VICKY DÁVILA (V. D.): Excanciller, no pensé que volviéramos a hablar tan rápido sobre la constituyente. ¿Qué tal la tormenta que desató?
Álvaro Leyva (A. L.): Vamos a ver qué sale de todo esto.
V. D.: El expresidente Santos calificó la posibilidad de convocar a una constituyente, a través del acuerdo con las Farc, como un absurdo. ¿Qué opina?
A. L.: A mí me produjo, digamos, una gran extrañeza. He tenido una relación clara con él de tiempo atrás. Afortunadamente, me precio de ser una persona de una sola línea y de muchas lealtades. Es decir, no sé nadar en varias aguas. Tengo que decir que me sorprendió, sobre todo porque vi que no lo habían informado. Él no sabe de qué se trata.
V. D.: Pero lo calificó de “absurdo”.
A. L.: No es absurdo, porque Petro tiene la obligación de hacerlo. Mire no más, Juan Fernando Cristo publicó un tuit que dice: “Repitan conmigo, la constituyente es inviable, la reelección es imposible”. Lo que sí resulta patético es ver la indignación de quienes hace 20 años (como Santos) aplaudieron y celebraron que Uribe se pasara por la faja la Constitución para reelegirse. Antes fue un desastre saltarse la Constitución, ahora también lo es. A Cristo se le olvida que citó como presidente del Senado a Juan Manuel Santos siendo ministro de Defensa. Y lo señaló precisamente de establecer primero un camino para tumbar a Samper. Cristo afirmó que Santos sí conspiró contra Samper y lo más grave es que quiso hacer presión y diálogo con voceros de grupos terroristas. El mismo Santos explicó que quería que todo terminara en un acuerdo de paz mediante una constituyente. Lo curioso es que, después de todo, Cristo terminó como ministro del Interior de Santos. En La Habana me pidió que les insinuara a las Farc que no aspiraran a que participaran en el Congreso. Todo para terminar negociando su adhesión a la candidatura del ingeniero Rodolfo Hernández. Luego, llegó tarde a donde Petro. De tal manera que por eso yo dije que la comedia es finita.
V. D.: ¿Pero cuál puede ser el interés de Santos en decir que no se puede hacer la constituyente por el acuerdo de paz?
A. L.: No es que no se pueda, es que hay que hacerlo. A él no le contaron qué sucedió. Faltaban pocas horas para terminar lo que se llamó el cónclave, una idea que yo tuve, a la cual no se invitó al doctor Sergio Jaramillo porque lo mandaron al exterior. Pero realmente él era muy difícil.
V. D.: ¿Y qué pasó?
A. L.: Resulta que una de las partes contratantes, o sea el vocero, le dijo a De la Calle: “Agreguemos esto”. De la Calle dijo: “Pero eso es una constituyente”. Y yo lo oí cuando él dijo: “Esa es una constituyente”. Pensé que ese párrafo que le estaban presentando a De la Calle lo iban a dejar por fuera (del acuerdo de paz), y no, lo dejaron por dentro. Yo soy testigo.
V. D.: ¿Quién fue el vocero que le hizo la presentación a De la Calle?
A. L.: Iván Márquez, que era el interlocutor oficial. Eso terminó siendo un documento oficial de Naciones Unidas sobre el cual se hizo la declaración unilateral de Estado. Aquí está la carta original de Santos solicitando que se ate a resoluciones del Consejo de Seguridad, que obviamente son resoluciones que prevalecen en el orden interno.
V. D.: ¿Pero, entonces, Santos fue engañado o está tratando de engañar a alguien?
A. L.: Creo que él ignora que eso está incluido.
V. D.: ¿Pero cómo lo va a ignorar si hasta se ganó el Premio Nobel de Paz con el acuerdo? ¿Cómo no va a saber?
A. L.: Eso no tiene nada que ver con el Premio Nobel. Aquí han sucedido muchas cosas desde que le prestaba mi radioteléfono al doctor Santos para que hablara con los alzados en armas. Si este teléfono pudiera hablar, yo quisiera mostrárselo, porque se lo traje aquí… (muestra un radioteléfono sobre la mesa).
