El plebiscito constitucional chileno tiene tal relevancia que acoge intereses de talla internacional sobre su resultado, decisión que revela el panorama político en el que se encuentra la región latinoamericana.
Con más del 99 % de los votos escrutados, el plebiscito realizado el pasado domingo en Chile en torno a una nueva Carta Magna redactada por la Convención Constituyente dio como resultado un 61,9 % de votos en rechazo y un 38,1 % de aprobación.
El presidente Gustavo Petro se refirió a los resultados de la votación donde la población chilena decidía aprobar o rechazar la nueva constitución presentada bajo el mandato del izquierdista Gabriel Boric.
Después de conocerse el rechazo, trinó: “Revivió Pinochet”.
Las reacciones no se hicieron esperar, la respuesta más destacada de la oposición ideológica provino del reconocido politólogo, escritor, licenciado en política, magíster en filosofía argentino y representante de la nueva derecha, Agustín Laje, quien respondió al tuit compartido por el presidente Petro.
“¿Revivió Pinochet porque la inmensa mayoría del pueblo, en plebiscito, rechazó un texto constitucional liberticida y vergonzoso? Petro, usted además de cínico, es BRUTO: ¡La actual Constitución chilena fue reformada numerosas veces en DEMOCRACIA!”, dijo.
El rechazo del pueblo chileno frente a la constitución “alternativa” presentada por el gabinete del presidente Gabriel Boric, que pretendía abandonar y desligarse del pasado expresidente de Chile, Augusto Pinochet, tiene un gran significado, tanto histórico, como cultural; demuestra que la izquierda latinoamericana es susceptible a la falta de apoyo a su “romántico” discurso estatista con gran cantidad de derechos y pocos deberes.
Poco tiempo ha pasado desde que la izquierda y extrema izquierda han llegado a la presidencia de varios países latinoamericanos. Casos más recientes son los de Perú, Chile y Colombia; en estos dos anteriores, sus gobiernos, con poco tiempo en el poder, han sufrido una fuerte desaprobación de algunos de sus votantes y naturalmente de sus contradictores, cuestionamientos en la honorabilidad de varios funcionarios en su bancada, políticas “con poca efectividad” y un discurso mediático que parece desvanecerse en promesas sin fin, que hacen tambalear la popularidad que los llevó al poder.
“Creo que buena parte de lo que le pasó a Boric allá, puede ser lo que empiece a pasar aquí, y es que va a haber desilusión. Gustavo Petro, como Boric, prometió muchas cosas y no las va a materializar. Además, tiene inexperiencia e improvisación en el gabinete”, fueron las palabras del senador Miguel Uribe Turbay sobre el trino del presidente Petro.
El panorama de Chile tenía toda la atención de Colombia, frente a los elementos que tiene el nuevo texto de la Constitución de Chile, ya que su convocatoria y posterior construcción se derivó de las violentas manifestaciones que se registraron en esa nación en 2019, poniendo en riesgo la estabilidad de ese país.
El presidente colombiano es tan cercano a Boric que el presidente chileno se convirtió en el primer mandatario recibido en la Casa de Nariño, al día siguiente de la toma de posesión como jefe de Estado, donde se habló de implementar una política de paz total dirigida por el Pacto Histórico, fortalecimiento de las relaciones entre los dos países y temas relacionados con la seguridad.
Petro y Boric recibieron gran acogida política producto del “estallido social” producido en 2019, consecuencia del descontento de algunos sectores culturales y sociales hacia el Gobierno, en materia de educación, seguridad, tributación, entre más temas, protestas que fueron lideradas por algunos movimientos estudiantiles.
El proceso constituyente comprende muchas aristas. La actual carta magna fue aprobada en 1980, cuando mandaba Augusto Pinochet. Desde entonces, el texto ha sido reformado más de 60 veces y, actualmente, aparece firmada por el expresidente Ricardo Lagos Escobar. No obstante, tumbarla trae consigo un gran simbolismo y, por eso, se dice que es la elección más importante desde la dictadura.