La luna de miel entre el presidente Iván Duque y el expresidente Andrés Pastrana terminó. Así lo demuestra cada una de las ráfagas tuiteras de Pastrana, quien mandó la diplomacia al carajo y ya no puede ocultar su inconformismo. Poco a poco se ha ido convirtiendo en un crítico agudo del Gobierno en temas clave. Palacio parece ignorarlo intencionalmente. Mientras, la alianza política Duque-Pastrana está hecha pedazos. Cada día el exmandatario se llena de más y más motivos que le pesan evidentemente.

Quizás su mayor molestia está centrada en la labor del ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, frente a los escándalos de corrupción del Ejército y la Policía. Se nota que Pastrana hace un seguimiento milimétrico a todo lo que hace el Gobierno. Especialmente en el sector defensa. Sus trinos tienen una fuerte carga de profundidad. El expresidente quiere que el país sepa la verdad de la Operación Bastón, no es ajeno a la grave fractura en la estructura militar, no admite los perfilamientos y considera una equivocación lo que ha llamado una política “avestruz” en el gabinete presidencial.

“El General Mejía Embajador en Australia y el @mindefensa @CarlosHolmesTru deben hablarle al país de la corrupción en las FFAA destapada por la Operación Bastón”.

La inesperada renuncia del general Juan Carlos Buitrago fue un motivo más de indignación para el expresidente. ¿Qué sabe Pastrana sobre este oficial que compromete la seguridad nacional? ¿Qué fue lo que el exmandatario le entregó al ministro? Vino otro mensaje. Pastrana emplazó a Trujillo a que no le tiemble la mano con la Policía y le reclamó.

“(…) la información de seguridad nacional que usted conoció en la reunión de meses atrás no era para engavetarla”.

Pastrana también le pidió explicaciones a Carlos Holmes Trujillo por la salida de José Alejandro Ramírez como director de la Justicia Penal Militar y calificó el hecho como grave.

En esta tensión, ¿Marta Lucía Ramírez está del lado del presidente o del expresidente?

Ante todos estos reclamos, solo ha habido silencio, nada más.

Pero ese rosario de quejas va más allá. El nombramiento de Mónica de Greiff como embajadora en Kenia le dolió. Quien conoce a Pastrana sabe que él no admite nada que le recuerde a Ernesto Samper y ella fue tesorera en la campaña samperista. Ahí se volvió a desahogar en el Twitter:

“El Presidente @IvanDuque nombra Embajadora en la tierra de los elefantes a quien le abrió la puerta al elefante”.

A mediados de esta semana, Pastrana mandó otro misil a su relación con Duque. Esta vez el reclamo tuvo que ver con el nombramiento del hijo del exjefe paramilitar Jorge 40 en la coordinación de víctimas en el Ministerio del Interior.

“No podemos untarnos de Jorge 40 presidente @IvanDuque”.

Aunque dijo que esto ponía en entredicho su coalición con el Gobierno, no hubo respuesta de la Casa de Nariño. Por el contrario, la ministra Alicia Arango salió en defensa del joven.

No hay duda, Pastrana le habla a un Gobierno sordo que no lo quiere oír. Tal vez pensando que no lo necesita más. Nadie le atendió sus propuestas de entablar una comunicación con Maduro por la pandemia para salvar vidas en la frontera. Menos eco tuvo su iniciativa de volver a fumigar en tiempos de emergencia para atacar el narcotráfico. Todo esto sin contar que se ha tenido que tragar el sapo de la Ñeñepolítica y el Aidagate.

El expresidente Andrés Pastrana se debe sentir usado y conejiado por Duque, y aunque sus relaciones con Uribe están bien, con el jefe de gobierno pasan por su peor momento. Sencillamente no existen.

Poco queda de la alianza política (Pastrana-Uribe-Duque-Ramírez) que nació a pesar del precandidato y exprocurador Alejandro Ordóñez y llevó a Duque a la presidencia, en plena campaña presidencial para contener la llegada de la izquierda a Palacio, justo en momentos en que Gustavo Petro parecía imbatible. La presencia del pastranismo en el gabinete es nula y lo único en común es la vicepresidenta, que francamente debe sentirse muy incómoda con tantos reparos de Pastrana al Gobierno que ella representa. ¿Será que comparte las mismas críticas? En esta tensión, ¿Marta Lucía Ramírez está del lado del presidente o del expresidente?

A pesar de su lealtad con Duque, la situación de la vice es compleja. Cada vez es más ignorada por el círculo íntimo de su jefe, no pertenece al circulito palaciego, no la tienen en cuenta para las grandes decisiones a pesar de su experiencia y las tareas que le encargan son de bajo perfil. Lo cual es un error. Sin embargo, parece atrapada. Todavía le queda un año para pensar si renuncia y así poder jugar en 2022. Pero no está fácil.

Mientras tanto, Duque cada vez estará más solo. Esa es la maldición de los presidentes cuando su tiempo en el poder va expirando. Creo que a Pastrana ya lo perdió.