V. D.: Ah, ese era el radioteléfono que usted utilizaba para hablar con los comandantes de las Farc. ¿Qué tiene que ver Santos con ese aparato?
A. L.: Sí, la confianza con Santos fue tanta que hasta usó este radioteléfono en un momento en que estaban diciendo que estábamos conspirando durante el Gobierno Samper.
V. D.: ¿Ese radioteléfono es suyo?
A. L.: Es mío.
V. D.: ¿Y por ahí habló Santos?
A. L.: Por aquí habló Santos…
V. D.: ¿Con quién?
A. L.: En ese momento fue con Raúl Reyes. Me fui a Las Delicias, en el Caguán, a hablar de paz. Llegué y Reyes me dijo: “¿Adivine quién nos visitó en San José de Costa Rica?”. Le dije: “¿Quién?”. Dijo: “Juan Manuel Santos”. Le dije: “No puede ser”. Y efectivamente sí. Y después Santos quería seguir conversando. Me pidió el radioteléfono y tuve un problema porque yo se lo había dado a un sacerdote muy amigo mío para que me lo guardara. Él se molestó porque sentí tanta presión que saqué el radioteléfono y lo instalé con este cable (lo muestra). Santos habló por ahí. Sé que hay una grabación al respecto, pero me jugué entero, soy absolutamente leal.
V. D.: Me cuenta hoy todo esto, pero lo que dijo Santos es que, a través del acuerdo de paz, no se puede convocar a una constituyente.
A. L.: Hoy se puede hacer porque el presidente Santos, en un momento de inteligencia, produjo una declaración unilateral de Estado. Ese mismo texto permite la convocatoria de una asamblea constituyente. Así la calificó De la Calle. Quedó plasmada aquí, en la parte de la ‘Introducción’, en la página ocho de 289, antes del primer asterisco. Me conozco esto de memoria, lo que pasa es que de golpe el presidente Santos no lo leyó o lo informaron mal, y terminó haciendo una declaración que a mí no me gusta para nada.
V. D.: ¿Por qué no le gusta?
A. L.: Dice que es cruzar una línea roja, que es “absurdo”. Perdóneme, pero la ignorancia del derecho no sirve de excusa. Sí quiero llamarles la atención a los asesores de Santos que no fueron capaces de señalarle que efectivamente él había incluido un texto que implica que Petro tenga que convocar lo que De la Calle llamó en su momento una constituyente. De tal manera que ahí está clarísimo que a Santos alguien le metió un gol. No fui yo. Tuvo que haber sido De la Calle, que fue el que tuvo el texto hasta el final. Le cuento que hablé con el doctor Eduardo Montealegre, gran constitucionalista, y dijo que eso hay que cumplirlo y que eso prevalece en el orden interno. Entonces, no podemos salir con un chorro de babas de que Santos no sabía o no conocía lo que había firmado. Eso la opinión pública no lo puede aceptar.
V. D.: De la Calle dice que por eso se hizo el plebiscito, con el fin de evitar una constituyente.
A. L.: Que lea el texto. No sé qué pasa, afortunadamente el alzhéimer no es por cuenta mía. Lo de De la Calle tiene antigüedad. Él, por ejemplo, siendo ministro del presidente Gaviria, participó en el bombardeo el día de las elecciones de la constituyente, después de que se había señalado que mandarían a unos negociadores a hablar con la coordinadora guerrillera, a ver si podían entrar o no a la constituyente. A Santos le pido que se encierre allá en su oficina, que saque el acuerdo y que vea la página octava del documento oficial de Naciones Unidas, antes del primer asterisco, donde está esa redacción que lleva al presidente Petro a tener la obligación de cumplir con lo acordado. De tal manera que no me venga con cuenticos, que llevo mucho tiempo. A De la Calle, por temor o por alguna circunstancia, se le olvidó decirle a Santos que eso había quedado incluido. Por Dios, cómo se va a contradecir públicamente, con el país no se puede jugar, y él es autor de esa norma que dice que definitivamente hay que convocar a una constituyente.
