La covid-19 no solo confinó a millones de hogares por varios meses, también sacó lo mejor de las personas, sin importar el apellido o la cuenta bancaria. La solidaridad es uno de los triunfos de la sociedad en medio de esta pandemia. Y diferente a lo que muchos pueden pensar, los colombianos con mucho dinero también están haciendo aportes de todo tipo, no solo en dinero o especie. Una de las historias más interesantes en ese frente de la ayuda humanitaria la encontramos en la Patrulla Aérea Colombiana (PAC), una organización sin ánimo de lucro creada hace 54 años, que en los últimos 30 se ha dedicado a llevar por vía aérea ayudas y atención médica gratuita a los rincones más alejados y olvidados de Colombia. Para algunos críticos o escépticos, la PAC sería solo una asociación de ricos que se ponen de acuerdo para volar sus aviones privados. Sin embargo, para otros miles de colombianos que habitan en pueblos de nombre impronunciable y olvidados, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Esta asociación está integrada por 71 pilotos y más de 580 profesionales de la salud, lo que la convierte en la flota privada de aviones más importante de la Región, dedicada a labores humanitarias y en el voluntariado más grande de Colombia.
Cerca de 300 médicos, enfermeras y especialistas hacen parte del voluntariado de la PAC. Las personas que aterrizan en la PAC son generalmente empresarios de sectores como comercio, banca, seguros, industria y publicidad, entre otros. La mayoría de los pilotos cuenta con su futuro financiero asegurado, una aeronave propia y una pasión por la aviación. Como dirían los Boy Scouts, están ‘siempre listos‘ para la acción. “Tenemos un chat con todos ellos y cada día enviamos un mensaje preguntando quién puede realizar un determinado vuelo. El que tenga disponibilidad nos lo hace saber e inmediatamente organizamos todo”, cuenta en diálogo con Dinero la directora de la PAC, Pamela Estrada. Desde hace unos años, la Patrulla organiza cada mes una brigada de salud a algún municipio alejado de los centros urbanos y que no cuente con un hospital de primer nivel. El día en que inicia cada brigada varios aviones salen en la madrugada desde el aeropuerto de Guaymaral con cerca de 2 toneladas de equipo médico y quirúrgico, especialistas, anestesiólogos, odontólogos y enfermeras. La PAC ha realizado brigadas en cerca de 200 municipios del país, desde la Alta Guajira hasta el Amazonas y desde los Llanos Orientales hasta el Pacífico colombiano. Literalmente, la PAC funciona como un hospital móvil de mediana complejidad que realiza en promedio 12 brigadas médico-quirúrgicas cada año. En cada misión se atiende de manera gratuita a cerca de 700 personas, con cerca de 1.000 consultas médicas especializadas y 120 procedimientos quirúrgicos.
En la última década la PAC ha realizado 251.000 consultas, ha atendido a 99.000 personas, ha realizado 51.000 tratamientos médicos y ha donado unos 20.000 lentes. La entidad recibe aportes de varias empresas como DirecTV y Terpel; esta última dona el combustible para las aeronaves. Los pilotos, médicos y enfermeras no cobran por los servicios prestados. Todo es solidaridad. “Hay enfermeras o médicos que doblan o triplican los turnos en sus empresas para estar en un viaje”, cuenta Estrada. Las poblaciones objeto de estas ayudas generalmente no cuentan con la infraestructura para el montaje de este hospital aéreo, por lo que la PAC acude a escuelas para realizar las consultas y las cirugías. Estrada cuenta que es necesario transportar varias plantas de energía, pues es común el corte repentino del suministro.
En la actual coyuntura, la PAC se dedica al traslado de miles de pruebas de covid-19. Los pobladores acogen con mucho cariño cada brigada y algunos de los pacientes tienen que desplazarse por uno o dos días en lancha para llegar a la instalación médica. “Hay todo tipo de experiencias maravillosas. Por ejemplo, personas de la tercera edad que se operan de cataratas, un procedimiento que les cambia la vida. También se ve mucho cáncer de piel, producto de prolongadas jornadas de exposición al sol”, dijo Estrada. Algunas comunidades indígenas son escépticas con este tipo de ayudas sanitarias. Sin embargo, al cabo de un tiempo se convencen de que la labor de estas personas es auténtica. En los últimos 3 meses, las acciones de la Patrulla se han concentrado en atender las necesidades derivadas de la covid-19. Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, uno de los integrantes de esta patrulla, cuenta que ha volado a Arauca, Puerto Carreño, Montería y Riohacha llevando pruebas y dotación médica para volver en la tarde a Bogotá con los exámenes practicados y que serán analizados por el Instituto Nacional de Salud. (Ver entrevista página 35). Desde la última semana de marzo, la PAC ha realizado más de 100 vuelos humanitarios que incluyen recolección de muestras. También se ha entregado equipo y vestuario de protección médica en 75 hospitales del país. Aunque ni los profesionales, ni el personal de asistencia médica ni mucho menos los pilotos cobran por los servicios, cada brigada puede tener un costo de $500 millones, pues es necesario movilizar medicamentos, equipo quirúrgico, catering y otros insumos. Algunos médicos que participan en el voluntariado afirman que en la PAC pueden ejercer la ‘verdadera medicina‘, pues los encuentros con los pacientes pueden prolongarse por más de 20 minutos y no hay restricción en formulación de medicamentos, como sí sucede en el servicio que prestan las EPS.
En cada brigada viajan de 40 a 50 personas en cerca de 10 a 15 aviones. La PAC ha recibido varios premios internacionales en los últimos años por su labor de asistencia de salud en la periferia de Colombia. Empresarios, médicos y enfermeras de este hospital de los aires son una muestra inequívoca de que la ayuda humanitaria trasciende cualquier clase social y que existen muchas formas de ayudar en medio de la actual pandemia.