Al general Argemiro Serna, comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, le gusta 'despachar' desde la calle. Tanto para imponer su autoridad como para ganarse el respeto de la comunidad. Ejemplo de lo primero fue la acción desplegada por él y sus hombres en la madrugada del primero de septiembre para recuperar la tranquilidad en los barrios del sur de la capital después de una noche de quemas y saqueos. Ejemplo de lo segundo son los programas cívicos que adelanta desde hace varios meses con el fin de recuperar para la ciudad zonas tradicionalmente dejadas de la mano de Dios, como la denominada 'Calle del Cartucho'. La exitosa combinación de una serie de programas, como el rediseño de la operacionalidad de los policías de barrio, la creación de los policías comunitarios y la conformación de unidades de élite para desvertebrar redes de jaladores de carros y de asaltantes de bancos, le han permitido a Serna disminuir los índices de criminalidad en Bogotá por primera vez en muchos años. Y aunque la inseguridad sigue siendo uno de los grandes problemas de la capital, delitos como el atraco callejero, el hurto de vehículos, el homicidio común y el robo a residencias han registrado una sensible disminución en los últimos meses. Su reto, sin embargo, sigue siendo enorme: quitarle a Bogotá el estigma de ser una de las ciudades más inseguras del mundo.