A finales de la década de los ochenta los estudiantes de derecho de la Universidad Javeriana no tenían entre su materias preferidas la de propiedad intelectual. Era un tema novedoso y a muchos les aburría. No obstante, uno de ellos vio en esa novedad una ventana para hacer su carrera. Decidió con acierto, pues hoy lo tiene muy cerca de convertirse en el internacional colombiano de mayor jerarquía en una organización global multilateral. Se trata del corozalero Marco Alemán, quien tras terminar sus estudios de bachillerato en Medellín, se trasladó a Bogotá para estudiar derecho. En efecto, las pruebas de orientación vocacional le indicaban que lo suyo eran las humanidades.
Durante sus estudios un profesor le presentó el tema de la propiedad intelectual. Le gustó tanto que buscó hacer sus prácticas profesionales en la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), el organismo rector del tema en el país. Se graduó y trabajó en firmas de abogados y a los 26 años regresó a la SIC como Superintendente Delegado para la propiedad intelectual. Allí fue un protagonista de la transformación de la entidad y, en general, de la protección de la propiedad intelectual en el país. "Eran jornadas extenuantes, donde el rigor jurídico de las decisiones era lo más importante, pues buscábamos que los usuarios pudieran predecir las decisiones, lo cual da tranquilidad y confianza en la institución", recuerda. Y señala que este tema ha evolucionado con el desarrollo económico. Antes el factor productivo preponderante era la tierra y ahora lo más importante es el contenido intelectual en las industrias, desde la musical hasta la de tecnología. De hecho, el interés por proteger esos desarrollos lleva a que los departamentos jurídicos de las empresas más grandes se concentren cada vez más en la propiedad intelectual. Hoy los activos intangibles representan en promedio entre 70% y 80% del total. "Colombia viene liderando reformas jurídicas en propiedad intelectual. Desde la integración andina en los años 80, el marco normativo se ha modernizado y adecuado a los acuerdos comerciales. La SIC da ejemplo en la región y es un ente que, sin duda, da garantía suficiente a los empresarios, al igual que la Dirección Nacional de Derecho de Autor", enfatiza. En 1998 dejó la Superintendencia para irse de investigador al Max Planck Institut en Alemania. Ahí descubrió el mundo de los organismos internacionales y, aunque regresó al país para montar su práctica privada, no duró mucho en Colombia. Un dia navegaba en internet y vio una vacante en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (Ompi), un organismo especializado del Sistema de Naciones Unidas. Se postuló y lo seleccionaron.
En 1999 se mudó con su familia a Suiza, pues para ese momento ya había nacido el primero de sus tres hijos. "Como muchos funcionarios de países en desarrollo llegué a áreas operativas y de cooperación, que fue bueno para aterrizar en un ambiente multilateral, pero luego me fui encaminando hacia áreas sustantivas. Primero trabajé en asistencia legislativa y luego en la división de derecho de patentes, donde llevo 10 años y de ellos 6 como director del área", comenta. Ahora comienza una nueva etapa en la Ompi, pues el gobierno colombiano lo postuló al cargo de director de la Ompi, ya que el actual termina su periodo este año. Hay ocho aspirantes y entre ellos dos latinoamericanos (Alemán y un peruano) y la Cancillería está buscando los votos. La elección tendrá lugar durante un comité de coordinación de Ompi el 4 y el 5 de marzo próximos. Hoy muchos cruzan los dedos para que este experto, que conserva un deje costeño al hablar y viene con frecuencia al país, se convierta en el primer colombiano en ocupar un cargo tan alto en materia de propiedad intelectual.