Acabamos de pasar Halloween, pronto llegan las velitas, navidad y año nuevo; celebraciones que hacen parte de un ritual adoptado de otros países, pero que ha permeado a través de los años, convirtiéndolo en un evento común de nuestra sociedad. Su importancia radica en que, al reconocerse como un ritual constante, construye cultura. ¿cuáles son los rituales que existen en su empresa y cómo estos representan su esencia? Hablar de cultura puede ser complejo o sencillo, pero sin importar el camino elegido siempre se llega a lo mismo. Desde el punto de vista complejo, puede entenderse como la combinación de valores, comportamientos e infraestructura formal o informa de una organización; desde la perspectiva sencilla es el cómo se siente trabajar en un lugar específico. La cultura siempre existirá, pero depende de la organización el orientarla hacia lo que se quiere ser, con el fin de manifestar comportamientos específicos. Estos comportamientos y valores pueden apropiarse a través de las creencias, pues más que enfocarnos en cambiar la cultura, debemos enfocarnos en las experiencias que atraviesan los colaboradores, vistos como usuarios. Prácticas realizadas por la firma consultora Frog, han demostrado que las organizaciones más exitosas del mundo promueven tres tipos de creencias: las primeras son aquellas creencias centradas en el usuario, como lo son la empatía, storytelling, sentido de pertenencia, autenticidad y vulnerabilidad; el segundo grupo se orienta al sentido de respuesta y se compone de libertad, gratitud, generosidad, curiosidad y perseverancia; finalmente, el tercer grupo, llamado ambidiestrismo, se enfoca en la innovación sin perder de vista la operación, promoviendo las creencias del fracaso temprano, la apertura, el optimismo y cuestionar el status quo. Lea también: ¿Es su clima organizacional conducente a la innovación? Las creencias se manifiestan a través de los rituales. Todas las compañías tienen rituales, positivos o negativos, que contribuyen con el tipo de cultura que se vive en ellas. Desde las reuniones de seguimiento los lunes, hasta salir a almorzar cuando alguien cumple años o celebrar las victorias obtenidas en los proyectos, los rituales crean un sentir dentro del entorno laboral, el cual afecta en gran medida la forma de trabajar y por tanto la consecución de objetivos. Los rituales incluso generan oportunidades para fortalecimiento grupal, generar un mayor sentido de pertenencia y amor por la marca. Lo anterior lleva necesariamente a cuestionarnos sobre el tipo de creencias que apalancan nuestros valores, estrategia y lo que queremos ser: ¿cómo nuestros rituales refuerzan estas creencias?, ¿qué nuevas tradiciones debemos crear para contar con un sentir común y con la promoción de nuevos comportamientos? No olvidemos que lo que hacemos habla fuertemente de lo que somos, por eso, las actividades que repetimos con frecuencia se convierten en realidades que demuestran no solo lo que somos, sino también lo que queremos ser. Por eso, cualquier ritual que deseemos introducir debe estar profundamente conectado con el propósito superior. Además, no podemos olvidar que los usuarios buscan cada vez más conectarse emocionalmente con las marcas, por lo que, si tus creencias se hacen evidentes en tu actuar, las posibilidades de diferenciación frente a la competencia serán aún mayores. Le puede interesar: Gobierno de innovación: el dilema de la ejecución