Más de 500 de sus empleados fueron puestos en cuarentena y trabajaron desde sus casas. Desde allí superaron entre 3 y 5 veces la productividad de sus competidores, señala un informe de Digital Commerce 360. Solo ese año el negocio de Alibaba creció 50%. Además, lanzó Taobao, una plataforma que desplazó a eBay del liderazgo del comercio electrónico. Hoy 84% del comercio en China es por esta vía. Se estima que, en tres años, el e-commerce será la tercera parte del comercio mundial. La dinámica que trae es vertiginosa y desde hace unos años se está viendo su potencial: un estudio de retail online en América Latina de Euromonitor de 2017 pronosticaba que para 2021 esta industria alcanzaría un valor aproximado de US$32.000 millones, siendo Colombia el país con mejores perspectivas de crecimiento para los próximos años.
En 2012, tan solo 2% de la población hizo compras a través de internet; pero según la encuesta de calidad de vida del Dane, en 2018, esta cifra aumentó más de 400%. Según Asobancaria, en los últimos años Colombia ha presentado un crecimiento exponencial del comercio electrónico. Los últimos cinco años muestran un crecimiento de 24%, lo que permite prever que para 2021 el país alcanzará ventas por este canal superiores a US$26.073 millones. Ahora, con el aislamiento ha aumentado su relevancia. Colombia tiene no solo un mercado potencial alto –gracias a sus 50 millones de habitantes- sino que también puede ser el hub de distribución e incluso fabricación de productos. Ya Amazon le apostó a Colombia en una primera fase y otras firmas como Alibaba o Express también pueden convertir al país en plataforma de distribución. En China, por ejemplo, hay 23 zonas francas de e-commerce que permiten no solo aumentar las transacciones, sino recoger información y alimentar procesos de big data para analizar comportamientos y tendencias de consumo.
Es un reto gigantesco que hay que traducir en estrategia y en modernizar la legislación para facilitar las operaciones y las inversiones en el futuro cercano. Podría ser uno de los mecanismos y el ‘estartazo’ para repensar nuevos modelos de desarrollo sectoriales.