“Con la llegada del Niño revivieron viejos fantasmas y se despertó una polémica sobre el presente y el futuro energético del país. ¿Hay suficiente gas para atender la demanda de las térmicas y asegurar un abastecimiento de la demanda a largo plazo?” Con estas palabras comienza un artículo de la revista Dinero No. 264, publicada en octubre del año 2006. Y la llegada del fenómeno del Niño durante el 2009 ha puesto nuevamente el tema de la disponibilidad de gas –nótese la palabra disponibilidad, no suficiencia– para atender la demanda nacional con las termoeléctricas a gas generando a full. Es evidente que las soluciones que se requieren para resolver el tema de la disponibilidad de gas, particularmente en tiempos de Niño, no se han resuelto. La pregunta ahora es cuáles son las soluciones requeridas para resolver ese tema, y es ahí donde las cosas se ponen difíciles. Las mismas pasan por la forma como está regulada y remunerada la producción de gas natural, la forma como está regulado el sector de generación térmica a gas, el sistema de transporte de gas natural existente y las expansiones requeridas a futuro, y al hecho de que las fuentes de producción de gas están concentradas en dos puntos geográficos (Guajira y Cusiana, desde donde se produce aproximadamente el 85% del gas que se consume en Colombia). El gas como combustible es altamente eficiente y genera gran bienestar a la sociedad, razón por la cual el suministro y disponibilidad del mismo no tiene que depender necesariamente del gas existente en Colombia. Es decir, el suministro de gas es bueno en sí mismo, y lo que se requiere es generar las condiciones necesarias para permitir el desarrollo del sector independientemente de la disponibilidad de gas en el país. Suponiendo que en Colombia no hubiese un metro cúbico de gas, es todavía económicamente sensato dar la posibilidad a la sociedad de disfrutar de este energético como combustible. Afortunadamente para Colombia en el país si existen metros cúbicos de gas. Sin embargo, adoptar las soluciones requeridas para destrabar la disponibilidad de gas en Colombia requiere de posiciones políticas que pueden no ser muy populares. Pero las mismas son, a todas luces, necesarias. Temas como el precio para gas en firme disponible hacia futuro, la regulación en materia de remuneración para la ampliación del sistema de transporte de gas en el país –que sufre de restricciones para la distribución del energético en el interior de la geografía nacional– y la posibilidad de importar gas a través de una planta de regasificación (el proceso mediante el cual se convierte gas licuado a su estado natural) son cosas que se deben mirar y adoptar más temprano que tarde. El país ha avanzado enormemente en la regulación de los energéticos y ha cosechado victorias en casi todos los sectores relacionados con los mismos, tanto en la cobertura de servicios públicos como en la atracción de inversión nacional y extranjera a estos sectores. Es hora de dar el siguiente paso para afianzar las buenas calificaciones que Colombia ha sacado en materia energética.