La tarde en la que William Adolfo Muñoz iba para una cita de negocios, en la autopista que va de Cali a Yumbo, fue predestinada para Pelusa. Ella agonizaba bajo el sol, con la mirada perdida. Él, al verla, empezó a zigzaguear entre los carros para impedir que se fuera para siempre.“Tuve un susto horrible cuando la vi ahí, así que atravesé la carretera haciendo maromas para que los carros se detuvieran y no le hicieran daño”, recuerda. Al llegar al lado de la schnauzer moribunda, la alzó y se la llevó a su reunión. “Le rogué al vigilante que me la cuidara mientras tanto. Cuando salí, me di cuenta de que estaba cieguita y llena de llagas. ¡No se había perdido: la abandonaron por viejita!”, dice el periodista caleño de 43 años.Hoy, Pelusa forma parte de la familia Muñoz. Acompaña a otros 17 perros y 13 gatos que han sido recogidos por este comunicador capaz de jugársela por la defensa de los seres desprotegidos y de cuatro patas que habitan en la calle.Te recomendamos leer: Thomas, el perro criollo de la Policía de Chapinero“Si en cada casa hubiera un animalito bien cuidado, acabaríamos con la indigencia animal y hasta con el maltrato”, afirma.Su gusto por los animales empezó cuando era un niño.“Me encariñé con ellos desde que empecé a ver cómo la gente los maltrataba y los abandonaba. Es que no puedo creer que alguien tenga el corazón para montarse a una moto o a un carro con el propósito de tirar a la calle a un animalito que lo ha acompañado tanto tiempo, solo porque está enfermo o viejito, ¿cómo alguien puede carecer de compasión hacia un ser tan fiel?”, se pregunta.
Foto:Hroy ChávezA los 18 años, William se apasionó por la radio y desde entonces ha trabajado en ella. Actualmente es realizador del programa Impacto Vallecaucano de Colmundo Radio y, afortunadamente, sus obligaciones no han sido un obstáculo para estar pendiente de sus amigos peludos.De hecho, en muchas ocasiones ha tenido que rechazar propuestas de trabajo porque no los puede dejar solos durante varios días, pues aunque su madre está presente, la responsabilidad es toda suya.Mira también: 13 perritos en sillas de ruedas estrenaron suelo en PereiraHoy sostiene 31 mascotas sin el apoyo económico de nadie. Tampoco trabaja con fundaciones ni empresas, pero cada uno de sus animales está vacunado y bien cuidado.Los lleva con regularidad al veterinario y los saca de paseo a diario. “A los animalitos hay que pasearlos, pues a ellos les gusta. Me toca hacerlo en grupos de ocho o nueve, pero no me importa”, señala.
Foto:Hroy ChávezEste hombre de ojos marrones, tez blanca y cabello castaño se siente orgulloso de cada una de sus mascotas, pues asegura que son muy educadas y no generan ningún tipo de inconveniente en su vecindario. Basta con un “¡silent!” en tono fuerte y marcado, para que no se escuche ni un aullido.Te puede interesar: Lo que debes hacer para denunciar un caso de maltrato animal y se haga justiciaComo son tantos, tuvo que adaptar un patio especial de cuatro por siete metros, en donde construyó una casa para que se refugien en caso de lluvias. En la parte de atrás habitan 15 perros, mientras que en el área de adelante conviven 13 gatos y tres perros, y eso que ya ha dado en adopción a muchos otros.“Les busco familias que los amen y les brinden lo que necesiten. No me interesan esas personas que solo quieren a los gatos para ponerlos a trabajar y a aguantar hambre, pues cuando terminan de cazar los ratones de la casa, los echan a la calle”, asegura.
Foto:Hroy ChávezWilliam conoce al detalle la historia de cada mascota que ha recogido, aunque suelen mezclársele sin querer en sus recuerdos. Empieza, por ejemplo, hablando de Chiquilina, pero en la mitad del cuento se acuerda de datos importantes de Chocolatina, y luego trae a colación particularidades de Toni.La única anécdota que está completa en su memoria es la del primer encuentro con Niña, la mayor, su ‘contemplada’, como él la llama.“Yo estaba muy joven y acababa de salir de una rumba. Tenía mucha hambre, así que me fui a un puesto de arepas. Cuando volteé a mirar, había una perrita que pedía comida mientras la gente le daba patadas. Me enojé tanto, que la llamé y le compré uno, dos y hasta tres chorizos. Luego me despedí y le dije: ‘bueno, niña, me voy para la casa, cuídese’. Pero me miraba con una tristeza que me hizo preguntarme: ‘¿Dios mío, por qué me los pones a mí?’. Al final no resistí y le dije: ‘bueno, vámonos’. Cogí un taxi y me la traje a la casa”.
Foto:Hroy ChávezPara este periodista y defensor de los animales desvalidos, no hay mayor afrenta que el negocio de la venta de mascotas. “Hay muchas en la calle, enfermas y muriéndose de hambre. Eso no es justo”, dice. Según cuenta, hace unos días recibió una beagle porque sus dueños le sacaron perritos hasta el cansancio y cuando ella ya no pudo más, quisieron deshacerse de ella. “Decidí cuidarla en sus últimos días”, explica. Pero su indignación va más allá. “¡No apoyemos a esas fábricas de animalitos, por favor!”, exclama, “solo cuando se acabe la maldad hacia los animales, ese día el ser humano habrá cambiado verdaderamente”.No dejes de leer: El rehabilitador de perros bravucones