El pasado lunes estuve viendo al colombiano Óscar Figueroa representar orgullosamente a su país… Se ganó la medalla de plata en levantamiento de pesas en la categoría de 62 k. Por supuesto que, al igual que la mayoría de los colombianos, me sentí orgulloso y alegre de que Óscar lograra levantar 177 k en el “clean & jerk” para, no solo llevarse la presea plateada, sino también lograr un récord olímpico en esa modalidad. Rápidamente les comento cómo funciona este deporte: hay dos tipos de levantamiento: el “snatch”, o levantamiento desde el piso hasta sobre la cabeza en un tiempo, y el “clean & jerk”, o levantamiento a dos tiempos, donde desde el piso se lleva la barra hasta el pecho y desde ahí a por encima de la cabeza. Los participantes tienen tres oportunidades en cada modalidad para levantar el peso que ellos deseen. Y, al final, se sumará el peso máximo de cada modalidad para un solo puntaje final. Los participantes pueden escoger qué peso levantan; y si fallan en su primera oportunidad pueden intentarlo otra vez; o si lo logran, pueden aumentar su peso en cada momento para conseguir un mejor peso total. Esto quiere decir que es un deporte de estrategia, donde dependiendo de lo que hagan los rivales y el auto conocimiento de lo que puede levantarse, se decide el peso a afrontar en cada intento. ¿Por qué les cuento esto? No sé si vieron a Óscar, o si han leído algo sobre él… Lleva 16 años en esto, 16 años de mucha lucha y mucho esfuerzo, según sus palabras. Ya había fallado dos veces en olimpíadas anteriores, y sin embargo nunca se dio por vencido. Y, entendiendo lo que les comenté sobre este deporte, Óscar en el snatch levantó 140 k, y se presentó a su primer intento del clean & jerk para levantar ¡177 k! Un peso que nadie en su categoría en las olimpíadas había levantado. Y, en esta modalidad, o levantaba eso y tenía medalla, o quedaba descalificado y pasaba al olvido, llegaba a su casa como un héroe, o regresaba a que todos le dieran palmaditas lastimosas en la espalda. Y, Óscar decidió asumir el riesgo… Tranquilamente hubiera podido intentar con un peso menor y asegurar un puesto medio, pero él decidió ir por todas. En esta vida el que no arriesga no gana… El que siente miedo y no lo afronta, pierde. Primer intento… casi, pero falló. Segundo intento… falló. En el descanso (tres minutos) vimos cómo el atleta se mete debajo de una toalla y medita, se concentra y se relaja. Dos tipos de pensamiento podrían estar pasando por su cabeza: “No puedo con este peso, es muy difícil, nadie ha podido, yo tampoco podré”… O… “Lo haré, por esto he trabajado tanto tiempo, ¡voy a levantarlo y se acabó! ¡No hay discusión al respecto!”. Tercer intento… ¡Para arriba! Lo logró, lo levantó… ¡Va a obtener su medalla! Y lo primero que hace Óscar al soltar la barra es tocarse la cabeza con el dedo y señalarse la sien… La mente… ¡todo está en la mente! Y Óscar sabe que como dijo Confucio: “En esta vida si crees que puedes, tienes razón… y si crees que no puedes, también tienes toda la razón”. Nuestro mejor amigo y peor enemigo somos nosotros mismos. Felicitaciones a Óscar, el orgullo que sientes y que siente todo tu país por ti lo tienes bien merecido. Pablo Andrés Puentes MayorgaGerente General PMA Colombia