Duque dijo que en su gobierno no iba a haber mermelada pero pudo más su glotonería por comprar lealtades que su promesa. Dos meses lleva Duque de glotón, ofreciendo los ministerios a todos los grupos políticos a cambio de apoyo político para su impopular Gobierno. Dos meses de glotonería que han sumido al país en una interinidad más que preocupante.
Ningún ministro del gabinete de Duque se atreve a hacer nada en su ministerio porque siente que en cuestión de días o de horas puede ser reemplazado por una cuota de Cambio Radical, de La U o de cualquier fracción que se sienta empoderada para recibir mermelada. Ni los ministros se mueven ni las agencias del Estado actúan y lo que se ve es una romería de políticos entrando y saliendo de los pasillos del Gobierno en busca de cuotas y de prospectos para engordar su clientela. Duque lleva dos meses ofreciendo el Ministerio de Salud, que sigue acéfalo, tras la renuncia de Juan Pablo Uribe, un muy buen ministro que logró refinanciar el sector y que se fue antes de pasar la indignidad que hoy están viviendo sus colegas a quienes les ha tocado ver cómo se barajan los nombres de sus sucesores en sus narices, como si ellos fueran insignificantes. Por estar viendo cómo reparte la mermelada, nos pilló sin ministro de Salud la epidemia mundial por el coronavirus. Y todo porque Duque no sabe todavía a quién le va a dar la mermelada de la salud. Sabemos que entre las candidatas más opcionadas está Dilian Francisca Toro, quien es conocida como la baronesa de la salud por la cantidad de cuotas políticas que tiene en la salud del Valle. Darle el Ministerio de Salud a ella sería como poner a cuidar a un ratón el queso. Es tal el afán por comprar los votos de los congresistas que Duque, el presidente que dijo que no iba a transar con la clase política, está a punto de entregarle la salud a los verdugos que presuntamente se la robaron. No hay derecho. Duque abrió una caja de Pandora y ahora en todos los ministerios desfilan los políticos en busca de carne para comer, un espectáculo lamentable. Me dicen mis fuentes que si no es Dilian Francisca la favorecida, el otro candidato sería, Alex Char, otro barón clientelista que proviene de una poderosa familia dueña de grandes empresas en Barranquilla. Char quiere ser presidente y necesita de la mermelada para sellar su camino a la presidencia. Pese a que ha sido vinculado a toda suerte de escándalos, su nombre está relacionado con los Nule, con la Triple A, con el caso de Aida Merlano y Odebrecht, se ha logrado salvar hasta ahora porque tiene una varita mágica que desaparece sus vergüenzas. Entregarle esa cartera a los Char sería una muy mala noticia para la salud de los colombianos. Si no le dan el Ministerio de Salud a los Char, le darán el de Vivienda, según corre el rumor. Y sino le dan el de Vivienda pues le darán otro. Y de nuevo, los paganinis seremos los colombianos. Duque va a pasar de un gabinete de tecnócratas a un gabinete de clientelistas insaciables. Tiene que darle mermelada a La U y a los de Cambio Radical, una colectividad con dos grupos igual de fuertes: el comandado por los Char y el comandado por Germán Vargas, que tampoco es mudo y que también aspira a recibir lo que él piensa que se merece. La transada con la clase política es tan de frente que son ahora las bancadas de los partidos las que le están enviando las hojas de vida de los nuevos ministros, una imposición al presidente que no se vio ni en la época de Santos donde hubo mermelada por montones. Duque abrió una caja de Pandora y ahora en todos los ministerios desfilan los políticos en busca de carne para comer, un espectáculo lamentable sobre todo para un presidente que prometió que nunca transaría con la clase política.
Eso le pasa por glotón y por no saber para qué está dando la mermelada. Abraham Lincon recurrió al clientelismo y a las prebendas para pasar una reforma que acabó con la esclavitud. Santos se derramó en mermelada para que el Congreso pasara el acuerdo de paz. Duque no sabe a cambio de qué la está repartiendo. ¿Para volver de nuevo a presentar las objeciones para la JEP? ¿Para darle oxígeno a todas la contrarreformas que tiene el Centro Democrático? ¿Para ver cómo vuelve a la fumigación con glifosato? ¿Para qué la está pidiendo si ni siquiera tiene claro cuál es su plan de gobierno? La mermelada fue una palabra utilizada hábilmente por el uribismo para golpear al Gobierno de Santos y mostrarlo como un presidente corrupto que transaba sus apoyos a cambio de cuotas políticas. Ahora que la enmermelada de Duque parece ser aún más desvergonzada que la de Santos, ¿cómo se le va a llamar? ¿Gobernabilidad? ¿Democracia participativa? ¿El Gobierno para todos? Lo lamentable de este Gobierno no es que sea enmermelado sino que se quiera enmermelar solo por glotonería.