En mi columna del 15 de julio, titulada “El temor a la deflación”, analizaba cómo la dinámica en el nivel de precios en la economía venía reduciéndose y cuáles eran las implicaciones si esta tendencia nos llevaba a niveles deflacionarios. Ahora, la publicación del dato de julio no tuvo un crecimiento mensual y la pregunta que salta a la vista es: ¿qué implica el 0% en los precios de julio? Por eso, he decidido dedicar mi columna a responderla. Lea también: El temor a la deflación El gráfico 1 presenta el comportamiento de las tasas de variación mensuales y a 12 meses del IPC desde enero de 2018 hasta julio de 2020 y el primer hecho que salta a la vista es la falta de variación en términos mensuales. Lo primero que se pensaría es que esta tasa se refiere a un deterioro, pero la verdad es que este valor está mostrando un cambio de tendencia con junio y mayo, cuando venían contrayéndose, por lo que, en este caso, ninguna noticia es una buena noticia. Sin embargo, el escenario es diferente para las tasas anuales que continúan su descenso ubicándose en 1,97%, lo que marca un nivel por debajo del rango meta del Banco de la Republica, que está establecido entre 2% y 4%.
Gráfico 1 Crédito: elaboración propia. Fuente: datos del Dane. Como era de esperarse, en términos mensuales, las variaciones fueron pequeñas y el grupo de gasto que presentó reducción fue el de alimentos y bebidas no alcohólicas con un -0,13%, mientras alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles aumentó en 0,05%. Vale la pena notar que este último grupo fue el que más aportó para la reducción mensual del mes de junio, debido a las medidas de reducción de tarifas de servicios públicos, pero esta medida es de un solo impacto, por lo que su efecto ya no se sintió en julio. Por su parte, el aporte al crecimiento anual siguió siendo liderado por el grupo de alimentos con 0,77 puntos porcentuales del total de la tasa de 1,97%, pero este aporte en julio también es menor al que este grupo realizó en junio, con 1,01 puntos de 2,19%, ya que este grupo en particular presentó una tasa de crecimiento 12 meses 5% contra una de 6,55% del mes anterior. Esta reducción, tanto en tasas como en aporte, muestra una reducción en su dinámica y si le incluimos además las subclases que presentaron tasas negativas, asociadas en su mayor parte a consumo de verduras, huevos y hortalizas, puede darnos pistas de cambios en las preferencias de consumo de los hogares. Lea también: El oro, incontenible Si bien estamos muy acostumbrados a pensar en el aumento excesivo de los precios como el único escenario adverso, también su caída es un problema grave para una economía. Para entender un poco mejor la afirmación anterior hay que hacer una conexión adicional y es que si bien el nivel de precios está conectado con la oferta de bienes y servicios, por ejemplo, entre más escasos se hacen más caros son, también está relacionado con la demanda. Otra forma de pensar en esta demanda es asociarla al consumo de los hogares y, de esta forma, con el crecimiento económico, por lo que una caída en el nivel de precios puede deberse a una pérdida de dinamismo en dicho consumo y es por eso que el rango inferior de la meta de inflación es igual de importante al superior. ¿Qué esperan los consumidores? Un componente que vale la pena conectar al comportamiento de los precios son las expectativas sobre el futuro que tengan precisamente los hogares. La semana anterior, Fedesarrollo publicó su Encuesta de Opinión al Consumidor, una herramienta muy útil precisamente para evaluar dichas expectativas. De esta encuesta se deriva el cálculo del índice de confianza del consumidor (ICC), el cual registró un valor de -32,7% que, si bien muestra un aumento frente a -33,1% del dato de junio, todavía se encuentra en niveles históricamente bajos, lo que refleja el pesimismo de los consumidores frente al futuro, algo que, por supuesto, afectaría sus decisiones de compra. Otros elementos que también han mostrado algún nivel de mejoría, pero que se mantienen en terrenos negativos, están asociados con compra de vivienda, bienes durables y vehículos, que registraron para julio tasas de -31,8%, -61,9% y -56,5% respectivamente. Vale la pena notar que en 2019 este indicador se mantuvo en niveles negativos, pese a que en el crecimiento se vieron datos particularmente altos en el consumo de los hogares. Esto no implica que tengan una relación inmediata, sino, más bien, son una fuerza de fondo que eventualmente afectará las decisiones de los hogares. Si a lo anterior le sumamos que en este año estamos en un escenario de estrés para la economía, su análisis junto con la pérdida de dinamismo en los precios van mostrando una tendencia de reducción en la dinámica del consumo, lo cual tendrá un impacto transversal, no solo en el crecimiento económico, sino en el empleo y otros niveles de la economía. Por tanto, deberemos seguir de cerca el nivel anual de los precios para evaluar si nos estamos enfrentando a un escenario de reducción del consumo y si las medidas de política económica están logrando hacer algo para incentivarlo.