrones y obedecer, también se puede buscar generar un cambio a través de potenciar el reconocimiento de otros. Siempre pensé que ser un buen líder era más para antropólogos o psicólogos que entiendan las dinámicas sociales y puedan influenciar con más facilidad. Que puedan unir puntos y hacer que los equipos trabajen por objetivos colectivos. Mira bien tu tarjeta de presentación, tu firma en los mails de tu empresa, cuándo te preguntan quién eres y respondes con tu cargo, cuando pones una gran foto de perfil con el logo atrás, cuando te encargas de hacerle saber a los demás la importancia de tu posición, o cuando das consejos que no te piden …tal vez valga la pena un ratito bajarse del ego y entender que las posiciones son temporales así que tu cargo no te hace solo te acompaña un tiempo. Puede leer: Lo blando que no sé por qué es blando