La búsqueda incansable de las pasiones, lejos de ayudar a sentirnos felices, añade presión. Mark Cuban era un apasionado del béisbol, pero se dio cuenta de que sus bolas no eran tan rápidas. También era un apasionado del baloncesto, pero se dio cuenta de que no saltaba lo suficiente para superar el draft de la NBA. “Hay muchas cosas que me apasionan”, dice Cuban. “Presta atención a esas cosas a las que dedicas tiempo, duplica tu inversión ahí. Las cosas en las que terminé siendo realmente bueno fueron aquellas en las que me esforcé. Mucha gente habla de pasión, pero en eso no es en lo que debes concentrarte. Necesitas analizar y decir: ‘¿dónde estoy invirtiendo mi tiempo?’”. Cuando observas a qué dedicas tu tiempo y dónde pones tu esfuerzo, tiende a ser en lo que eres bueno. Y si dedicas el tiempo suficiente, tiendes a ser realmente bueno en eso. Cuando eres bueno en algo, lo disfrutas. El esfuerzo y la habilidad fluyen. Nadie renuncia a nada en lo que es bueno porque es divertido ser bueno, es divertido ser uno de los mejores. “Pero para ser uno de los mejores, debes esforzarte. Así que no sigas tus pasiones, sigue tu esfuerzo”, dice Cuban.
Frente a lo que se nos inculca, conseguir el empleo soñado no es imprescindible para tener una vida plena. “La satisfacción laboral no depende solo de la vocación, tiene mucho que ver con factores como las condiciones (el sueldo, el horario, las vacaciones, la conciliación), la cultura de la empresa y la relación con tus compañeros”, explica Elisa Sánchez. Según Ma. Victoria S. Nadal, la vocación influye en el tipo de empleo que se elige, pero la satisfacción laboral depende de muchas otras cosas como, por ejemplo, la motivación. “No todos encontramos nuestra verdadera vocación, pero eso no significa que estemos condenados a trabajos sin sentido”, explica Emily Smith. Mucha gente no ve su trabajo como una vocación, pero pueden conseguir ser felices porque les motiva o tiene sentido para ellos: les sirve para relacionarse con otras personas, aportan beneficios a la sociedad o pueden pagar sus deudas. Además, no debemos perder de vista que no solo es posible ser feliz en el trabajo sin tener vocación, sino que la gente que la tiene no siempre se siente satisfecha. Hay muchas ocasiones en las que es tarea de titanes poder vivir de una vocación. Y esto afecta a casi todos los sectores: actrices, enfermeros, periodistas, científicos…
Para Kierkegaard, la vida no es un problema que deba resolverse, sino una realidad que necesita experimentarse. El significado de la vida es únicamente estar vivo. Es simple, obvio y sencillo. Sin embargo, todos viven apresurados y en pánico, como si fuera necesario lograr algo más allá de sí mismos. Byung-Chul Han ha señalado los riesgos de plantearse la vida como una empresa, pues entre otras implicaciones, la existencia se convierte en una competencia frenética y un tanto ciega en la que el sujeto es al mismo tiempo esclavo y amo, esto es, una persona frustrada y explotada por sí misma exigiéndose siempre más en el intento insuficiente de conseguir un logro inalcanzable.
Quizá podamos considerar que vivir sea el propio propósito de la vida, esto es, entender la vida como una tarea que en su propio desarrollo nos plantea las posibilidades y las alternativas. Frente al agobio de vivir una vida llena de objetivos, planes y proyecciones, es posible plantear una existencia en donde únicamente la vida en sí, el vivir experimentado con plenitud, sea el único sentido, pero entendido este no como un significado, sino como una fuerza que guía, que indica dónde persistir y hacia dónde continuar.