La felicidad es un aspecto trascendental en la vida de las personas. Este fenómeno ha sido observado históricamente por filósofos, poetas e investigadores. Durante siglos se ha considerado que la “Investigación sobre la Naturaleza y la Causa de la Riqueza de las Naciones”, ha sido la obra más importante de Adam Smith, dando con ella origen a las ciencias económicas. Sin embargo, hay otra obra “La teoría de los sentimientos morales”, todo un éxito literario en la época, en la que Smith hace una disertación profunda sobre lo que significa vivir bien, que significa ser feliz, si la riqueza y el éxito profesional están ligados, así como qué significa ser una buena persona y si esto implica ayudar al mundo a ser un lugar mejor, la que puede ayudar más en nuestros días. De acuerdo con Smith, la economía nos ayuda a entender que el dinero no es lo más importante en la vida y que elegir significa dejar algo de lado. Más importante que el dinero está el saber cómo relacionarse con él. Vivir significa tener que elegir bien y con sabiduría, ser consciente de que elegir un camino significa desechar otro, y de que nuestras decisiones se entretejen con las de los demás es la esencia de la ciencia económica. Para elegir bien, debemos entendernos a nosotros mismos y a aquellos que nos rodean. En esto podemos pasarnos toda la vida, por lo que investigar un poco sobre el asunto y tomar decisiones rápida y asertivamente puede ser crucial en lo que cada cual defina como éxito. Todo esto lo plasma Smith en “La teoría de los sentimientos morales”,  la cual  fue recientemente rescatada del olvido por Russ Roberts, catedrático de la facultad de economía de la George Mason University en su libro “Cómo Adam Smith Puede Cambiar Tu Vida: Una guía inesperada de la naturaleza humana y la felicidad”. Al igual que el profesor Roberts, Tomas Malthus hace dos siglos expuso que “El objetivo manifiesto de la investigación de Adam Smith es la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones. Sin embargo, hay otra investigación, quizás aún más interesante y que ocasionalmente se confunde con esta; me refiero a la investigación sobre las causas que afectan la felicidad de las naciones”. Ahora, empezamos encontrar la afinidad que tienen uno y otro tema, en lo que denominaré como la Economía de la Felicidad. Los profesores Jeffrey Sachs, John Heliwell y Richard Layard publicaron en 2018 el “Índice Mundial de la Felicidad”. En este se analizó la Encuesta Mundial de Gallup en 157 países. Para ello se investigaron los siguientes factores: Ingresos, expectativa de vida saludable, apoyo social, libertad, confianza y generosidad. Este es un documento histórico y quizás el más importante hasta ahora en el área, al menos hasta que salga el 2019. Le puede interesar: Las sorprendentes similitudes entre Maduro y Peppa Pig Finlandia registra como el país más feliz del mundo, seguido de cerca por Noruega, Dinamarca, Islandia, Suiza y los países bajos. A nivel latinoamericano Costa Rica ocupa el primer lugar, pues figura en el puesto 13, México en el 24, Chile en el 25, Panamá, Brasil, Argentina, Guatemala y Uruguay en el 27, 28,29, 30 y 31 respectivamente. Colombia se ubica en el 37. Estos resultados de alguna manera se correlacionan con los que obtuvo la firma Universum. En un documento titulado “Índice Mundial de Felicidad de la Fuerza Laboral”, hallaron que los países del norte de Europa son aquellos en los que los trabajadores son más felices, pues Dinamarca, Noruega y Suecia se ubicaron en los puestos 1,2 y 4 respectivamente. En este índice, cuyo universo son 57 países, Costa Rica ocupa un muy honroso tercer lugar. México el 13 y Colombia el 19 por encima de Brasil, Reino Unido, Estados Unidos, Italia, Canadá, China y Australia, por citar algunos ejemplos. En el mundo empresarial está comprobado que la felicidad es clave fundamental del éxito. En un meta-análisis de 225 estudios académicos, los investigadores Sonja Lyubomirsky, Laura King, y Ed Diener encontraron que en efecto esta se relaciona de manera directa con negocios y empresas exitosas. En el estudio participaron más de 275,000 personas. En un reciente artículo para la Harvard Business Review, Gaetano DiNardi, director de Nextiva, afirma que cuando se dedica menos tiempo al trabajo y más a los hobbies se mejora la creatividad, perspectiva y confianza de los trabajadores, lo cual mejora sustancialmente sus resultados. Le sugerimos: ¿La culpa es de Peñalosa o de Petro? Siempre hemos oído que el dinero no compra la felicidad. Eso es algo visible en vidas como la de Whitney Houston o Marilyn Monroe, que a pesar de llegar al estrellato, tener reconocimiento y fama mundial no eran felices, lo cual desencadenó el triste final que todos conocemos. La publicidad de Mastercard es aún más explícita, al decir que hay cosas que el dinero no puede comprar. En 1974, el economista Richard Easterlin, creador de la paradoja de Easterlin, afirmó que el crecimiento económico no viene acompañado de la felicidad de las personas, reafirmando el lema del reconocido comercial. Esto fácilmente podemos comprobarlo, pues de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 350 millones de personas en el mundo padecen de depresión. Alemania es el país donde más casos se presentan, con más de 4 millones de personas afectadas. Robert Kennedy, en un discurso en la Universidad de Kansas en 1968, dijo de manera muy sabia lo siguiente: “el producto nacional bruto no permite medir la salud de nuestros hijos, la calidad de su educación o la alegría de su juego. No incluye la belleza de nuestra poesía o la fortaleza de nuestros matrimonios, la inteligencia de nuestro debate público o la integridad de nuestros funcionarios públicos. Tampoco mide ni nuestra inteligencia ni nuestro valor, ni nuestra sabiduría ni nuestro aprendizaje, ni nuestra compasión ni nuestra devoción a nuestro país, en definitiva mide todo, salvo lo que hace que la vida valga la pena”. Personas como Bernard Madoff, el Chapo Guzmán o Manuel Antonio Noriega, muestran cómo la ambición desmedida y la cultura de atesorar nada tiene que ver con la felicidad. En los países latinoamericanos, la avaricia de varios gobernantes (nada más ver al vecino del lado), ha marcado negativamente el destino de sus pueblos. Si tengo que escoger entre la economía circular, la naranja y la verde, considero que la economía de la felicidad es la ganadora, ente otras porque es transversal a todas ellas. La verdadera riqueza de las naciones es que su capital humano sea feliz. Seamos felices. La vida es mucho más que comprar, tener un doctorado o ganar el premio nobel. La economía de la felicidad nos plantea retos, y a su vez cuestionamientos como este :¿Realmente qué debe mover nuestras vidas?. Lea también: ¿Sirve para algo la inteligencia emocional?