Nuestro principal órgano legislativo nunca estuvo tan retado al tener que sesionar virtualmente, a la sombra de un presidencialismo exacerbado por la pandemia, bajo la presión de legislar con eficacia para reactivar la economía y al tiempo contribuir a la política sanitaria. Se cierra 2020 con un primer tiempo, en general bien jugado por el Congreso en conjunto, pero con algunas derrotas que merecen reflexión para que el segundo tiempo sea aún mejor. Nueve proyectos de ley, correspondientes al periodo iniciado el 20 de julio, se convirtieron en ley, y en total 43 fueron sancionados incluyendo aquellos que venían de la legislatura anterior.Debemos reconocer que acertó el Congreso al concentrarse en la reactivación económica. Sacó adelante la ley del PAEF (Programa de Apoyo el Empleo Formal), la nueva ley de regalías, la ley del presupuesto para 2021, la ley de emprendimiento, la ley de vivienda, la ley de turismo y la del cupo de endeudamiento. Pero fracasó con la reforma al sistema de salud, dejó a media marcha el proyecto de ley de trabajo en casa y de nuevo defraudó al hundir el proyecto de ley anticorrupción.El PAEF es fundamental porque garantiza el subsidio a la nómina a empleadores en aprietos, en momentos en que Colombia sigue por encima del promedio de Latinoamérica en materia de desempleo; la ley de vivienda incentiva la vivienda de interés de social y la de interés prioritario, y además amplía las facultades del Ministerio de Vivienda para que pueda trabajar con las entidades territoriales en la construcción de viviendas; la ley de turismo no podría llegar en mejor momento con la eliminación de la sobretasa de energía y del impuesto al consumo para alimentos y bebidas durante 2021, y la reducción del IVA en tiquetes aéreos. Y el emprendimiento cuenta ahora con un marco regulatorio moderno, incluyente y específico para la creación y desarrollo de nuevas empresas, con procedimientos regulatorios más expeditos y exenciones tributarias.Le puede interesar: Telemedicina: ¿sueño o realidad?En el terreno de la seguridad social, el Congreso demostró sentido de pertinencia al dedicar alta energía política a la Ley de vacunas, en clara alineación con el Gobierno nacional, para convertir la inmunización contra la covid-19 en un tema de interés nacional, lo que permite la gratuidad de la vacunación para todos los colombianos.También hubo lunares que los partidos y el Gobierno intentarán resolver en las sesiones extraordinarias. Los cuatro más grandes son el proyecto de ley de reforma al sistema de salud, el de trabajo en casa, el controversial nuevo código electoral y la siempre postergada ley anticorrupción.El primero no logró, pese a que contenía algunas disposiciones acertadas, la legitimidad sociopolítica necesaria para animar a los partidos a jugarse su aprobación este año. Es lamentable que el Gobierno, contando con el apoyo de Cambio Radical, de su propio partido e incluso de otros, no haya avanzado al menos en debatir los aspectos más fundamentales del cambio que requiere el sistema de salud. Ya nadie espera que la reforma pase como fue formulada originalmente, pero al menos una “reformita” sí ha debido lograrse, particularmente para mejorar la oportunidad y la calidad del servicio para los grupos más vulnerables.En segundo lugar, decepciona la lentitud del trámite del proyecto de ley de trabajo en casa, que contempla funciones y condiciones laborales, tanto para el empleador como para el empleado, en un contexto en el que, por la pandemia, el marco normativo que existía para el teletrabajo se quedó corto. Ha debido quedar aprobado este año y se embolató para el próximo.Le puede interesar: La covid-19, mi nueva compañera de trabajoEn cuanto al proyecto de ley del nuevo código electoral, nada bueno se puede decir. El Congreso vuelve a mostrar que subsisten en su interior facciones corruptas y politiqueras que están amangualadas con sectores políticos y entidades públicas que quieren perpetuar su poder mediante argucias de fachada legislativa.Es un proyecto de código que promueve una nueva y descomunal estructura burocrática, con nuevas facultades extraordinarias, con la Registraduría Nacional como epicentro de la burocracia electoral. El proyecto no aborda lo realmente importante: garantizar elecciones libres y transparentes, pero distrae la atención pública prometiendo pequeñas zanahorias: voto electrónico, voto a domicilio y voto especial para comunidades ancestrales. Pañitos de agua tibia.Para rematar, volvió a hundirse el proyecto de ley anticorrupción, que suele naufragar en el Capitolio Nacional.El pulso político al interior del Congreso fue interesante porque el partido de gobierno y sus aliados lideraron la mayoría de las batallas de los proyectos de reactivación económica en cabeza de David Barguil, Richard Aguilar, Carlos Fernando Motoa, Ricardo Ferro y César Lorduy. La oposición, además de dedicarse a criticar mediante debates no exitosos de control político al Ministro de Defensa y al Ministro de Salud, impulsó desde sus curules discusiones trascendentales como la paridad de género en el proyecto de nuevo Código Electoral, la defensa del Acuerdo de Paz y las reclamaciones al Gobierno por la desprotección a los líderes sociales. Poco, pero importante.El balance es bueno para el Gobierno, y para el mismo Congreso, considerando las extrañas condiciones en las que tuvo que operar. Sin embargo, el plato fuerte aún falta con los grandes cambios de fondo que Duque prometió para llegar a la Casa de Nariño. Desde marzo de 2021 veremos si el Gobierno aún tiene capital político para concretar la reforma al sistema de salud e impulsar, en tiempos preelectorales, la reforma laboral, la tributaria y, quizás, la pensional. Será mucho para un año de incipiente recuperación económica, sin vacuna aplicada a los colombianos comunes y corrientes, y ad-portas de la campaña electoral presidencial.Le puede interesar: La politización de la vacuna