El Gobierno y el Banco de la República han insistido en que el aumento del dólar no ha tenido un gran impacto sobre la economía y la inflación. Pero los analistas, empresarios y consumidores están cada vez más preocupados por sus efectos. Durante el último año, la tasa de cambio se ha devaluado alrededor de 16%, al pasar de niveles cercanos a los $3.000 a los $3.431 con que cerró esta semana. Pero incluso se ha llegado a negociar arriba de los $3.500, por primera vez en la historia, un nivel que pocos veían posible a comienzos de 2019. Al mismo tiempo, la inflación también ha sorprendido al alza y ya se ubica en 3,82% anual, en la parte superior del rango meta. La inflación de alimentos, por ejemplo, ha pasado de niveles alrededor de 2% anual a más del 6%. Para el Emisor la inflación y el precio de los alimentos han repuntado debido a factores climáticos y a dificultades en la infraestructura vial. Es decir, no por la devaluación pues la canasta de los colombianos tiene pocos productos importados (entre el 10% y el 15%). Sin embargo, muchos expertos afirman que esto se reflejará tarde o temprano en la inflación y el consumo. Tanto, que probablemente tendremos una Navidad más costosa y un arranque de año con mayores precios. Dinero hizo un sondeo entre empresarios de diversas industrias para determinar los efectos del incremento del dólar sobre la inflación y los precios para la temporada de fin de año.
Varios de ellos afirman que han hecho un gran esfuerzo por no trasladar todo el incremento del dólar al precio de los productos finales. En muchos sectores han reducido los márgenes de ganancia para no perder participación de mercado (ver recuadros). También señalan mejoras en procesos, mayores eficiencias y los más sofisticados han acudido a coberturas cambiarias (forwards).
No obstante, al parecer dichas estrategias estarían llegando a sus límites. El impacto de la devalución sobre la inflación depende mucho del nivel de inventarios y del porcentaje de los productos importados en el consumo final de cada sector. Las grandes cadenas comerciales no reportan un gran impacto por este último factor y por el manejo de inventarios. Mientras tanto, en sectores como el tecnológico y aerolíneas viven un escenario más complejo. La actual coyuntura también tiene haciendo cuentas a quienes planean viajar o estudiar en el exterior. Según Raddar, los sectores de la moda, el entretenimiento y las comunicaciones tienen el mayor peso de los importados dentro del gasto de los hogares, seguidos de temas de salud y alimentos. El Banco de la República y el Gobierno han moderado sus preocupaciones porque la devaluación se traslade a los precios del consumidor. José Antonio Ocampo señaló que no se ha observado un efecto relevante de la depreciación del peso sobre los bienes transables, que representan alrededor del 19,2% del IPC.
Por su parte, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, ha dicho que hasta el momento no se han manifestado problemas inflacionarios por el pass-through (paso de la devaluación a la inflación), y que el incremento del dólar no preocupa por ahora a la economía. Sin embargo, analistas como Felipe Campos, director de Investigaciones de Alianza Valores, afirma que el Emisor busca donde no es o que quiere minimizar un tema que se escapa de su control. Pero los alimentos podrían convertirse en el principal canal por el que se transmite la devaluación a los precios al consumidor en el corto plazo. En efecto, una tercera parte viene del exterior. Por otra parte, el cambio de año trae por naturaleza ajustes de precios lo cual podría aumentar también el precio de los útiles escolares. En ese momento, los empresarios sabrán qué parte del aumento de la tasa de cambio es temporal y dónde se ha estabilizado el dólar. Según Julián Cárdenas, analista de Protección, un incremento sostenido de $100 en la tasa de cambio puede tener un impacto en la inflación de entre 50 y 70 puntos básicos. Para Campos, el consumo en los dos últimos años se ha comportado bien por cuenta de una baja inflación, lo cual se ha convertido en un motor del crecimiento. Por esto, anticipa que el aumento de la inflación durante los próximos meses podría afectar el consumo y el crecimiento en 2020, dado que hay un rezago del efecto entre 8 y 10 meses.
Si la devaluación comienza a afectar la inflación, el Banco de la República podría verse forzado a comenzar a subir las tasas de interés antes de lo previsto. Eso tendría un efecto sobre el crecimiento y podría frenar la dinámica de la economía.