Un vicepresidente de tecnología en el sector bancario puede ganar entre 45 y 60 millones de pesos al mes en Colombia; mientras tanto, en una agencia de marketing digital, un planner junior factura entre 2 y 4 millones. Tal vez no haya punto de comparación entre el tiempo de experiencia, el perfil y el grado de responsabilidad de los dos cargos, pero cada uno de ellos marca una frontera en el ‘Estudio de remuneración de la industria TI, digital y de eCommerce 2019/2010’ presentado por la consultora Michael Page. El análisis es producto de la comparación de salarios declarados en los últimos doce meses para varios cargos en actividades como el desarrollo y prueba de software, la venta consultiva de tecnología, la gestión de eCommerce o la analítica, que a su vez varían según la experiencia del profesional, yendo entre los 3 y los 12 años en ejercicio. El estudio confirma varias hipótesis que rondan entre quienes hacemos parte de estas industrias: El tiempo de experiencia previo no es una condicional para llegar a ser líder de un área digital y, aunque no lo dice el informe, queremos pensar que el liderazgo vendría entonces de la mezcla entre habilidades y competencias puestas al servicio de metas de negocio específicas. El junior gana poco mientras que el jefe gana mucho, por lo menos eso sucede en los cargos que tienen una perspectiva más estratégica que técnica, evidenciando en algunos roles una proporción de hasta 10 veces el salario del uno para el otro, lo cual, con solo revisar la tabla, hace pensar en la forma en que las compañías estructuran sus jerarquías y apuntan – o más bien no – por reducir las brechas e impulsar el desarrollo de industrias más equitativas. Los de ventas ganan alto, pero los de innovación y transformación digital les ganan la partida, hecho que se explica en razón de la comprensión cada vez más estratégica de las tecnologías en las organizaciones (los salarios para estos líderes suben hasta los $30 millones en promedio).
Le puede interesar: ¿Dónde viven las inteligencias artificiales? Pero no todo es gifs animados para los trabajadores de las industrias digitales. Si bien la apertura de posiciones va al alza en el país cortesía de la llegada de nuevas compañías locales o extranjeras, las deficiencias no se hacen esperar. Pareciera ser que las industrias TI, digitales y de eCommerce, son todavía empleadoras inmaduras, pero esta condición es apenas lógica en una economía digital que apenas se está definiendo. Según lo refiere el estudio, las empresas locales enfrentan la lucha por los mejores en contra de las gigantes multinacionales que usualmente pescan con anzuelos salariales, de marca y de pomposas oficinas – aunque no hablan tanto de las jornadas extenuantes y de que cumplir las metas deja de ser una satisfacción para convertirse en una presión –. En contra de la ‘depredación de talento’ las nacionales se la juegan con iniciativas de desarrollo profesional, semilleros desde etapas de formación y el mejor paquete de beneficios que el financiero les permita armar. Acto seguido, “una vez el empleado supera el nivel junior, es ofertado por compañías con un modelo de compensación salarial superior o, en caso de permanecer en la compañía, se busca acelerar su plan de carrera con el objetivo de generar retenerlo; sin embargo, dicha situación trae problemas a la línea gerencial, como inmadurez profesional y técnica, y poco nivel de desarrollo a posiciones más bajas”. Compleja decisión la del nivel directivo sobre cómo balancear retención de talento y estabilidad del negocio. En la otra esquina aparecen las cifras de déficit de personal calificado para estas industrias, que según el Ministerio TIC sería de 70.000 vacantes para este año. Le recomendamos: Más digitalizados, más vulnerables Acá el punto clave es aquello de ‘calificado’. Por las características particulares en que se ejercen las actividades relacionadas con lo digital, la calificación se gana con una parte técnica o conceptual fuerte y otra más ‘blanda’ que termina dando los puntos decisivos: habilidades de gestión de proyectos, trabajo en equipo – el de verdad y no el de fraccionar para luego mal-pegar –, auto motivación, visión estratégica y prospectiva y, como elefante blanco que vuelve a la sala, bilingüismo. “Si la industria de desarrollo de software lograra presionar al sistema educativo para generar una formación escolar con enfoque bilingüe en todo el país, aumentaría la población de bachilleres con dominio avanzado del idioma inglés, reforzándose continuamente en la formación académica superior de manera que, hipotéticamente, la oferta de profesionales graduados bilingües aumentaría, lo que a su vez tendría una repercusión de reducción de las brechas salariales estabilizando los modelos de compensación”, propone el equipo de Michael Page. Más allá de cuánto quiere ganar en digital o cuánto tiene para ofrecerle a la industria, la pregunta de fondo que se abre es sobre cuánto falta para que se haga evidente que las brechas digitales, incluyendo la laboral, nos tocan a todos. *** Más reflexiones sobre los impactos de la tecnología en la vida social, económica y personal en @amolanor Lea también: Neohumanos digitales: el presente indeterminado