Desde que los bogotanos tienen uso de memoria política ningún alcalde había generado tanta polémica como Enrique Peñalosa. Ni siquiera el excéntrico Antanas Mockus, el muy impopular Jaime Castro o el por un tiempo encarcelado Juan Martín Caicedo. Y la encuesta que contrató SEMANA con la firma Gallup parece indicar lo mismo.En medio de una polémica desatada contra el alcalde por denuncias de corrupción por parte de la revista Alternativa, de críticas por parte del Congreso por evadir una citación a la Cámara de Representantes, en la mitad de un anuncio de Diego Bravo, director de la CAR, en cuanto a que pretende revisar las licencias ambientales de los proyectos de Transmilenio y el Metro, el alcalde parece no inmutarse. Esa es, quizá su mayor fortaleza. Peñalosa está dispuesto a sacar adelante su proyecto de ciudad a pesar de las críticas, los enemigos y las encuestas.Hoy Peñalosa tiene más o menos la misma imagen que tenía en julio pasado, que era de 29 por ciento favorable contra 63 por ciento desfavorable (frente a 26 vs 67 de hoy). Pero a pesar de que resulta difícil pretender que sus números cambien en lo que respecta a su personalidad, no hay duda de que las obras que están en marcha contribuirán, al quedar terminadas, a que la percepción de la opinión sea que el alcalde, autocrático como lo perciben, cambió a Bogotá.Sin embargo sorprende la poca consistencia de los demás resultados. La imagen del alcalde es mala pero algunos de sus proyectos son muy bien recibidos. Y a pesar de que la mayoría de los recursos de su administración están yendo a desmarginalización de barrios piratas y educación, el pesimismo con respecto al futuro de su gestión es enorme y la percepción de que no ha hecho nada en el tema social es grave. Lo mismo pasa con la seguridad. Mientras las estadísticas que presenta la Policía son cada vez más alentadoras, la sensación que tienen los ciudadanos con respecto a la inseguridad es cada vez más alarmante. Estos últimos datos ponen de presente algo que también es evidente, esto es, que el alcalde es un pésimo comunicador: mientras más gustan las obras, menos parece gustar el autor intelectual.Vease ademas en la revista encuestas. pag. 30