Colombia tiene serios problemas en relación al tamaño y el dinamismo de su comercio exterior, principalmente al enorme rezago en aumentar exportaciones distintas a las mineras como el carbón y el petróleo. Buena parte de estos problemas se deben a que mantenemos esquemas burocráticos inútiles e inoperantes. El analista Carlos Caballero, en su más reciente columna en El Tiempo, señalaba: “Colombia se quedó rezagada frente a sus pares latinoamericanos, como lo comprueba el avance del PIB per cápita en Chile y en Perú frente al nuestro. El comercio exterior no ha contribuido al desarrollo económico ni al mejoramiento del ingreso de los colombianos, como sí sucedió en Chile o en Perú… La reforma institucional de 1991, con la creación del Ministerio de Comercio Exterior, no dio los resultados esperados. De acuerdo con los autores del capítulo respectivo del libro, hay 25 entidades en la actualidad que expiden normas, imponen controles (11 ministerios y 14 entidades adscritas) y entraban tanto las importaciones como las exportaciones.”
La burocracia se retroalimenta de su poder de exigir todo tipo de permisos, normas y controles. Hace unos años el analista Andrés Oppenheimer, haciendo un relato sobre la inmensa dificultad de lograr adelantar proyectos y la explosión de la informalidad en América Latina, señalaba: “La permisología es una de las razones por las que tantos edificios y casas colapsaron durante el reciente terremoto en México, y en el terremoto de 2010 en Haití. Muchas casas derrumbadas estaban construidas sin permiso, y sin seguir reglas de seguridad, debido a requisitos legales difíciles de cumplir. Además, la “permisología” es uno de los motivos claves de la enorme economía informal. Como ya lo dijo el economista peruano Hernando de Soto en la década de 1980, mucha gente opera en la economía subterránea porque la burocracia desmedida y los sobornos que la acompañan hacen que les sea casi imposible operar en la legalidad. ¿A qué se debe tanta “permisología” en Latinoamérica? Entre otras razones, a que gobiernos populistas han dado empleos públicos a millones de personas por razones políticas, y necesitaban encontrarles algo que hacer. Entonces, inventaron nuevos requisitos burocráticos y designaron inspectores y oficinistas para hacerlos cumplir. Y cuando llegaron al poder gobiernos responsables, en muchos casos fueron reacios a despedir o transferir empleados públicos, por miedo a protestas sociales. Pasaron los años, y las burocracias crecieron a niveles ridículos.” El caso más aberrante de burocracia inoperante en Colombia son las altas cortes. Cada vez hay menos justricia, pero cada vez hay más magistrados, que a su vez conlleva un ejército de burócratas. En los cerca de treinta años desde la Constitución del 91, Colombia ha creado más magistrados que Estados Unidos en toda su historia.
Otro ejemplo de un Estado ineficaz es que a pesar de que finalmente se ha podido identificar la tecnología para los peajes automáticos que deberían a empezar a instalarse el pasado 2 de marzo, dichos peajes han sido aplazados un año más porque los concesionarios no se pusieron de acuerdo en las reglas del juego. Esta es una demostración de que lo que se requiere en este país es un Estado menos burocrático, pero bastante más fuerte. Un Estado que sea capaz de poner orden cuando se requiere orden; y autoridad cuando se requiere autoridad. ¡No el Estado flácido, ineficiente e ineficaz que tenemos!