V. D.: ¿Por qué Petro dice ahora que él no ha hablado de una asamblea nacional constituyente, sino de un poder constituyente?
A. L.: Naturalmente, detrás de esto está el pueblo, ni más faltaba. Parte del mandato es convocar a un diálogo político nacional, es lo que él ha propuesto y ha hablado de Naciones Unidas. Él dice que hay que cumplir con los acuerdos.
V. D.: Necesito que usted hable con Petro. Mire lo que dijo: “Yo no he hablado aquí de una asamblea constituyente, como repite una y otra vez la prensa”. Una vez más, nos echa la culpa a los periodistas. Y continuó: “Y menos aún para reelegirme, los que se reeligieron fueron otros, no yo. Cambiaron la Constitución para ello”. Y mire esto otro que dijo: “Aquí yo estoy hablando de un poder constituyente. No confundan el objetivo con los medios. Poder constituyente es poder del pueblo, es capacidad de decisión, es capacidad de organización”. ¿Qué opina?
A. L.: Lo que él dice es que la va a convocar. Quiero agregar algo que para mí es muy importante. Al doctor Sergio Jaramillo lo aplaudo, le tengo estimación, pero no me podía ver ni en pintura. Hay cosas muy jocosas.
V. D.: ¿Por qué?
A. L.: Vivíamos en el mismo edificio y me cruzaba con él y me volteaba la cara. Se inventó algo que no era cierto, lo quiero aclarar, que yo estaba en La Habana en representación de las Farc. Imagínese que un día en que se estaba entregando un informe sobre la historia de la violencia en Colombia, en un gran comedor en La Habana, estando él ahí presente, me llegó una carta que decía: “Hemos considerado que usted debe representar a las Farc”. Y yo le contesté a Jaramillo: “Eso es algo que yo no he pedido, usted se equivocó de destinatario”. Tengo la carta. Esto lo quiero señalar, porque él se ufana y le gusta molestar, en el sentido de que yo representaba a las Farc. No. Siempre he sido un hombre libre y en esas condiciones he ayudado a que se logre la paz.
V. D.: ¿Qué pasa con el ministro de Justicia? También dijo que Petro no busca una asamblea constituyente y que, si se convoca, tendría que pasar por el Congreso. Usted aquí dice otra cosa. ¿Al fin qué?
A. L.: Pues en principio debo decirle que lo admiro, pero algunos ministros alcanzaron a decir que el presidente, cuando hablaba de este tema, estaba ensayando globos. No, Vicky.
V. D.: Entonces, ¿el ministro Osuna está equivocado?
A. L.: Yo no califico a nadie.
V. D.: ¿Por qué el ministro dice que una constituyente tiene que pasar por el Congreso?
A. L.: No es el primero que lo dice, hay varios ministros en eso y, le repito, algunos han dicho que el presidente está echando globos. No, el presidente lo dijo por encima de todos sus ministros, los acuerdos son para cumplir.
V. D.: ¿O sea que Osuna no entendió?
A. L.: No sé, hay que preguntarle a él. En eso no me meto.
V. D.: ¿Por qué cinco expresidentes coinciden en que usted y Petro están equivocados y que no se puede convocar a la constituyente a través del acuerdo con las Farc?
A. L.: Es que, perdóneme, recae la ignorancia en muchos mandatarios. Hay una especie de sindicato del pasado. Qué pena decirlo así. En su momento habrá que responderles a cada uno de los expresidentes. Ya Samper dijo: no hago parte de ese sindicato.
