En octubre pasado, pocos días antes de presentarse en Bogotá y Medellín, Paco de Lucía habló con SEMANA. Estaba emocionado por su visita al país y por su gira en América Latina. Recordó que volvía a Colombia después de 15 años de ausencia y que traía un repertorio que recorría su extensa carrera. De Lucía estaba lleno de vida y así lo demostró en sus presentaciones en las que dejó sin palabras a los espectadores. Nadie imaginó que unos meses después estaría muerto.Pero la noticia llegó el martes pasado: el legendario guitarrista murió de un infarto fulminante en Xpu-há, una playa privada en el Caribe mexicano, a medio camino entre Playa del Carmen y Tulum. De Lucía, que tenía 66 años, pasaba largas temporadas entre México y Cuba, alejado de los escenarios y la prensa. Hacía unas semanas había dejado el cigarrillo y no se había sentido muy bien. Esa tarde jugaba fútbol con su hijo en la playa y sintió un dolor en el pecho. Fue llevado de emergencia al hospital de Playa del Carmen pero los esfuerzos por reanimarlo fueron en vano y murió casi instantáneamente, según cuenta el diario El País. Lucía era en realidad el nombre de su mamá, él se llamaba Francisco Sánchez Gómez. Desde muy joven su padre le enseñó a tocar la guitarra y le inculcó la disciplina de practicar todos los días. Cuando era apenas un adolescente, en los sesenta, conoció a José Monge Cruz, llamado Camarón de la Isla, y juntos grabaron algunos discos emblemáticos que renovaron el sonido del flamenco tradicional. Después de tocar juntos por diez años se separaron. De Lucía continuó con su carrera como solista y se encargó de popularizar e internacionalizar el flamenco. Entre sus composiciones más populares se encuentran Entre dos aguas, La Barrosa, Barrio la Viña, Homenaje al Niño Ricardo y Río Ancho, entre muchas otras. Uno de los aportes que hizo al género fue incluir un instrumento de percusión que acompaña sus temas más conocidos: el cajón peruano. De Lucía descubrió este cajón en una gira por América Latina y desde entonces lo incluyó en todas sus composiciones.Pero el virtuoso guitarrista no se quedó solamente en ese género. Su música tocaba cierta frontera con el jazz. Eso le permitió unirse a los guitarristas Al Di Meola y John McLaughlin para conformar el famoso Guitar Trio, que publicó dos estupendos discos. También el jazz le rindió homenaje: el pianista Chano Domínguez y el saxofonista Jorge Pardo grabaron en su honor el álbum 10 de Paco en 1995. De Lucía fue acompañante de muchos otros músicos, aunque siempre aparecía su crédito en las portadas. Uno de sus duetos más emotivos, por ejemplo, fue la grabación de A mis amigos con el cantautor argentino Alberto Cortez.Siempre fue muy cercano a América Latina y Colombia, a la que visitó varias veces. De hecho, una de sus piezas instrumentales está dedicada al país: Monasterio de sal (del disco Solo quiero caminar, de 1981) fue inspirada por una visita a la Catedral de Sal de Zipaquirá. Durante otra visita al país, casi pierde un dedo: “Fui a Providencia, un lugar que adoro, a bucear. Durante una inmersión me corté la mano con un coral. Un médico local me ayudó de inmediato. Gracias a él no perdí un dedo. Fue un milagro”, le contó a SEMANA.Los fanáticos del flamenco, y de la música en general, están de luto. El carisma y talento de Paco de Lucía serán extrañados en los escenarios. Y la guitarra, su gran compañera, está viuda.