La incertidumbre volvió a predominar en las previsiones sobre el comportamiento de la economía global en 2020. Todo indica que el crecimiento estará supeditado a temas sociales, políticos y económicos como la guerra comercial entre China y Estados Unidos, la respuesta de los gobiernos a reclamos sociales en países de todas las latitudes, e incluso al clima político en los meses previos a las elecciones en Estados Unidos. Los analistas anticipan que la economía volverá a ralentizarse y algunas autoridades monetarias tendrán poco margen de maniobra. El cambio de ritmo preocupa. ¿Tambores de paz?

El 2 de marzo de 2018 el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó un tuit en el que aseguraba que las guerras comerciales "son buenas" y "fáciles de ganar". Pero 17 meses después el mundo ha pagado un elevado costo por la desaceleración de la economía y el freno en el comercio mundial, que ha puesto en entredicho el multilateralismo y la globalización. Según Goldman Sachs, la disputa arancelaria entre las dos potencias ya le quitó entre 0,5% y 0,6% al PIB de Estados Unidos y de 0,7% a 0,8% al de China. El banco y otros analistas estiman que en 2020 las tensiones cederán, por un lado para mitigar el costo económico y también porque de cara a los comicios en Estados Unidos, Trump querrá pasar a la historia como el gran facilitador del acuerdo que puso fin a esta disputa y logró su reelección.

Petróleo incierto

Los recortes en la producción decretada por los países de la Opep han sido por años un buen indicador del comportamiento del crudo a futuro. Sin embargo, para el próximo año otro factor será determinante: el comportamiento de las economías de Europa, aún recalentadas, y China, por años una locomotora que últimamente ha bajado su velocidad. Ambas han afectado el consumo de hidrocarburos y golpeado los precios. Goldman Sachs, en un análisis reciente, elevó su pronóstico de precios del petróleo 2020 hasta US$63 por barril, y argumentó que los duros recortes de producción impulsarán los precios. Pero hay quienes consideran que podría estar por debajo de US$60, porque las condiciones de la economía siguen inciertas y la volatilidad será la constante e próximo año. Poco para celebrar

Las previsiones sobre el comportamiento de las economías en la región son poco halagüeñas. La Comisión para América Latina, Cepal, prevé que en 2020 la región crecerá 1,4%. Pero el banco Goldman Sachs pronostica un nivel levemente superior: 1,7% en 2020. Estas cifras no alcanzan para solucionar las demandas sociales en una de las regiones más desiguales del mundo. Por países, los peores pronósticos son los de Venezuela, que tras caer -25,5% este año podría hundirse -14% en 2020, según la Cepal; Argentina, con -3% y Nicaragua, con -1,2%. Las proyecciones para Brasil son de 0,8%, bajo pero en terreno positivo; México con 0,2% y Chile, con 2,2%, aunque el Banco Central lo acaba de ajustar a la baja.

Una crisis secular

Tras el estallido de las protestas sociales en Chile, que tomaron forma el 18 de octubre, el malestar social frente al régimen de pensiones ha tomado cada vez más fuerza, con numerosos disturbios y saqueos. La presión de los manifestantes llevó al gobierno de Sebastián Piñera a aprobar un proyecto para aumentar gradualmente las pensiones mínimas hasta un 50% para 2022. Aunque este proyecto representa un avance, aún no termina de satisfacer las demandas de los ciudadanos, cuyas expectativas siguen siendo altas. El gobierno necesitará mayor efectividad al ejecutar sus proyectos para calmar las aguas. El despertar de América Latina

La movilización del 21N en Colombia se convirtió en otro episodio de lo que muchos consideran una ‘primavera latinoamericana‘. Desde hace varios meses la protesta social ha estado presente en distintos países de la región: en Ecuador, Bolivia y Chile las movilizaciones han desafiado a sus gobiernos con reclamos legítimos que en ocasiones han derivado en violencia. Esto, además, ha dejado de lado a las ideologías de izquieda o derecha porque ha tomado un carácter más generalizado. Los une el malestar acumulado por la inequidad, pobreza, desigualdad o las promesas incumplidas. La falta de un liderazgo ha generado dificultades para negociar un proceso aún en desarrollo. Se inicia la carrera

A menos de un año para las presidenciales, la imagen de Donald Trump marca el panorama de la mayor potencia económica. La situación política se agudizó tras el proceso de impeachment lanzado por la oposición demócrata por el Ucrania-gate. Acusan a Trump de extorsionar al presidente de ese país para favorecer sus intereses electorales. Es improbable que la destitución triunfe en el Senado, lo que podría conducir a la reelección de Trump. A esta hipótesis se suma el buen comportamiento de la economía, en particular en cuanto al empleo. Mientras tanto, en el campo demócrata ningún precandidato se destaca como el anti-Trump. Y el fantasma de la intervención rusa sigue vigente para el próximo noviembre.

A paso lento

Los analistas no se han puesto de acuerdo sobre la recuperación de la economía global. El Fondo Monetario Internacional insiste en que la economía podría crecer 3,4% el próximo año. Por su parte la Ocde prevé que, debido a la ralentización, el crecimiento podría estar en 2,9%, la cifra más baja desde la crisis mundial de 2009. Las principales preocupaciones se concentran en nuevas escaramuzas de guerra comercial, la menor dinámica en las economías de China (crecería entre 5% y 6%) y Europa (un lánguido 1,1%), e incluso el cambio climático y la transformación tecnológica. Han tenido un impacto positivo en 2019 las decisiones de la FED y del Banco Central Europeo de recortar tasas de interés en Estados Unidos y en las potencias europeas. Pero si se ralentiza la economía, el próximo año esas entidades se quedarían sin mayor margen de maniobra y escasa probabilidad de reaccionar. Al cierre de esta edición, las elecciones en Reino Unido se convertían en otro motivo de preocupación, pues un Brexit ‘duro‘ podría generar un rumbo incierto en Europa.