A diferencia de las tendencias históricas de crecimiento poblacional, en Bogotá habrá que pensar, las próximas décadas, a partir de un máximo de 8‘500.000 habitantes que se alcanzará en 2039. Un estudio de la Cepal demuestra que, como otras grandes ciudades, Bogotá ha registrado una disminución demográfica en los últimos años. Esto se debe a que tanto el saldo migratorio, como el crecimiento vegetativo, han llegado a cero. Y es que la corriente migratoria de principios del siglo XX, responsable del vertiginoso crecimiento de la ciudad, ha llegado a su fin. Vivir en la capital ya no es tan atractivo. La vivienda es más cara, el transporte más complicado, el mercado laboral más competitivo y hay más contaminación. Solo la diferencia de tributación es abismal: en Bogotá cada persona tributa en promedio $4,2 millones; en Medellín, de $2,1 millones y en Barranquilla, de $1,6 millones. Le puede interesar: PIB de Bogotá creció un poco más que el del país en 2018 La educación superior de alta calidad también se encuentra en las regiones, donde abundan opciones de empleo estable y mejor remunerado. Por esto, a la capital se traslada a vivir la misma cantidad de personas que van a localidades vecinas, como Mosquera, Madrid, Cajicá, Cota y Funza o a ciudades más pequeñas como Fusagasugá, Villavicencio, Ibagué o Armenia. Por otra parte, de acuerdo con el estudio La Bogotá que seremos, desde el censo de 2005, realizado por la Sociedad de Mejoras y Ornato, la ciudad entró en la segunda transición demográfica. Teniendo en cuenta que la llamada tasa de reemplazo es de 2,1 hijos por cada mujer, las familias pequeñas apenas alcanza a mantener la cantidad de población. Y las mujeres cada vez quiere tener menos hijos. Esa nueva realidad demográfica plantea nuevas condiciones a futuro. Como explica Carlos Roberto Pombo, presidente de la Sociedad de Mejoras, hay que repensar los modelos de ocupación y su interacción con el sistema ambiental, elementos esenciales del ordenamiento territorial.
Foto: Ernesto Rojas Morales Vicepresidente de la Sociedad de Mejoras y ex director del Dane, Carlos Roberto Pombo presidente de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá.En 1917 la Sociedad de Mejoras y Ornato desarrolló el “Plano Bogotá Futuro”. En cuanto a la vivienda, ya no se necesitarán más áreas de expansión. “No hay que consumir nuevo suelo ni invadir la Sabana, la tierra más fértil del país. Mucho menos hay que urbanizar la reserva Van der Hammen. Debemos recuperar el sistema hídrico y trasladar a los habitantes de zonas de amenaza”, explica Pombo. Nueva movilidad Por otra parte, de la mano de las transformaciones tecnológicas viene también una de las soluciones más efectivas en cuanto a transporte. “El metro es una respuesta muy antigua: la inventaron hace 200 años. Seguramente habrá que hacerlo, pero hay que tener consciencia de que extenderlo por toda la ciudad no es una solución. La primera será lograr que las personas solo se movilicen pequeñas distancias o no se movilicen para nada”, dice Ernesto Rojas Morales, vicepresidente de la Sociedad y exdirector del Dane. “Basta analizar el auge de aplicaciones móviles como Uber, Didi, Grin, Lime y Movo, entre otras, que se ajustan al modelo de ciudad inteligente que están siguiendo la mayoría de las poblaciones grandes. Este prioriza el servicio por encima de la propiedad y ayuda a reducir el exceso de vehículos contaminantes”, explica Rojas. Le puede interesar: Bogotá define reglas para patinetas y bicicletas eléctricas Para lograr esto es necesario acercar los servicios de salud, educación y empleo a la vivienda. La solución, también, puede estar en la tecnología, a partir de la telemedicina, la educación virtual y el teletrabajo o los centros de trabajo colaborativo. Estos espacios han aparecido en el mundo moderno aunque aún solo los construye el sector privado. El Estado podría sumarse a esta iniciativa y, además de realizar canchas y parques, debería construir espacios de trabajo colaborativo que ayuden a reducir las distancias y a crear una ciudad compacta. “Si nosotros alargamos la ciudad generamos más necesidad de desplazamiento, más trancón y contaminación”. En el ámbito internacional sobran los referentes. En España, a los costados del río Manzanares construyeron Madrid Río, un enclave peatonal, lúdico y cultural con zonas de descanso, circuitos biosaludables, zonas infantiles, mesas de juego y espacios para realizar festivales y exposiciones. En Seúl derribaron dos autopistas centrales que soterraban el río Cheonggyecheon y construyeron, en paralelo al cauce, un parque lineal que valorizó el centro de la ciudad. Otras urbes también han pensado desde la planeación territorial soluciones para construir una ciudad compacta y centrada en el ciudadano, no en los vehículos. Rojas Morales, por su parte, advierte que los datos crudos del censo 2018 revelados oficialmente por el Dane arrojan hoy una población de 7,2 millones de habitantes para Bogotá. "Esa cifra difiere notoriamente de la adoptada para diseñar el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que se encuentra en estudio de la CAR. Más grave aún es constatar que el POT está diseñando una ciudad de 9,5 millones de habitantes a 2031 que, según los estudios comentados, nunca existirá”. De esta forma, ante la pregunta de cómo debe crecer la ciudad, la respuesta es clara. Hay que disminuir la huella ecológica y los desequilibrios territoriales, construir una ciudad compacta y policéntrica, integrar el sistema de ambiente, paisaje y espacio público con el de movilidad para incrementar la conectividad entre los municipios, la región, el país y el mundo.