la gente se está muriendo en las puertas de los hospitales y clínicas, no hay quien los atienda, no hay drogas para los enfermos más graves, ni citas medicas, ni  atención de ningún tipo, las razones son múltiples, el gobierno paradójicamente parece haberse anestesiado con una intervención al sistema de salud que le sirve como consuelo,  lleva más de dos años y no produce ningún resultado práctico para los usuarios, al final  terminó convertida en un palo más en la rueda con respecto al servicio esperado, pues ahora nadie es responsable directo, no hay con quien tener el mínimo de comunicación para saber dónde estamos, no hay quien atienda con responsabilidad, ni existe donde reclamar, no hay instancia. La salud en Colombia colapsó en su totalidad. Juan Gossain lo describió con absoluta lucidez en una frase lapidaria: “Hay que decirlo sin anestesia: el sistema colombiano de salud ha muerto. Lo mataron la corrupción, la politiquería y la codicia.” La ley 100,  se presentó como una revolución, tenía como propósito esencial la cobertura de salud para todos los colombianos,  valga la pena reconocer que obtuvo resultados importantes en este campo al principio de su implementación, paradójicamente termino convirtiendo la salud, un derecho fundamental, en un negocio privado que maneja dineros públicos del orden de los 38 Billones, lo que lo volvió perverso y paquidermico.           Con la salud en Colombia pasa lo mismo que con los intermediarios en algunos negocios de transporte: el único que no recibe dinero es el que presta el servicio,  el que trabaja. A los hospitales nadie les paga, los médicos tienen salarios muy bajos, por debajo de la justa media y los usuarios no reciben el servicio. Lo señores administradores del negocio, los dueños del letrero, son los beneficiados directos, con ganancias exorbitantes,  muy a pesar de que la plata es de los usuarios y del propio gobierno. A esta situación se suma el fomento de procesos corruptos que el gobierno se ha encargado de patrocinar. Las tutelas y la negación de drogas y servicios son resultado de una estrategia que termina obligando al FOSYGA  a asumir compromisos que son de las EPS. Esto se convirtió en una práctica absolutamente corrupta pero que responde a una lógica de saqueo y robo continuado, pues las EPS, nunca pagan. Después de dos años no hay mejoría de ninguna clase para el usuario, ni para los hospitales, ni para los médicos. El presidente es un hombre con la fama de ser práctico y de soluciones inteligentes, pero en este caso no se ven soluciones, pareciera que no existe voluntad política al respecto, el gobierno se acostumbró  a que el sistema no funcione. Como desearía por razones humanitarias que cualquier funcionario del gobierno se acercara a una EPS para que vea la situación vergonzante de los usuarios. Se necesita tener la paciencia del santo Job y ser desempleado para realizar cualquier gestión: duran horas, nadie resuelve y siempre quedamos en puntos suspensivos. La respuesta perversa: el sistema. Que será eso del sistema. La otra, aun peor: Está en comité. Señores se trata de la salud de los colombianos, !será qué alguien entiende lo grave de la situación¡.