Por décadas el abastecimiento global se ha dado gracias a la optimización de la cadena de suministro para minimizar los costos, reducir los inventarios y aumentar la utilización de activos. Esto permitió a las empresas ofrecer más productos a los clientes al precio más bajo y con mayores ganancias. Sin embargo, la covid-19 mostró la fragilidad del sistema. Según un estudio de Standard Chartered, esta misma globalización y optimización significa que una interrupción en un proveedor puede ser perjudicial para las operaciones de una empresa ubicada a medio mundo de distancia. “Los eventos como el coronavirus son raros, pero su impacto es mucho mayor porque el mundo está interconectado. Las cadenas de suministro modernas son más largas y complejas que nunca y a menudo abarcan varios países en varios continentes”, dice el análisis. Las crisis del pasado han transformado las cadenas de suministro. “La ruta de la seda conectó a China con Europa ininterrumpidamente a través de Constantinopla (hoy Turquía) durante 1.500 años, pero se acabó por la peste negra”, recuerda Martín Gustavo Ibarra, socio de la firma Araújo Ibarra. Para él, el modelo de globalización se está redefiniendo: basarse en el just in time, con lejanas cadenas de valor y bajos inventarios, se convirtió en la mayor debilidad.

El entorno geopolítico cada vez más turbulento de los últimos años ya ha llevado a muchas empresas a reevaluar sus fuentes de insumos. "Incluso antes del coronavirus, vimos cierta diversificación de la cadena de suministro como resultado de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, particularmente en manufactura y textiles", dice el estudio y agrega que varias compañías han identificado países como Camboya, Vietnam, Bangladesh, Tailandia e incluso México como fuentes alternativas de suministro. "Mientras tanto, los proveedores chinos han comenzado a analizar dónde ponen su capacidad de producción, estableciendo empresas conjuntas o colocando su propia subsidiaria o inversión en otros lugares”. Es decir, vendrá un escenario de reubicación y montaje de nuevas plantas de producción y la posibilidad de tener mayores inventarios de seguridad, con logísticas más redundantes. “Esta es una oportunidad fantástica para Colombia, por su cercanía con Estados Unidos, en especial con la costa este, un TLC funcionando y más de 113 zonas francas disponibles. No estamos hablando de green field, la infraestructura está lista”, dice Ibarra.

Además, como región, la Cepal ha señalado que esta es una posibilidad para profundizar la integración de los mercados de América Latina, no solo como destino, sino también como fuentes de suministro hacia otros destinos.