SEMANA: Gremios y congresistas han denunciado que el Gobierno podría estar desfinanciando el sistema de salud. ¿Cree que es una estrategia para impulsar la reforma que se tramita en el Congreso?

Alejandro Gaviria (A.G.): Es difícil juzgar las intenciones, pero la realidad es evidente: la crisis de la salud, que es compleja y requiere atención permanente, se está profundizando. El Gobierno no está tomando medidas, desconoce la gravedad de la situación y está incluso aprovechando la crisis para impulsar una reforma disfuncional que no va a resolver el problema, va a agravarlo.

Las crisis de salud se resuelven inicialmente contra la gente, afectando los pacientes. Es lo que está ocurriendo: un deterioro en la atención paulatino. Todavía no estamos ante una crisis sistemática, pero el Gobierno está creando una situación que nos podría llevar allá.

SEMANA: También se ha reportado desabastecimiento de medicamentos en el país, en especial insulina. ¿A qué cree que se debe?

A.G.: El desabastecimiento de medicamentos tiene causas múltiples: hay causas globales relacionadas con incentivos de mercado y la tendencia de la industria farmacéutica a promover las últimas tecnologías por encima de las más eficaces. Pero sin duda, los problemas financieros del sistema están agravando la situación. La incertidumbre sobre el futuro del sistema tiene a todo el mundo con los pelos de punta. Ya nadie sabe si le van a pagar o no y quién va a pagarle. Todo esto lleva en el margen a problemas de desabastecimiento.

Alejandro Gaviria. | Foto: Juan Carlos Sierra

SEMANA: El presidente Gustavo Petro ordenó comenzar a implementar la reforma a la salud en las EPS y entidades bajo el control del Estado. ¿Qué opina?

A.G.: Es una declaración paradójica. Desde el inicio de este debate muchos hemos dicho que no se necesita una reforma legal para poner en práctica un modelo de atención de salud centrado en la atención primaria. ¿Para qué entonces la reforma? ¿Será que lo que quieren verdaderamente es tener control sobre los recursos para decidir autónomamente toda la contratación del sistema y avanzar así en sus fines políticos?

Hay otro asunto que me preocupa. Las declaraciones del presidente sugieren que existe un incentivo para intervenir EPS e implementar la reforma sin aprobarla en el Congreso. Es una situación peligrosa que podría lleva a desafueros y arbitrariedades por parte de la Supersalud. Quieren tratar a las EPS intervenidas como si fueran empresas públicas.

Luis Carlos Leal Angarita, nuevo superintendente de Salud. | Foto: Suministradas a Semana / Superintendencia de Salud / Montaje Semana

SEMANA: ¿Quiere decir que se podría intentar una reforma a la fuerza con las EPS intervenidas, en caso de que el Gobierno pierda la batalla en el Congreso?

A.G.: Se podría a través de la intervención de EPS por parte de la Superintendencia. Sería un escenario problemático. No sobra añadir que casi todas las EPS intervenidas han empeorado. El caso de Saviasalud, por ejemplo, es muy grave. La intervención nada resolvió y ha empeorado los problemas financieros y de atención.

SEMANA: ¿Cree que la reforma a la salud pasa los dos debates que le quedan en el Congreso?

A.G.: El Gobierno parece dispuesto a todo. La reforma ya es un tema político, una obsesión. La reforma es un punto de honor. Políticamente parecen dispuestos a entregarlo todo, pero va a haber muchos ojos sobre el Congreso. Los nombres de Yidis y Teodolindo volverán a recordarse con una insistencia renovada. El periodismo y la opinión pública están alertas. No va a ser fácil.

SEMANA: ¿Por que cree que el presidente es tan insistente con una reforma que le ha costado tanto políticamente?

A.G.: Quedaron atrapados en un asunto que no era un tema prioritario para el presidente, en el que no existía una propuesta atractiva. Ni siquiera un buen discurso. El costo ha sido altísimo. La reforma rompió el gabinete y la coalición. Escogieron el cuadrilátero político equivocado y ya no pueden salirse.

SEMANA: Siguen saliendo funcionarios, incluido Jorge Iván González, exdirector de Planeación Nacional. ¿Por qué tanto remezón?

A.G.: Yo creo que el presidente decidió gobernar con los suyos. La experiencia ya no importa mucho. Pasó, como lo dije en el libro que escribí sobre mi paso por el Gobierno, del negociador pragmático al agitador. De allí los cambios en el gabinete. Lo que queda de aquí para adelante es previsible: los puros buscando a los menos puros para depurarlos.

SEMANA: ¿Cómo cree que quedará el país en 2026?

A.G.: En 2026 tendremos un país polarizado, con algunos retrocesos sociales y crecientes problemas de seguridad. El panorama político es difícil de anticipar. Yo resalto en todo caso la fortaleza de nuestras instituciones que seguramente garantizarán una transición democrática ordenada.