Ocurrió en 1870 y lo dijo un abogado al interior de un juzgado. ¿Suena poco romántico? Esperen a leer el fragmento original que se conserva de aquel momento.George Graham Vest fue un político y abogado nacido en Kentucky, Estados Unidos, que hizo parte del Congreso durante la guerra civil. Era conocido como un gran orador y casi que nadie podía ganarle en un debate. Pero no fue eso lo que lo hizo famoso, sino el caso de Old Drum, un perro que, dicen, murió a manos del vecino de su amo.Escritores famosos y su amor por los gatosEl caso era el siguiente: Charles Burden, un granjero de Misuri, acusó a su vecino de haber matado a su perro. Intentó denunciar penalmente a su acaudalado vecino pero le dijeron que eso no era posible pues los perros no son humanos, solo podía aspirar a una indemnización motivo por el cual buscó ser reparado con US$50, el monto máximo de la época.

George Graham Vest, abogado.Según se conoció en el juicio, Leónidas Hornsby estaba cansado de que lobos y perros salvajes acabaran con sus ovejas, por eso había dicho que mataría a cualquier perro que pisara su propiedad. Old Drum (Viejo tambor), un perro de caza que recibió su nombre gracias a su ladrido, apareció muerto de un disparo cerca de su propiedad, por lo que inmediatamente fue señalado como autor.En septiembre de 1870 Vest tomó el caso pues, dicen, sabía que iba a ser sonoro. No solo por las circunstancias, sino porque Old Drum era reconocido en el condado. Burden siempre resaltaba las bondades de su perro, lo elogiaba por sus habilidades como cazador y lo llevaba a donde fuera, hasta a la taberna donde solía tomarse algunos tragos con sus amigos.Vest no se equivocó. El caso alcanzó tal popularidad que pasó a la historia, especialmente por el discurso que pronunció al final y que conmovió a jurado y juez por igual, tanto que la multa impuesta fue de US$450, US$400 más de lo establecido por la ley.“Caballeros del jurado: El mejor amigo que un hombre pueda tener, podrá volverse en su contra y convertirse en su enemigo. Su propio hijo o hija, a quienes crio con amor y atenciones infinitas, pueden demostrarle ingratitud. Aquellos que están más cerca de nuestro corazón, aquellos a quienes confiamos nuestra felicidad y buen nombre, pueden convertirse en traidores.El dinero que un hombre pueda tener también podrá perderlo, se volverá en el momento que más lo necesite. La reputación de un hombre quedará sacrificada por un momento de locura o debilidad.Las personas están dispuestas a caer de rodillas para honrar nuestros éxitos, serán los que arrojen la primera piedra, cuando el fracaso ponga nubes sobre nuestro porvenir.El único, absoluto y mejor amigo que tiene el hombre en este mundo egoísta, el único que no lo va a traicionar o negar, es su perro.Señores del jurado, el perro de un hombre está a su lado en la prosperidad y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Dormirá en el frío piso donde sopla el viento y cae la nieve, sólo para estar junto a su amo.Besará la mano que no tenga comida para ofrecerle, lamerá las heridas y amarguras que produce el enfrentamiento con el áspero mundo.Si la desgracia deja a su amo sin hogar y amigos, el confiado perro sólo pide el privilegio de acompañar a su amo para defenderle contra todos sus enemigos.Y cuando llega el último acto y la muerte hace su aparición y el cuerpo es enterrado en la fría tierra, no importa que todos los amigos hayan partido. Allí, junto a la tumba, se quedará el noble animal, su cabeza entre sus patas, los ojos tristes pero abiertos y alertas, noble y sincero, más allá de la muerte”.Y este discurso, conocido como “Elegía al perro”, dio origen a la frase que no nos cansamos de repetir: el perro es el mejor amigo del hombre.Los perros también han estado presentes en diferentes momentos de la historia