Desde niño sentí gran compasión por todos los animales con los que compartimos el planeta. Siempre estuve rodeado de toda clase de animales, perros, gatos, caballos, cabras, burros, vacas, ovejas, pollos, etc. A pesar de que en mi familia había de todo, ganaderos, cazadores, criadores de perros y hasta aficionados taurinos, yo en mi inocencia, además de sentir malestar por las cosas que veía, pensaba que esas actividades, eran parte de la vida.Me dolía inmensamente cuando miraba a los ojos de los animales, pero pensaba que era yo el equivocado y que era algo que no podía cambiar. Fue solamente hasta salir de la adolescencia, que comencé a cuestionarme sobre lo que estaba bien y lo que estaba mal en relación con los animales. Sentía que el hombre no tenía derecho a usarlos de la manera que lo hacía y que ellos al igual que nosotros, merecían vivir en libertad y morir de viejos.La literatura que hablaba del respeto por la vida y de la importancia de proteger la naturaleza siempre me acompañaba y me preguntaba a mí mismo cuál era realmente el papel del ser humano en el universo. ¿Si somos los humanos quienes contamos con la inteligencia de crear, por qué estamos destruyendo? No podía entender por qué no protegíamos a los animales y que por el contrario, abusáramos de ellos.Te puede interesar: Si vas por la calle y saludas a los gatos que ves, eres de los míosLa necesidad de buscarme la vida, entrar a la universidad, empezar a trabajar, tener una familia y pensar solo en mi círculo inmediato de prioridades me alejó de mis preocupaciones y mi interés por los animales. Debo aclarar que todos esos años de crear futuro, los hice siempre con un perro en casa, pero ese amor hacia los animales que siempre había cultivado en mis primeros años, solo se reflejaba con estas mascotas.Fue solo hasta hace cinco años, que por malas decisiones perdí todo lo que había logrado, que me di cuenta que lo que había hecho hasta ese momento, no me llenaba. Me sentía llevando una vida sin sentido y me di cuenta de que era el momento de dejar huella.Transformé todo mi esquema de valores, dejé de necesitar “cosas” y comencé a necesitar cambios. Siempre con un apoyo en la literatura. Un ensayo de Loren Eiseley “El Lanzador Estrella”, con el que comprendí que aunque no cambiara el mundo con mis acciones, para aquellos que lograra salvar, habría valido la pena; y un libro de Viktor E. Frankl “El hombre en busca de sentido”. Con estas lecturas entendí que mi misión en la vida era ser la voz de los que no tienen voz. Mira también: El primer libro escrito por una perrita criolla colombianaDesde entonces, dediqué mi vida a ellos. Lucho por el bienestar de perros y gatos, con los que en teoría, la gente tiene mayor empatía y por el resto de animales, pero especialmente con aquellos que son abusados por el hombre desde siempre, como “animales de granja”, “animales de trabajo”, “animales de circo”, etc. Mi sueño es que algún día, el ser humano actúe como se supone con los animales, que los respete y cuide, dejándolos vivir su vida en paz y libertad. Para lograr esto, me he puesto en la tarea de dar charlas de tenencia responsable y de sensibilización y promoción de esterilización de perros y gatos. Así como queremos a nuestros animales de compañía, debemos querer a todos los que no tienen la fortuna de tener un hogar que los proteja y les dé cariño.Cualquier persona con la suerte de haber adoptado un animal de compañía, se dará cuenta de que todos ellos, son capaces de amar a sus tenedores más que a su propia vida, por eso, cada perrito o gato que veas buscando hogar, es un ángel que está pidiendo entrada a tu hogar, para llenarlo de ternura y amor. Siempre digo a quienes adoptan que estoy seguro de que recibiré su llamada, para decirme “gracias” por cambiar nuestras vidas con este animalito.Te recomendamos leer: Primer operativo contra locales de la Caracas que comercializan animales