Czeslaw MylozHonesta descripción de mí mismo tomándome un whisky en un aeropuerto, digamos que en MineápolisMis oídos captan cada vez menos las conversaciones,mis ojos se debilitan, pero siguen siendo insaciables.Veo sus piernas en minifalda, en pantalones o envueltas en telas ligeras.A cada una la observo por separado, sus traseros ysus muslos, pensativo, arrullado por sueños porno.Viejo verde, ya sería tiempo de que te fueras a la tumbaEn lugar de entretenerte con juegos y diversionesDe jóvenes.No es verdad, hago solamente lo que siempre he hecho,Ordenando las escenas de esta tierra bajo el dictadoDe la imaginación erótica.No deseo a esas criaturas en particular, lo deseo todo,Y ellas son como el signo de una relación extática.No es mi culpa que así estemos constituidos: la mitadDe contemplación desinteresada y la mitad de apetito.Si después de morir me voy al cielo, tendrá que serComo aquí, sólo que liberado de estos torpes sentimientos,De estos pesados huesos.Transformado en mirar puro, seguiré devorando lasProporciones del cuerpo humano, el color de los lirios,Esa calle parisina en un amanecer de junio, y toda la Extraordinaria, inconcebible multiplicidad de las cosasWislawa SzymborskaNació el 2 de julio de 1923 en Polonia. Escribió su primer poema, Busco la palabra, en 1945 al final de la Segunda Guerra Mundial y después de ser testigo de las atrocidades que vivió su país. Ella prefiere el lenguaje sencillo y piensa que para hablar de lo trascendental es necesario el sentido del humor. En 1996 recibió el Premio Nobel.Por fin la memoria encontró lo que buscaba.Me halló a la madre, me dejó ver al padre.Para ellos soñé una mesa, dos sillas. Se sentaron.De nuevo me eran míos, de nuevo me vivían.Las dos lucernas de sus rostros en el crepúsculo Relucían como posando para Rembrandt.Sólo ahora puedo contar Por cuántos sueños vagaron, de los piesde cuántas aglomeraciones los saqué,cuántas veces me agonizaron entre los brazos.Si eran podados, rebrotaban torcidos.El absurdo los obligaba a una mascarada.Y qué, si ello no podía dolerles fuera de mí,si es que en mí les dolía.La soñada chusma escuchaba cómo llamaba "mamá" a algo que piando daba saltitos en una rama.Y hubo risas de que mi padre luciera un lacito en el pelo.De la vergüenza solía despertarme.Y bien, por fin.Una noche corrienteDe un viernes ordinario a un sábado, tal como los quería, de pronto se me aparecieron.Soñados, mas como liberados de los sueños,dóciles sólo a sí y a nada más.En el fondo de la imagen fenecían todas las posibilidades,los accidentes carecían de la forma necesaria.Sólo ellos resplandecían hermosos, como ellos mismos.Se me aparecieron largo, largo tiempo y felizmente.Desperté. Abrí los ojos.Y palpé este mundo como un marco entalladoAntonio CisnerosNació en Lima el 27 de diciembre de 1942. Se licenció en letras en 1974. Ha sido director de varias revistas y suplementos literarios, como El Caballo Rojo, 30 Días y El Búho. Conforman su obra los libros Destierro (1961), David (1962), Comentarios reales (1964), Canto ceremonial contra un oso hormiguero (1968), Agua que no has de beber (1971), Como higuera en un campo de golf (1972), El libro de Dios y de los húngaros (1978), Crónica del Niño Jesús de Chilca (1981), Monólogo de la casta Susana (1986) y Las inmensas preguntas de celestes (1992).Blanca VarelaNació en Lima, Perú, en agosto de 1926. En la década de los 40 viajó a París con su esposo, el artista Fernando de Syszlo, y allí conoció a Octavio Paz y Simone de Beauvoir, que serían determinantes en su definición como poetisa. "Uso adjetivos que no son los que poéticamente tienen prestigio y no me importa porque la necesidad del poema es mucho más importante que mi propia necesidad", dice. Entre sus obras se destacan Ese puerto existe, Luz del día, Canto villano y El libro de barro.A media vozLa lentitud es bellezacopio estas líneas ajenasrespiroacepto la luzbajo el aire ralo de noviembrebajo la hierbasin colorbajo el cielo cascadoy grisacepto el duelo y la fiestano he llegadono llegaré jamásen el centro de todoestá el poema intactosol ineludiblenoche sin volver la cabezamerodeo su luzsu sombra animalde palabrashusmeo su esplendorsu huellasus restostodo para decirque alguna vezestuve atentadesarmadasola casien