Cuando era un estudiante de tercero de derecho en la Javeriana Jorge Pinzón fue a hacer prácticas a la Superintendencia Bancaria. Hoy, con 44 años recién cumplidos -que no demuestra-, ha vuelto a su primer trabajo, sólo que ahora es el superintendente.Llega con cuatro 'ases'. El primero, una trayectoria en el sector financiero. La empezó con su tesis de abogado, 'Sector financiero y delincuencia económica', que escribió con Fernando Carrillo; la siguió como abogado del nacionalizado Banco del Estado y luego en el Banco del Comercio, donde durante seis años fue desde subdirector jurídico hasta secretario general. El segundo 'as' es su carrera en el sector público, como secretario general del Ministerio de Hacienda cuando Rudolf Hommes, y entre 1998 y 2002 como superintendente de Sociedades. Allí gestó la Ley 550, que le dio salidas a cientos de empresas al borde la quiebra por la crisis. Descolló por su independencia y montó un sistema de manejo de información de las 7.000 empresas colombianas que ayudará a prevenir crisis y contribuye a su transparencia. "El empresario colombiano merece respeto, dice. Trabaja con dificultades, pero con iniciativa y flexibilidad produce resultados". Su tercera carta es su solidez intelectual. Ha sido profesor de su alma mater, de los Andes, el Externado, el Rosario y la Nacional y sus estudiantes lo clasifican entre los maestros más brillantes. Junto con su padre, Gabino, uno de los más destacados abogados comerciales de su generación, actualizó el texto Introducción al Derecho Comercial. Es autor de artículos especializados en esta área y en otra de sus favoritas: la ética empresarial. Este es el tema de la tesis en la que está trabajando para obtener una maestría en filosofía. Ha participado en la Comisión de la ONU para el Derecho Mercantil Internacional, que propone guías sobre, por ejemplo, cómo legislar sobre la insolvencia de empresas nacionales o sobre la financiación privada de proyectos públicos. Su último 'as' es un cáustico y cachaco sentido del humor, incluso para reírse de sí mismo, pues no le gusta figurar; es un tímido que prefiere hacer que hablar. Con este talante Pinzón llega a la Superbancaria. Piensa continuar el proyecto de su antecesora, Patricia Correa, para medir y administrar bien el riesgo crediticio y evitar crisis como la de la década pasada. El desafío es que el sistema financiero sea más confiable para el ciudadano y a la vez rentable para el capital. En medio de la enorme tarea encontrará un rato para ir a cine, leer, jugar tenis y especialmente atender a su hija María, de 9 años, lo más importante de todo.