V. D.: Pero él también dijo que no se podía.
A. L.: Cada día trae su afán. Hay que conversar con todos. De tal manera que esto es algo que está tomando una dinámica, está por encima de los nombres, al país hay que darle una nueva oportunidad. ¿Por qué los expresidentes, que no lograron hacer lo que se pretende hacer hoy, y que navegaron en la tragedia de la violencia y no fueron capaces de concluirla, ni siquiera con la Constitución del 91, no permiten acabar definitivamente con esta atrocidad? ¿Cuál es la aspiración de ellos? ¿Que continuemos en un ritmo de violencia más creciente todos los días? No. De tal manera que yo, en la medida de mis posibilidades, emocionado por lo que he encontrado en este acuerdo, documento oficial de Naciones Unidas, haré todo para que el país logre su felicidad. La historia futura está por escribirse, al sindicato del pasado dejémoslo atrás.
V. D.: El expresidente Gaviria habló de un golpe a la Constitución de 1991 y dijo que lo que hay que hacer es una gran coalición para defenderla junto con la democracia. ¿Qué le dice a Gaviria?
A. L.: En su momento hay que referirse a Gaviria. Él, después de haberme enviado a hablar con los alzados en armas para ver si entraban a una constituyente, quedó en que enviaba a un grupo negociador. En vez de atender su palabra, bombardeó a la coordinadora, a las Farc, el día de la elección de los constituyentes, y después de haber iniciado el proceso de diálogo en Caracas. Se nominó a Manuel Marulanda para que hiciera de vocero de toda la coordinadora ante la constituyente, y De la Calle no permitió que eso se hiciera. Por eso, al final, Cano dice: nos vemos dentro de 5.000 muertos. Y es a partir de esa necedad de De la Calle y del presidente Gaviria que comienzan las masacres, los paramilitares, las motosierras. Luego esa no fue la constituyente de la paz. No nos digamos mentiras, ¿por qué estamos sufriendo lo que estamos sufriendo? Porque naturalmente les faltó visión, compromiso, astucia, dedicación e interés a unos expresidentes que hoy conforman el sindicato del pasado.
V. D.: ¿El sindicato del pasado?
A. L.: Sí, que nos den una oportunidad. Ya gobernaron, que gocen su jubilación. Y Santos, no más, ya cumplió. Es decir, váyase. Si tiene un Premio Nobel, que se vaya a Ucrania, que trabaje con lo que él llama Los Elders, una institución bien interesante, pero, por favor, que nos deje el futuro. Yo soy mayor, pero es que yo he vivido lo que los otros no han vivido y por eso tengo la autoridad suficiente, porque no me he jubilado de esta actividad.
V. D.: Pero ellos le contestarán lo mismo: “¡Jubílese, Leyva, jubílese!”. ¿Qué les dice?
A. L.: No es un problema de edad, sino de cronología. Yo no he sido presidente.
V. D.: A propósito, el expresidente Álvaro Uribe también habló esta semana y dijo que él le ha dicho a usted que no está de acuerdo con la constituyente y tampoco con un tribunal de paz que genere impunidad.
A. L.: Supe que usted lo llamó y le hizo unas preguntas. Pero él es un hombre sensato. Fíjese que, en un momento determinado, él autorizó el intercambio humanitario. Él y yo no hemos andado jamás por los mismos rieles, pero sí hay un trato decente, cordial y tenemos pendiente una conversación. Aquí se trata de convocar, y no dejar por fuera a nadie.
V. D.: Pero él dijo que no quiere una constituyente, que no la apoya, y tampoco un tribunal de impunidad.
A. L.: Sí, pero de eso no se trata. No es que él no quiera, se trata del acuerdo de La Habana sobre el cual recayó una declaración unilateral de Estado de Santos que hace que lo acordado sea para cumplir. Habrá quienes no estén de acuerdo en este momento. El mismo Santos, después de haber firmado, dice que hay una línea roja. En el caso de él, es que no lo enteraron sobre lo que estaba firmando. Pero a los demás que no firmaron hay que explicarles. Para mí ha sido muy importante este diálogo. Usted tiene su estilito, no vaya a pensar que es fácil.
