En medio de tantos avances tecnológicos, como los algoritmos de negociación o las criptomonedas, es fácil perder de vista que todavía existe un fuerte componente humano en los mercados y que los sentimientos de los inversionistas se reflejan en sus decisiones. Por supuesto, estos sentimientos o percepciones no siempre son iguales para todos y creo que en ningún año se han visto estas diferencias con mayor claridad que en el que está por terminar. Pienso que 2020 nos enfrentó a todos a un nivel de incertidumbre altísimo en muchos niveles, lo cual afectó la percepción de riesgo en los mercados, que creo se puede dividir en tres momentos: Aversión al riesgo: ¿Recuerdan ese momento alrededor de finales de febrero e inicios de marzo, cuando iniciaron las medidas de aislamiento en muchos países y finalmente se vio que el coronavirus era en realidad una pandemia global? Esto, por supuesto, enfrentó a los gobiernos e inversionistas a terrenos nunca antes explorados, lo que supuso medidas muy agresivas y rápidas en términos de política fiscal y monetaria, así como ventas masivas o selloff de activos financieros. Aceptación de la realidad: Luego viene un momento de aceptación. Es decir, pasada esa incertidumbre inicial, es el momento en el cual se nota que una solución a la pandemia va a tomar tiempo, por lo que será necesario ajustarse a nuevas condiciones económicas por un mayor plazo. En este orden de ideas, los inversionistas empiezan a explorar nuevas estrategias de mediano plazo en sus portafolios y las compañías que proveen servicios demandados en momentos de aislamiento, en particular las tecnológicas, empiezan a ser apetecidas. Optimismo futuro: El tercer momento se da en noviembre con el anuncio del éxito en las pruebas de la vacuna de Pfizer y luego la de Moderna, con lo que viene una fase en la cual estamos y es un cambio hacia el optimismo en las expectativas de los inversionistas y por supuesto un mayor apetito de riesgo.

Le puede interesar: Las acciones favoritas de Investopi en Wall Street para 2021 Pero, si bien estos tres momentos parecen ser muy claros, en realidad el mercado ha mantenido diferentes visiones al respecto. Dos activos que ejemplifican esto son, sin duda, el comportamiento del precio de las acciones en Estados Unidos y el del oro, que como puede verse en el gráfico 1 han marcado niveles récord en 2020.

Gráfico 1. Elaboración propia. Datos Bloomberg. Mientras las acciones se consideran en términos generales un activo más riesgoso, el oro es uno de los refugios que buscan los inversionistas ante situaciones de alta incertidumbre, así que cuando vemos el índice S&P500 de Estados Unidos y la cotización del metal subir a la par entre marzo y agosto de este año, el mercado muestra claramente dos diferentes visiones sobre el riesgo. Una, en la cual hay un fuerte apetito por acciones impulsado por compañías que, como mencionaba en el momento 2, son aquellas que ofrecen servicios demandados en medio de largos periodos de aislamiento. La otra, una búsqueda de refugio en el oro en medio de un mundo con bonos de deuda pública con tasas yield en su mayoría negativas. Además, este comportamiento en el gráfico también refleja el efecto secundario de una política monetaria que, agresivamente, inyecta dinero en la economía, siendo una fuerza que también impulsa la demanda por activos financieros. Ya hacia noviembre y lo que va de diciembre nos adentramos en el tercer momento, con el oro alejándose de su nivel máximo histórico por encima de 2.000 dólares por onza y llegando a niveles de USD 1.800 en medio del optimismo del mercado por las vacunas y su implementación, lo que hace que los inversionistas salgan del refugio buscando otros activos para invertir. No hay que olvidar que, lo que hemos visto en 2020 en los mercados ha sido un péndulo entre el pesimismo y la euforia reaccionando ante noticias particulares. por eso uno de los hechos a tener en cuenta en 2021 es que, sI bien ya existen vacunas y se está iniciando el lento proceso de aplicación en una escala sin precedentes, existen secuelas en el crecimiento económico y el desempleo en los países que tomarán mucho más tiempo en corregirse. Así que antes de quedarnos en el tercer momento y tener un optimismo desenfrenado, es necesario entender que 2021 es un año que traerá sus propios retos y nada volverá a ser como antes, ya que estamos presenciando un periodo de ajuste estructural de los mercados a esta nueva realidad. Le puede interesar: Habrá más de $350.000 millones para financiar la educación en Colombia