Cuando Alejandro Eder tenía 15 años, le dijo a la mamá de uno de sus mejores amigos que pusiera una fotografía suya en la mesa de noche porque algún día sería presidente. Era un niño de la Cali pudiente: su papá, un empresario de la industria azucarera del Valle del Cauca, que acababa de regresar a Colombia por las amenazas del conflicto armado, y él, un adolescente interesado en estudiar los conflictos del mundo.
Entonces, doña Virginia Correa de Wartenberg, la mamá de uno de sus amigos de la infancia y quien le dirigió la campaña a la Alcaldía de Cali de 2019, Federico Wartenberg, agregó a su álbum de retratos la imagen de Eder: el joven curioso por el mundo, que pasaba las tardes jugando en su casa y que ahora a sus 47 años acaba de conseguir la alcaldía.
Eder aún no es presidente, pero sí alcalde después de ganar los comicios con el 40,38 % de los votos frente a quien era su principal contendor y viejo rostro conocido de la política caleña, Roberto Ortiz. Apodado como el Chontico, el empresario de las apuestas se volvió a quedar en el camino en su tercer intento de llegar a la administración de la ciudad y está pensando dos veces si sigue en el cargo como concejal.
El alcalde electo se identifica como “esposo de Taliana Vargas, papá de Alicia y de Antonio” y asumirá el primer puesto de elección popular de su carrera política después de competir por el movimiento Revivamos Cali, con el que prometió seguridad y prosperidad para la ciudad que en el último periodo, con Jorge Iván Ospina, pasó por duras crisis de orden público por cuenta del paro nacional.
Los pasos de los Eder
Nació en Estados Unidos y cuando tenía tres semanas sus padres regresaron a Colombia. Pero solo vivió en el país hasta los siete años, pues su abuelo Harold Henry Eder, ministro de la Junta Militar de Gustavo Rojas Pinilla, fue secuestrado y asesinado por las Farc, una de las primeras personas visibles de la opinión pública víctima del conflicto armado.
Aunque Eder solo se estrenó en la política electoral hasta 2019, siempre estuvo rodeado de ella, pues su papá, Henry Eder Caicedo, fue concejal y alcalde de Cali designado por el fallecido presidente Virgilio Barco. Eder (hijo) trabajó en el gobierno de Álvaro Uribe (2007) y en el de Juan Manuel Santos (entre 2010 y 2014) con asuntos de paz.
Si bien hizo carrera rodeado de políticos, no ha sido un sujeto de partidos. En su primera aspiración por la alcaldía estuvo avalado por el movimiento Compromiso Ciudadano, de Sergio Fajardo, lo que automáticamente le sumó el respaldo del partido Dignidad, de Jorge Enrique Robledo. Ahora tiene en sus filas a militantes de los partidos Cambio Radical, Conservador, Colombia Justa Libres, Nueva Fuerza Democrática, Dignidad y la Alianza Verde.
Junto con Eder también está la excandidata a la alcaldía Diana Rojas, quien renunció a su aspiración electoral para sumarse a su campaña, y con ella llegaron las bases del exalcalde de Cali Maurice Armitage. Es más, los asesores cercanos comparan su triunfo con el fenómeno Armitage de las regionales de 2015 en la ciudad: no punteó nunca en las encuestas, pero tuvo una tendencia de crecimiento en las últimas semanas de los sondeos que lo llevaron a ganar.
Por esos años de la alcaldía de Armitage, el ahora alcalde electo fue el director ejecutivo de ProPacífico, la alianza de empresarios para impulsar emprendimientos que facilitan el desarrollo del Valle. Y para esta campaña Armitage respaldó a Eder en la lucha por la administración local.
Cuando Alejandro era adolescente, les decía a sus amigos que se fueran para la discoteca Changó a bailar salsa. Ya grande frecuenta el Museo de la Salsa en el barrio Obrero, que administra su amigo Carlos Romero. Él asegura que Eder “es la única persona de ese nivel (social) que ha venido al territorio y lo ha hecho muchas veces. Ha almorzado aquí en la esquina en un restaurante normal, las veces que más ha venido ha sido sin estar en campaña”. Ahora, su próxima visita al museo será como alcalde electo.