A Alberto Carrasquilla, desde siempre, le ha gustado casar peleas conceptuales en asuntos de economía y en ello se lo ha jugado todo. Es su estilo. Cuando era gerente técnico del Banco de la República fue hasta las últimas consecuencias al ver que la junta no atendió las recomendaciones del equipo técnico y, justo antes de la crisis de 1999, decidió soltar las amarras de la liquidez. Eso agudizó todos los problemas económicos, cuando la estantería se vino abajo. Forma parte de la leyenda del Banco que Carrasquilla tuvo entonces un duro encontrón con el gerente de la entidad, Miguel Urrutia, y que eso determinó su salida.
Cabe recordar que quien lo reemplazó en ese cargo, José Darío Uribe, terminó al frente de la entidad; se podría decir que si Carrasquilla se hubiera acuartelado, guardado distancias frente a la polémica y mantenido un bajo perfil, habría llegado casi naturalmente a la gerencia de la máxima autoridad monetaria del país. Pero el hoy ministro de Hacienda no se pone con milimetrías políticas a la hora de defender sus posiciones. Muchos de sus allegados y hasta detractores le reconocen esta cualidad. Por eso sorprende que en el debate sobre la actual coyuntura los críticos le atribuyan tantos errores conceptuales a quien muchos consideran uno de los mejores economistas del país. Al plan de Carrasquilla le caben las críticas. Pero es posible plantear que algo no tienen claro quienes insisten en señalar que el Presupuesto está desfinanciado, que la reforma tributaria va abrir un hueco de un punto del PIB y que no es una buena decisión eso de ponerle un valor a deudas como el hueco en salud y los fallos judiciales.
Más aún si se tiene en cuenta que la evidencia empírica le está dando en parte la razón a Carrasquilla. El año pasado le llovieron rayos y centellas cuando ratificó que Colombia crecería cerca de 3,6%. Algunos inclusive dudaron que el país llegara a 3%. Se descachó, sí, pero no en materia grave: el Dane informó que en 2019 el crecimiento llegó a 3,3%. La diferencia con su proyección se explica por la caída generalizada del comercio internacional que afectó las exportaciones, algo que no administra el jefe de las finanzas públicas. Así que, por lo menos hasta los datos disponibles, Colombia va bien en materia económica y mucho mejor que la mayor parte de los países de la región. ¿Las cuentas en vilo? En el frente fiscal, el Gobierno acaba de presentar el Plan Financiero 2020 actualizado. Muchos analistas insinuaron que las cuentas no cuadran y que hay demasiada incertidumbre sobre los ingresos para las arcas. Y que hasta los casi $13 billones que le van a pasar el Emisor y Ecopetrol son un problema. Parece que nadie quiere entender su fórmula. Carrasquilla ha insistido en que muchos, empezando por las agencias calificadoras, no quieren dar una mirada distinta a la economía y a las finanzas públicas criollas.
Desde 2008, cuando la estantería mundial se vino abajo, todos han anticipado un cataclismo económico para Colombia que, por fortuna, no ha llegado. Evidentemente una suma de factores inciden en ello, pero luego de una década ya es hora de ir concluyendo que algo estamos haciendo bien. En otras palabras, que ya no basta decir que hemos ‘contado con suerte‘ para mantenernos como una de las economías de mostrar en la región.
La pelea fiscal “No entiendo por qué es más fiscalmente responsable esconder las deudas”, dijo el ministro Carrasquilla durante la rueda de prensa en que presentaron las nuevas proyecciones fiscales. El pronunciamiento contiene un sablazo a su antecesor, Mauricio Cárdenas, que sin lugar a dudas fue un gran ministro de Hacienda, pero que no le metió el diente a estos temas. Razones de sobra tuvo Cárdenas: enfrentó el más grande choque externo en la historia de Colombia y tuvo que gestionar la economía en medio de unas negociaciones de paz que monopolizaron la atención del Gobierno. Pero claramente Cárdenas no hizo mucho en ese frente de sincerar las cuentas. Algunos hasta explican que logró convencer a las agencias internacionales y a los agentes del mercado de mantener por fuera del balance semejantes huecos. En el fondo, Colombia logró cumplir la regla fiscal, pero aun así, aumentó considerablemente el nivel de deuda.
El propio Carrasquilla mostró las cifras con un argumento incontrovertible: desde 2012 hasta 2019, la deuda pasó de 33% del PIB a casi 50%. Eso merece explicación. Por eso sorprende que la agencias calificadoras aceptaron implícitamente esa regla del juego con Cárdenas, pero ahora le echan en cara a Carrasquilla que pase la escoba por debajo del tapete lo que es, sin lugar a dudas, una decisión saludable. El hoy Ministro de Hacienda se metió en la estrategia de sincerar, por la vía de emisiones de deuda, los balances deficitarios de muchas cuentas, la más importante de ellas, la del sector salud.
