Con tan solo un año en la cabeza de Cerrejón, el economista Guillermo Fonseca ha tenido que enfrentar un panorama adverso, con caída de precios del carbón, creciente oposición de las ONG y fenómenos climáticos más prolongados de lo común. En otras palabras, le tocó ‘bailar con la más fea‘.No obstante, fue ese panorama retador uno de los motivos que lo atrajo a Cerrejón luego de más de 25 años de experiencia en hidrocarburos. En este cargo debe aplicar sus conocimientos de administración para mantener a flote el gran barco que es Cerrejón, ante la innegable realidad de que el carbón como combustible se va a acabar."Esta es una contracción estructural, que no se va a reversar, pues forma parte de la agenda global contra el cambio climático. Estimamos que en los próximos cinco años la demanda de carbón del mercado del Atlántico (compuesto por Europa, el Mediterráneo y las Américas) y que es nuestro mercado natural se va a contraer a la mitad", explica Fonseca y agrega que el otro gran mercado es Asia (compuesto por India, China y Pakistán), donde el consumo está creciendo, pero a Colombia le queda díficil competir, por el valor de los fletes.

Como resultado, los precios del carbón han tenido fuertes caídas. En enero de este año estaban en US$86 y hoy están en US$40. A eso se suma un Fenómeno de El Niño extendido, que generó una sequía más larga de lo esperado en la mina y los obligó a bajar la producción para no afectar la calidad de aire de las comunidades aledañas."Eso nos costó 4 millones de toneladas. El resultado es que este año Cerrejón va a perder US$160 millones", asegura.Como el panorama no pinta mejor para el año entrante –su expectativa es que el precio se ubique entre US$55 y US$65–, esto implicará que escasamente se remunera el capital invertido y, por ende, tomaron la decisión de ajustar el tamaño de la operación para que sea 15% más pequeña. En otras palabras, que ya no van a producir 30 millones de toneladas, sino 26. Ese ajuste implica además un fuerte recorte de personal. Cerrejón es el mayor empleador de La Guajira, con 6.000 empleados directos y otros 6.000 indirectos. El plan es recortar entre 1.200 y 1.500. Inicialmente no van a renovar los contratos a término fijo y luego analizarán qué medidas toman.Fuerte oposiciónA la caída de la demanda y del precio se suma otro gran desafío: la intensa oposición que enfrenta el carbón y que, según Fonseca, se puede simplificar en dos fuentes, la ambiental y la política. La primera reúne preocupaciones sociales e indígenas, la segunda implica un desacuerdo con el modelo económico del país. "Es un debate interno entre derecha e izquierda, en donde esta última se opone al modelo extractivo y quisiera uno más agrícola, pecuario y de turismo. Yo comparto esa idea, pero creo que no se debería elegir entre uno y otro. Deberíamos poder tener los dos modelos porque necesitamos echar mano de todas las posibilidades para generar riqueza y convertirla en bienestar", enfatiza el alto ejecutivo y precisa que no está de acuerdo con la premisa de elegir entre agua o medio ambiente.

Se estima que Colombia aún tiene carbón para los próximos 30 o 40 años.Agrega que países como Australia, que es un gran productor de carbón, tienen las mismas prácticas ambientales de Colombia, "pero acá sufrimos de una esquizofrenia crónica. No reconocemos que estamos haciendo las cosas bien", reitera.Fonseca también es crítico de algunas ONG internacionales que se oponen al carbón, pero no lo hacen en sus respectivos países y modelos económicos. Vienen a Colombia a alborotar el problema y no a ofrecer soluciones. "No conozco la primera que diga qué vamos a hacer en La Guajira si nos toca cerrar la mina sin haber podido implementar un plan de transición", puntualiza.Clave para la transiciónFonseca considera que la agenda de cambio climático no choca con la producción de carbón, pues para poder cumplir las metas de reducción de emisiones y de sustitución de combustibles fósiles, se necesita una industria como la del carbón que permita hacer una transición ordenada, que luego sea sostenible. Prueba de ello es que las economías europeas aún tienen plantas a base de carbón y no las han apagado, no porque no quieran, sino porque están ejecutando un plan para hacerlo de forma ordenada."Mientras eso pasa, nosotros debemos seguir atendiendo ese mercado. El carbón no va a desaparecer del todo. Es más, el país está desaprovechando sus recursos del mineral y los va a perder, pues este es el momento para exportar a India y a China, que tienen una alta demanda por energía barata y el combustible más económico sigue siendo el carbón", subraya.

Su propuesta y la de la Asociación Colombiana de Minería es que se le ayude a la industria a hacer la transición del mercado del Atlántico al del Pacífico, para no quedarse con un ‘inventario‘ de carbón que no se está exportando. Como los fletes encarecen tanto esas ventas, su planteamiento es que se podrían dar incentivos tributarios a las exportaciones extras."Eso se tendría que tramitar a través de una reforma tributaria y ahí se enreda un poco, pero insistimos porque hoy se está desaprovechando una oportunidad cuando aún hay mercado", afirma.Estima que el país tiene reservas de carbón para 30 o 40 años más, sumando todas las minas. "Mi responsabilidad es transformar al Cerrejon para que sobreviva a estos retos y que sea la última mina que quede funcionando cuando el carbón haya desaparecido", sostiene Fonseca. Si se le cumple el deseo, no solo habría bailado con la más fea, sino que podría replicar su buena suerte, que es la que desea la bonita.