V. D.: Por eso estamos hablando de nuevo, por todas las reacciones que provocó lo que usted dijo. Mire lo que afirma Pastrana: “Todos sabemos que una constituyente utilizando los acuerdos de paz es inviable e inconstitucional. Esta es otra cortina de humo de Petro para esconder la violación de topes electorales de su campaña y la rampante corrupción de su Gobierno”. ¿Qué responde?
A. L.: A mí, Pastrana no me mueve la aguja, para serle franco.
V. D.: Esta semana, mientras se hablaba de la constituyente de Petro, la senadora Isabel Cristina Zuleta dijo que quieren y promueven la reelección de Petro. El representante David Racero aseguró que a él le gusta más que le extiendan el periodo por uno o dos años. Muy tóxicos, ¿o no?
A. L.: Quiere decir que se abrió una lluvia de ideas.
V. D.: ¡Pero qué ideas!
A. L.: Alguien puede promover la idea de que a Leyva lo tenemos que nombrar papa. Es obvio que no va a ser una realidad, pero que cada quien diga lo que quiera. Petro lo dijo: “No me interesa para nada la reelección”. Lo que sí creo es que hay que llamar a calificar servicios a lo que denomino el sindicato del pasado.
V. D.: ¿A usted le suena que Petro se reelija a través de esa constituyente o que se quede más tiempo para extender su mandato?
A. L.: No he pensado en eso ni acompañaría esa idea, porque tengo que acompañar lo que él dijo. A la gente hay que creerle. Y él dijo que no estaba interesado en la reelección. Entonces, adivina adivinador. ¿Por qué vamos a tener que adivinar el futuro en lo acaecido? ¿Por sospechas? ¿Por la antipatía que le pueda tener al señor? ¿Porque no me gusta? ¿Porque pertenece a un matiz que no es el mío? No, no, no.
V. D.: O sea, ¿usted cree que Petro se va del poder el 7 de agosto de 2026?
A. L.: Pues creo que eso será así. Además, la reelección estaba prohibida cuando otros la gozaron, como el presidente Uribe.
V. D.: Uribe tenía un 80 % de popularidad, y Petro tiene hoy el 60 % de impopularidad. Una gran diferencia, ¿no?
A. L.: Sí, pero eso varía en la medida en que se van abriendo espacios. Eso cambia. A mí no me asusta la popularidad o la impopularidad del momento.
V. D.: Hay cierto temor por lo que pueda ocurrir el próximo 20 de julio. Algunos congresistas piensan que ese día Petro quiere convocar a una constituyente y no instalar las sesiones del Congreso. Algunos dicen que hasta quiere cerrar el Legislativo. La Presidencia publicó un trino diciendo que eso no va a ocurrir. ¿Qué opinión le merece?
A. L.: Me produce mucha gracia, la verdad. Eso no tiene asidero. Es especulación. Hace parte de lo que yo llamo la comedia. Inclusive, que el propio Santos averigüe con sus asesores qué firmó. No podemos seguir así.
V. D.: Pero es imposible creer que Santos no sabe qué firmó.
A. L.: Eso es lo que pensé, que él sabía.
V. D.: ¿Solo firmó por el Nobel?
A. L.: No sé, en eso no me meto. Lo único que le digo es que, además, señaló algo que para mí es muy delicado. Aseguró que si se llegara a cruzar esa línea, que no existe, se tendría que enfrentar con el Congreso, con la jurisdicción y con las Fuerzas Militares. A mí me pareció muy extraño eso de Santos, porque no deja de ser una amenaza. Las Fuerzas Militares son institucionales y no se les puede ni siquiera insinuar esa defensa de las instituciones. Eso está muy mal en boca de un expresidente de Colombia.
