No ha terminado de bajar la espuma de los torbellinos creados por el gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, cuando opinó sobre los pobres resultados que registró la economía en el primer trimestre y el papel que podría haber jugado la polarización en esta coyuntura. Algunos economistas, empresarios y gremios consideran importante que autoridades como el Emisor enciendan las alertas sobre la baja dinámica económica. Mientras tanto, el Gobierno está convencido de que la economía ya rebotó, crece más que el promedio de la región y tiene unas perspectivas optimistas. Sin embargo, cuando el debate estaba en su punto más alto, el Ministerio de Hacienda finiquitaba uno de los documentos más esperados de política económica: el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP). Y este, en particular, tiene dos hechos relevantes. Por un lado, se cumplen 15 años del primer MFMP que salió a la luz pública, liderado por Alberto Carrasquilla, también entonces Ministro de Hacienda. Y, por otro, los cálculos y escenarios que plantea hoy sorprenden. Le puede interesar: Duque y "la espada del augurio" para ver el futuro de la economía En primer lugar, el documento parte de un principio radical: la discusión sobre impuestos se agotó en Colombia y por eso el Gobierno tendrá que buscar recursos mediante mecanismos distintos al tributario. Uno de ellos, reestructurar la operación de la Dian para mejorar el recaudo, lo que requerirá invertir 0,5% del PIB, pero traerá recursos por más de 1% del PIB en los próximos tres años. El otro, reducir el gasto con lo cual el Gobierno aspira a ahorrar otro punto del PIB y mejorar la asignación de los subsidios y la eficiencia del gasto. Y, por último, vender activos. El argumento es simple: las propiedades que tiene le dan una tasa de retorno promedio por debajo de 5% y no le generan valor, por lo que no tiene sentido mantenerlos. La Nación tiene $170 billones en activos y para este año espera recibir al venderlos unos $5 billones. Por otro lado, la flexibilización de la regla fiscal permitiría este año un déficit fiscal de 2,7% del PIB, dado el impacto de la migración venezolana. Por eso también sorprende que el Gobierno decida mantener su meta de déficit en 2,4%, lo que genera un ajuste más alto, pues viene de 3,1% de 2018. Y con ello registrar el primer superávit primario desde que existe la regla fiscal. Puede leer: Peso colombiano es la moneda más revaluada de junio También toma relevancia una tercera cifra: el Gobierno se ratifica en el crecimiento de entre 3,6% y 4% para los próximos tres años. Además, cumplir las metas del marco requiere varias reformas, como la de regalías, que busca desconstitucionalizar el régimen y darle un nuevo aire a los Ocad. También la reforma de crecimiento sostenible; la de mercado de capitales; finanzas públicas y, tal vez una de las más importantes, la de mecanismos para proteger a la vejez, relacionados con el tema pensional. Con el MFMP, el Gobierno define la hoja de ruta, pero abre nuevos escenarios de discusión: entre otros, si Colombia enfrenta o no un problema fiscal y si los ajustes y estrategias alcanzarán para cumplir las metas y tranquilizar a las calificadoras. Pero, en especial, si habrá condiciones para que el país logre la tracción necesaria en materia de crecimiento y frene el deterioro del mercado laboral. ¿Por qué? Al reducir el gasto público se impactará el crecimiento. Con los ajustes en materia tributaria para las empresas, el balón queda ahora en la cancha del sector privado para que dinamice las inversiones y garantice nuevos puestos de trabajo. Con ello, el consumo ganará nuevamente espacio y permitirá alcanzar las metas. Le puede interesar: La recuperación de la economía se ve: la respuesta de Duque a sus críticos Este programa de mediano plazo tiene dos retos. Uno, que enfrenta un escenario de desaceleración y de incertidumbre internacional por las tensiones comerciales. Y dos, que hoy está amenazado el progreso social ganado hasta ahora, dado el freno que tuvo la reducción de la pobreza. La clase media, que salió de la pobreza, sigue siendo hoy muy vulnerable. Colombia tiene que crecer para garantizar que no pierda lo ganado. El Gobierno, las autoridades económicas y los empresarios tienen la tarea de construir una agenda que ayude a superar las diferencias. Pero que también propicie la mejor atmósfera para el crecimiento y el empleo sostenible.