"Sin lugar a dudas, Carrasquilla ha entendido el problema financiero de la salud y ha buscado salidas", señaló un economista que conoce de cerca el tema. También busca sincerar las deudas provenientes de las sentencias contra el Estado. Hasta el momento, los fallos contra la Nación, como no las pagaban inmediatamente, generaban un interés elevado, casi en la usura. Carrasquilla decidió que resultaba más eficiente financieramente emitir deuda pública con tasas no superiores a 5%, para cubrir ese hueco. Por cada punto del PIB en este tipo de deudas judiciales, Carrasquilla le va a ahorrar al país $2,5 billones al año. A esto hay que sumarle la decisión de cerrar el hueco del famoso Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles, que llegó a generar un déficit de $14 billones y que fue necesario convertirlo en deuda pura y dura. Por donde se le mire, es muy positiva esta decisión de poner sobre la mesa los elementos que componen el real balance fiscal colombiano. Y por eso Carrasquilla se pregunta por el panorama que ven quienes creen que en materia fiscal el ministerio no está haciendo bien las cosas. En general, el equipo ve un déficit fiscal de 2,2% para el gobierno central, con un superávit primario de 0,6%. De cumplirse esta proyección, en 2020 el país estaría dejando saldo en negro antes de pagar los intereses de deuda, algo que solo tiene un precedente. A esto se suma el hecho de que la disponibilidad final (es decir, la plata en caja) estaría redondeando los $21 billones. Aumento de los ingresos Análisis aparte merece el caso de la Dian, la entidad encargada de recaudar los impuestos de los colombianos. Ha tenido resultados más que positivos. Entre 2018 y 2019, pasaron de representar 13,9% del PIB a 14,3%. Si bien se trata aún de un nivel muy bajo en proporción con el valor agregado por la economía, la entidad ha venido mostrando solidez. Obviamente han impulsado el cobro temas como la normalización, los anticipos en el pago de renta para las empresas petroleras, y las nuevas herramientas que se han venido implementando paulatinamente, como la factura electrónica. Carrasquilla espera que todo lo anterior sumado mantenga el impulso de los ingresos tributarios. Es necesario citar un dato adicional: en enero de 2020, el recaudo tributario creció 13,6%.
Carrasquilla tiene en su equipo personas que le generan mucha confianza técnica, como los viceministros Juan Pablo Zárate y Juan Alberto Londoño. Las calificadoras A pesar de todo, las calificadoras insisten en que las cuentas no cuadran. Fitch Ratings dijo el 5 de febrero que la reciente reforma tributaria definitivamente abrirá un boquete que pondrá a mordiscos la tarea de cumplir con las metas fiscales. “Nosotros creemos que (las proyecciones) están basadas en supuestos optimistas para el crecimiento del PIB y los ingresos por impuestos”, reveló la calificadora en un comunicado. Para la agencia van a minar el comportamiento fiscal de Colombia, no solo las gabelas sino también los tres días sin IVA y la devolución de este impuesto a los más pobres. Para Fitch todo ello va a sumar más de un punto del PIB , que podrían cubrir las utilidades del Banco de la República y de Ecopetrol (que suman más de $13 billones). No obstante, advierte sobre lo que podría ocurrir en 2021 y 2022, pues el Gobierno ha encontrado para cubrir sus déficit la formula de usar ingresos coyunturales. El tema sensible del incremento de la deuda pública de Colombia va a seguir creciendo en 2020, por cuenta del sinceramiento de las finanzas en salud, las sentencias judiciales y otros rubros. Según muestra el propio plan financiero, gracias a esta decisión la deuda aumentará cerca de 1,5% del PIB en la actual vigencia. Muchos ven ese panorama para la economía nacional, por eso no le creen mucho al jefe de las finanzas públicas. Obviamente Carrasquilla no piensa que el país carezca de amenazas. Aseguró durante un evento de Anif y Fedesarrollo en Bogotá, que el país tiene una estructura tributaria de nación pobre. No le faltan razones. Pero, gracias a la experiencia adquirida, ha entendido que este no es el momento de hablar de una nueva reforma tributaria, sin lugar a dudas uno de los ajustes pendientes. Y aquí sí estaría la crítica central para él: hasta el momento no ha podido adelantar las reformas necesarias, empezando por la tributaria y llegando a la pensional. Pero no se puede decir que no lo intentó: recién llegó al poder anunció una reforma a los impuestos que incluía devolver el IVA a las clases menos favorecidas y generalizar este impuesto, lo que contribuiría a reducir la evasión. Obviamente el Congreso no le hizo caso y le practicó una cirugía a fondo a la propuesta gubernamental.
El problema no es que Carrasquilla no haya querido hacer los ajustes, sino que el país político no le siguió el juego, por los costos ante la opinión. Esta es la segunda oportunidad de Carrasquilla en Hacienda. Las cosas han cambiado mucho. En su primer ministerio (2003-2007) Colombia estaba en proceso de consolidación luego de haber salido de la mayor crisis económica (1999). Hoy, en cambio, administra una economía probadamente resiliente frente a los duros choques externos recibidos. Se trata claramente de dos Colombias muy distintas.
Muchos no creen en esos cambios y piensan que Carrasquilla lleva la economía nacional por mal camino. Tal vez es hora de revisar esas tesis.