la muertecasi en el fuegoDerek WalcottNació en 1930 Santa Lucía, pequeña isladel Caribe. En 1953 se trasladó a Jamaica y allí trabajó como crítico de arte y de teatro. A los18 años escribió 25 poemas y su talento se consolidó con En la noche verde (1962). Recibió el Premio Nobel en 1992.Limones del DomingoDesolados limones, abracencon fuerza, en su cuenco de barro,la luz contra su amarga pulpa,que en un resplandor amarillosea toda su armaduraeste desnudo domingo,que su luz indoblegablerebote desde los escudos de las manzanas.Tan reales que parecen de cera;compartan su agrio silenciocon la evocación que esta mujerhace los domingos de otro fruto,hasta que formen, concentración mediante,falanges con yelmopreparadas para lo que venga,hexagonales ciudades donde murieron abejassimplemente en aras de la dulzura,que sus lámparas sean las últimasen colocarse sobre esta barnizada mesaeste domingo, que exigemás que la fe de los cirios,más que conquistadores con yelmomuriendo como abejas, multiplicandorecuerdos en la dorada cabeza de ella;mientras la tarde se hace borrosoañil, que sus lámparasabracen, en este cuento de barroanocheciendo, vida aún, pero una vidamás allá de las lágrimas o las alegríasdel sereno, la alegre, neónica humedaddel crepúsculo que desdibujala forma de esta mujer recostada,un limón, una lámpara sin fuegoYves BonnefoyNació el 24 de junio de 1923 en Tours, Francia. Estudió matemáticas y filosofía y desde muy joven sintió una inclinación hacia la poesía tras leer a Mallarmé, Baudelaire, Verlaine y Rimbaud. Fue amigo de los principales integrantes del grupo surrealista que se gestó en París y muchos de sus seguidores han tildado su obra como "poesía abstracta".Lluvia de las mañanas de veranoLluvia de las mañanas de verano, inolvidable,chapoteo como de un primer frío en los cristalesde la ventana a los sueños; y el durmientese desprendía de sí mismo, y sus manos pedían,en el rumor de la lluvia sobre el mundo,el otro cuerpo, que dormía ciego, y su calor.Ruido del agua sobre el techo de tejas, en ráfagas,avanzada del cuarto, sacudidasen los ensanchamientos de luz.La tormentainvadió el cielo, el relámpagose forma con un vivo grito brevey las riquezas del rayo se derraman.Angel GonzálezNació en Oviedo, España, en 1925. Cuando apenas tenía 2 años su padre murió. Plasmó su percepción de esos años trágicos en su primer libro, Aspero mundo, publicado en 1956. Algunas de sus obras más reconocidas son Sin esperanza, con convencimiento (1961), Grado elemental (1962), Palabra sobre palabra (1965), Tratado de urbanismo (1967), Breves acotaciones para una biografía (1971) y Prosemas o menos (1984). Muchos de sus versos se caracterizan por la ironía y un alto sentido del humor.Muerte en el olvido Yo sé que existo porque tú me imaginas. Soy alto porque tú me crees alto, y limpio porque tú me miras con buenos ojos, con mirada limpia. Tu pensamiento me hace inteligente, y en tu sencilla ternura, yo soy también sencillo y bondadoso. Pero si tú me olvidas quedaré muerto sin que nadie lo sepa. Verán viva mi carne, pero será otro hombre -oscuro, torpe, malo- el que la habita...Gonzalo RojasNació el 17 de diciembre de 1917 en Lebu, Chile. Empezó a estudiar derecho pero abandonó su carrera al tercer año. Trabajó como inspector en el Instituto Barros Arana y como alfabetizador de los mineros en Atacama. Ha sido profesor y también ha colaborado con algunas revistas literarias. Con la caída de Salvador Allende el poeta tuvo que vivir en el exilio, indocumentado, hasta que la Universidad de Rostck, en la entonces República Democrática Alemana, lo recibió. Ha sido laureado con varios reconocimientos internacionales, como el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Nacional de Literatura Chilena. Dentro de sus obras se destacan Trastierro, Antología breve, 50 poemas, El alumbrado y otros poemas y Materia de testamento. Oh voz, única voz: todo hueco del mar,todo el hueco del mar no bastaría,todo el hueco del cielo,toda la cavidad de la hermosurano bastaría para contenerte,y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera,oh majestad, tú nunca,tú nunca cesarías de estar en todas partes,porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,porque estás y no estás, y casi eres mi Dios