V. D.: ¿Pero, excanciller, las Fuerzas Armadas no tienen que regirse por la Constitución?
A. L.: Lo hablamos con el doctor Montealegre, esto prevalece, esto va más allá de la Constitución.
V. D.: ¿Hay algo más allá de la Constitución?
A. L.: Claro que sí, las decisiones del Consejo de Seguridad. Es que aquí falta preparación jurídica.
V. D.: ¿El exfiscal Montealegre es el que dice que Petro puede convocar a una constituyente y, de paso, reelegirse? Está muy contento con Petro.
A. L.: Ahí puede haber una discrepancia con él. Lo que estoy hablando es del rango supraconstitucional que tiene esto. A lo cual las Fuerzas Militares se tienen que sujetar y no puede haber un expresidente de Colombia que insinúe que una iniciativa de Petro puede chocar con las Fuerzas Militares. Eso para mí es horrible. En eso sí tengo que decir que discrepo fundamentalmente. No me dejó de sonar como una amenaza. No puede salir eso de un expresidente como Santos, que, además, es un premio nobel de paz. Yo le rogaría que se dedicara a sus Elders y a sus premios de paz, buscando la paz del mundo.
V. D.: O sea que usted le está diciendo que ¡shhh!...
A. L.: No ¡shhh!, porque por fuera puede hacer ruido.
V. D.: Es decir, ¡shhh! en Colombia.
A. L.: O por lo menos que sepa qué fue lo que firmó.
V. D.: Uribe también se refirió a la obligación de las Fuerzas Armadas de cumplir con la Constitución. Petro amenazó, habló de sedición y volvió a la teoría de un golpe en su contra. No creo que ningún expresidente esté detrás de un golpe contra él. ¿Usted sí?
A. L.: Depende de cómo lo diga.
V. D.: ¿Usted cree que hay algún expresidente que ande detrás de un golpe contra Petro?
A. L.: No sé. Lo que le quiero decir es que a mí lo de Santos no me gustó. Tengo derecho a que me gusten unas cosas y otras no. Pero no me gustó porque, además, lo dijo sin conocer, sin darse cuenta de que había descalificado a su propia firma. Porque él puso la firma en el acuerdo.
V. D.: A propósito de Santos, ¿cómo es el cuento de la carta en la que él pidió una constituyente apenas seis años después de haber sido promulgada la Constitución de 1991?
A. L.: No es un cuento. Es el documento que él presenta, en octubre de 1997, a la Comisión Nacional de Conciliación, que presidía el señor Pedro Rubiano. En uno de los apartes es clarísimo. De tal manera que lo escrito, escrito está, y lo dicho, dicho está.
V. D.: Con todo esto, el propio Samper empezó a acusar a Santos de querer tumbarlo. ¿Qué sabe usted de eso?
A. L.: Se llamó la conspiración y naturalmente él se movía de un sitio a otro tratando de darle una salida a algo que consideraba que había que superar. Estaban de por medio las instituciones y, la verdad, es que sí le hice el comentario a Santos: seguirá sonando a conspiración mientras no se diga públicamente qué es lo que usted está pensando. Y es cuando resuelve ir ante la Comisión y presentar la carta en la que pedía una constituyente.
V. D.: ¿Y Santos sí quería tumbar a Samper?
A. L.: No sé, él quería una fórmula institucional para reemplazar al presidente (Samper).
V. D.: En esa época de la tal conspiración, ¿es cuando Santos lo lleva a usted a donde el entonces jefe paramilitar Carlos Castaño?
A. L.: Hablaban de conspiración, no puedo decir que no, yo estuve allá, lo acompañé. Claro que sí.
V. D.: ¿Qué hacía Santos llevándolo a usted a donde Castaño?
A. L.: Pues me pidió que lo acompañara.
V. D.: ¿Y qué hicieron?
A. L.: Nada, pues yo me senté.
V. D.: ¿Y de qué hablaron?
A. L.: No le caí muy bien a Castaño. Él lo dice después en un libro, que Leyva no le cayó bien, pero no estaba ahí para caerle bien o no. Me pareció que se estaba en un proceso de paz, en su momento liderado por Santos, que terminó calificándose precisamente de conspiración. Aquí está la carta, le repito. Y en octubre de 1997 se la entregó a monseñor Pedro Rubiano, aquí dice que hay que convocar a una constituyente.
