El departamento colombiano de Chocó es el único territorio de Suramérica con costas sobre los océanos Atlántico y Pacífico. Sobre él cae más cantidad de agua lluvia al año que en cualquier otra parte del planera Tierra y su selva húmeda ecuatorial, sin otra igual, cubre casi toda su geografía; posee el banco genético y los yacimientos de platino más grandes del globo terráqueo, carece de infraestructura pública, el 80 % de su escasa población tiene insatisfechas todas las necesidades básicas y es refugio geoestratégico de las organizaciones criminales más grandes del país.Un sólo árbol adulto de la selva chocoana alberga tanta variedad de vida como un territorio completo de otra parte del mundo. Pero sus bosques de maderas preciosas son arrasados de manera sistemática y su fauna es comercializada en el mercado negro de todo el mundo.Al navegar a lo largo de los más grandes ríos de esa región, (Atrato, San Juan, Cacarica o Truandó), la depredación de ese espeso y maravilloso bosque único ocurre a la vista y sin la menor duda. Los grandes árboles centenarios ya derribados flotan, atados unos a otros con cadenas, y son halados por remolcadores portuarios que los conducen a aserraderos en donde los transforman en tablones de exportación. La desaparición del follaje arrasado crea estepas de barro cada vez más grandes y estériles.Chocó es, además, un gigantesco depósito de oro fluvial que, de manera ilícita, es extraído con delirio y violencia. Millares de dragas y retroexcavadoras, que ninguna autoridad reconoce haber visto entrar, tumban el bosque y reducen a fangos inútiles los suelos para sacar el oro que es separado mediante el uso desaforado de mercurio y cianuro y los desechos tóxicos del proceso son lanzados a los exuberantes ríos chocoanos. Como consecuencia de esto, el producido de la pesca de la región es tan venenoso que las mismas gentes han dejado de consumirlo al percatarse de que muchas muertes humanas se deben a ello, así como la actual proliferación de niños que están naciendo deformados y con mutilaciones.Colombia no pertenece al Convenio de Minamata, tratado mundial histórico contra el uso del mercurio, con efectos jurídicamente vinculantes para los países miembros. Busca eliminar las emisiones y liberaciones del metal tóxico al aire, la tierra y el agua.No hay licencias oficiales para explotar yacimientos de oro en el Chocó pero allí está concentrada la mayor producción del país y crece exponencialmente, alentada por los altos precios internacionales. Se estima que entre 2003 y 2011 salieron de contrabando de Colombia no menos de 40 toneladas de oro.La minería ilegal en Colombia es, en realidad, legal, si bien no es delito ejercerla. Pero da lo mismo que lo sea o no, pues únicamente en ocho de los 31 municipios del departamento hay oficinas de la Fiscalía General de la Nación. Los demás son tierra de nadie.Las vecindades del primitivo municipio de Río Quito, fundado en 1801, pueden ser uno de los mejores ejemplos del desastre ambiental. El río que lleva el mismo nombre fue deformado y echado a perder sin posibilidades de recuperación en tiempos de escala humanos. El envenenamiento de sus aguas y la muerte de la naturaleza que las bebe son el preámbulo del desierto que se está gestando.La explotación desaforada de oro y platino está concentrada en 75 % de este departamento sobre el que el resto de Colombia continúa teniendo la imagen publicitaria, cada vez más equivocada, de un paraíso perdido e intocable.El único estudio oficial sobre la ruina y la muerte que se abaten sobre el Chocó es de 2014, lo realizó la Defensoría del Pueblo y es letra muerta. En la página 139 se puede leer:"El 90 % del territorio es zona especial de conservación, cuenta con una amplia variedad de especies endémicas (aproximadamente el 25 % de las especies de plantas, mariposas y aves no se encuentran en ningún otro lugar del mundo) en la región del Chocó biográfico se encuentran aproximadamente 9.000 especies de plantas vasculares, 200 de mamíferos, 600 de aves, 100 de reptiles y 120 de anfibios. En el departamento fueron declarados los parques nacionales naturales: Utria, Los Katios, Tatama y Acandi Playón y Playona. Así mismo, la UNESCO declaró la ecorregión Chocó-Darién “patrimonio mundial y reserva de la biosfera”, área que por sus características constituye un importante regulador del clima a nivel mundial".El pasado sábado la oficina en Bogotá de la prestigiosa World Wildlife Fund (WWF) llevó hasta la desolada zona de Río Quito a un grupo de congresistas colombianos con el objeto de pararlos frente a los estragos de la minería en este tesoro ecológico de beneficio universal en el que se sospecha que las dragas, el veneno y los hachazos ya extinguieron especies de fauna y flora sin que la ciencia hubiera podido siquiera registrarlas.Los congresistas, al parecer, en verdad se conmovieron frente a la desolación que pudieron palpar. Quizá la experiencia de haber visto el desastre los apure para promulgar una ley que deberá prohibir y castigar la minería ilegal, caso en el cual la Policía y las Fuerzas Militares dejarían de ser simples espectadores y cómplices de la destrucción.El oro, como las pieles y las piedras preciosas, no le sirven a los seres humanos en general para nada distinto que alimentar su codicia y su instinto de ostentación, los que no pueden saciarse nunca sin causar antes una catástrofe.El Chocó es la medida exacta de la sentencia de Mahatma Gandhi: "Los grilletes de oro son mucho peor que los de hierro".[Este texto pertenece a una columna de opinión de Gonzalo Guillén]* En Twitter: @HELIODOPTERO