El 25 de agosto, cuando aún faltaban más de 40 minutos para que iniciara
la conferencia El individualismo en una sociedad en postconflicto, una fila de más de tres cuadras invadía los corredores de la Biblioteca Luis Ángel Arango, en Bogotá. El motivo de tal recepción se debía al principal invitado del encuentro: el sociólogo y filósofo francés Gilles Lipovetsky, uno de los intelectuales más controversiales y consagrados de la actualidad. Pero, ¿qué hace que su obra sea tan especial? A lo largo de su carrera, el francés se ha dedicado a investigar a la sociedad occidental, y en la mayoría de sus libros plantea que vivimos en una sociedad moderna caracterizada por la pérdida de sus valores y sus tradiciones. Este rechazo por las viejas instituciones ha ocasionado el protagonismo del individualismo, que en compañía de las nuevas tecnologías ha modificado nuestra cultura y nuestra forma de socializar.Aunque la comercialización, la individualización y la despolitización son los tres conceptos claves que maneja en sus obras, lo más particular de su pensamiento es que ve más aspectos positivos que negativos dentro de esa esencia consumista y narcisista que nos caracteriza. Contrario a muchos de los ideólogos de la época, Lipovetsky cree que el individualismo ha llevado a que las sociedades hipermodernas entren en un proceso de pacificación: a un rechazo común de la violencia y a un fortalecimiento de las democracias.¿Cómo puede ser esto posible? ¿Cómo se pueden pensar formas de socialización desde el individualismo? ¿Cómo se pueden encontrar formas de expresión no triviales para comprender de forma más profunda el conflicto social que origina la violencia en Colombia?Como explicó el sociólogo en el encuentro, la mayoría de personas tienden a exagerar el concepto de la individualización: “La subestimamos, pero a partir de ella se componen nuevas formas de participación, un ejemplo es que nunca antes se han vendido tantos libros sobre política. Puede ser verdad que la gente compre libros que ventilen la vida privada de otros, pero se venden, no hay desinterés. A la gente le importa lo que está pasando y eso se refleja perfectamente en la tecnología”. Para Lipovetsky, lo que presenciamos hoy es una suerte de departicipación. La sociedad hipermoderna ya ha superado el fanatismo político e ideológico, y en una expresión de autonomía decide en qué quiere participar. “Se dice mucho que la gente no vota, que no le interesa”, pero para el filósofo esto no es algo necesariamente sistemático, pues la masa sale a votar cuando se trata de una decisión crucial.Bajo la misma línea, Lipovetsky plantea que la política hoy funciona con un propósito muy diferente al del pasado. Un cambio que Colombia debe entender. El individuo ya no decide apostar
en beneficio de alguien, o de un credo específico, sino que lo hace pensando en una sociedad nueva y en especial, en crear un hombre nuevo. Una humanidad hipermoderna. Pero, ¿bajo qué criterios?Para el francés, todas las ideologías modernas ya se apagaron: hoy nadie quiere morir por la revolución. Poniendo como ejemplo el Marxismo en el que el individuo pasa a un segundo plano, Lipovetsky plantea que ese esas sociedades cometen un grave error, pues el grupo vive en función de los individuos y hay aspectos de la vida, como los deseos, que no se pueden generalizar. “Aunque en la historia de la humanidad siempre han existido conflictos, el fanatismo político fue un episodio que nos salió muy caro”, dice. Por esta razón, el individualismo se ha edificado contra los valores tradicionales y ya no acepta la violencia política como un mecanismo de lucha para superar los conflictos sociales. Para construir un ambiente de paz, Lipovetsky dice que es necesario "construir una sociedad alérgica a la violencia de sangre". Y en ese sentido, "Colombia debe tratar de invertir toda su voluntad en encontrar las causas que originaron el conflicto en el pasado”, pues solo de esta manera se puede llegar a lo que él llama “la normalización de la democracia moderna”, que equivale a la confrontación de intereses e ideas a través de debates de paz. Lipovetsky aclara no ser muy conocedor del tema de la violencia en Colombia. Sin embargo afirma que el país está perdiendo el tiempo dilatando un conflicto que pertenece al mundo pasado, pues la gente no puede estimular las expresiones artísticas y creativas que caracterizan a la hipermodernidad.Con la paz se estimularía una pasión natural por la democracia, como sucede hoy en muchos países de Europa. Con la paz, “las fuerzas puestas en el pasado se liberan para hacer cosas bellas, surge la aspiración por cantar, bailar, y hacer otras cosas”. Y esto permite fundamentar nuevos valores para construir una nueva sociedad.