País: Estados Unidos/Francia/Portugal Año: 2019 Director: Ira Sachs Guion: Ira Sachs y Mauricio Zacharias Actores: Isabelle Huppert, Marisa Tomei, Brendan Gleeson Duración: 100 min. Esta película tiene lugar en Sintra, la hermosa ciudad vecina de Lisboa, y lo mejor que tiene es que uno puede ver sus bosques y costas, sus construcciones de piedra y fuentes callejeras, sus tranvías y calles empedradas. Pero no es una película portuguesa, sino de turistas que recorren esos escenarios tan bonitos y evocadores, hablando en inglés la mayoría del tiempo (a veces en francés) y que solo tienen contacto con los locales cuando los atienden en un café o les sirven de guías turísticos.
Y aunque hay un par de momentos en los que los protagonistas se detienen ante algún paisaje especialmente hermoso (termina con una toma larga en el que todo el elenco mira un atardecer desde un acantilado), lo central acá son los líos de estas personas que no son de ahí ni sienten ningún interés por nada de ahí. El director Ira Sachs ya había recorrido un territorio similar en Little Men (2016), una película en la que seguía los dilemas existenciales de una pareja más bien rica, aunque no demasiado, con problemas para conectarse con los demás. Acá el asunto es parecido, solo que, al hacerlo en medio de un viaje por paisajes tan particulares, hace más evidente el ensimismamiento excesivo de sus personajes, aunque el punto de la película nunca es criticarlos o examinarlos a conciencia. Diría uno que, incluso, el objetivo podría ser generar algo de simpatía hacia ellos, cosa que, en mi caso, nunca pasó. La figura central es Frankie (Isabelle Huppert), una reconocida actriz francesa que ha hecho películas y series de televisión, y que ha decidido convocar a toda su familia en Portugal para unas vacaciones de verano. Entre los reunidos están su hijo Paul (Jérémie Renier); su segundo esposo, Jimmy (Brendan Gleeson); las hijas y nietas de ese segundo esposo, Sylvia (Vinette Robinson) y Maya (Sennia Nanua); su primer esposo, Michel (Pascal Greggory), y un par de personas más, entre ellas una maquilladora que conoció en algún rodaje (Marisa Tomei). Unos de los personajes aparecen brevemente, otros no tanto. No hay mucha acción y sí muchas conversaciones, en general filmadas y actuadas de forma plana. Cada uno tiene su problema que a nadie más que al afectado le interesa; así que, cuando hablan, lo que hacen es tomar turnos para quejarse de lo suyo. Uno se muda a otro país, otra se quiere divorciar, otra cambia de trabajo, pero nadie tiene problemas de dinero ni necesidades en las que alguien más le pueda ayudar. Los infiernos son leves, pequeños e individuales y todos se sienten cómodos de que así sea.
No creo que sea intencional, pero la sensación que me dejó al final es de una profunda desolación. Porque no importa nada de lo que hay afuera, ni la belleza de los paisajes ni el clima más benigno ni los hoteles más exclusivos, porque no hay nadie capaz de conectarse ni con eso ni con otros humanos. Y lo que puede uno concluir del mundo que retrata esta película es que allí la empatía no solo es imposible sino, aún más angustioso, inimaginable.
CARTELERA DE CINE
Buscando justicia - 2½ estrellas Película basada en una historia real de un hombre encarcelado injustamente durante años en Alabama.
Testigos silenciosos - 2 estrellas Renny Harlin, el veterano del cine de acción ochentero, regresa con esta película china sobre unos maleantes que atacan una morgue en Navidad. El precio de la verdad - 3 estrellas Crónica del proceso legal que obligó a pagar una gran empresa de químicos por un desastre ambiental. Basado en hechos reales. La última locura de Claire - 2½ estrellas Catherine Deneuve protagoniza esta película en la que una mujer mayor intenta vender todas sus posesiones mientras enfrenta fantasmas de su pasado.