V. D.: ¿Usted ha podido hablar con Timochenko y los otros excomandantes de las Farc sobre la constituyente a través de los acuerdos de paz?
A. L.: Pues claro. Lo primero que dicen es que eso que está redactado fue aceptado por De la Calle. Ellos están con el Gobierno Petro.
V. D.: ¿Pero están con Petro, en el sentido de que, a través del acuerdo de paz, se puede convocar la constituyente?
A. L.: Ellos creen en lo que el señor De la Calle introdujo, porque fue iniciativa de ellos (de las Farc).
V. D.: Claro, pero De la Calle hoy lo está negando. Entonces, ¿las Farc de qué lado están?
A. L.: Que De la Calle niegue algo, imagínese, niega hasta su propia firma.
V. D.: Le insisto: ¿Timochenko y los excomandantes de las Farc están a favor de lo que dicen los expresidentes sobre la constituyente, o respaldan a Leyva y Petro?
A. L.: Es que si ellos estuvieran con los expresidentes estarían negando su participación en los acuerdos, por Dios, porque ellos como alta parte contratante los firmaron. ¿Cómo van a estar en contra de su propio acuerdo y sus propias firmas?
V. D.: ¿Algún mensaje para el expresidente Santos?
A. L.: Que se asesore un poco, que lea lo que firmó. Mi consejo es: tenga cuidado cuando se pronuncia sobre algo que tiene que ver con el haber estampado su firma para después desconocerlo.
V. D.: ¿Quién puede dirimir si la constituyente se puede convocar a través de los acuerdos de paz? ¿La Corte Constitucional?
A. L.: La Corte ya se pronunció en un momento determinado sobre los acuerdos y se inhibió. No se quiso pronunciar. Podemos pedirle a un país hermano que lo ponga a consideración de la Corte Internacional de Justicia, que fue la que llevó a Francia a que cumpliera un acuerdo de esta naturaleza.
V. D.: Ahora no vaya a poner a Nicolás Maduro.
A. L.: Yo no pongo a nadie.
V. D.: Háganos ese favor.
A. L.: De golpe Francia, puede ser.
V. D.: ¿El 20 de julio Petro va a convocar a la constituyente?
A. L.: No lo puedo adivinar, no lo creo, porque esto no se hace así. Todo tiene sus procedimientos.
V. D.: ¿Pero antes de que se acabe el año sí?
A. L.: Pues ojalá si pudiera ayudar para que eso fuera así.
V. D.: Usted publicó un trino en el que señala: “Se llevarán grandes sorpresas, todo para bien de la patria y de todos los colombianos”. ¿Qué quiso decir?
A. L.: A usted no le parece una sorpresa que le diga a Colombia, a través suyo, que Santos no conoció el texto final de lo que se aprobó cabalmente y sobre lo cual él se ocupó con su firma, por Dios.
V. D.: ¿Con cuántas personas habló usted a través de ese radioteléfono que me mostró hoy?
A. L.: Hablé con todas y todos, como se dice hoy. Con Tirofijo, con el cura Pérez. Pero no solo eso, a través de él hablaron obispos, un exdesignado a la presidencia, buscamos a gente perdida, una cosa impresionante. Alguien me dijo: apórtelo al Museo Nacional, allí hay un estand sobre la paz. Le dije que no, este es un trofeíto que tengo en un rincón de mi apartamento.
V. D.: ¿También habló con el Mono Jojoy por ese radioteléfono?
A. L.: No, él no salía.
V. D.: Reyes, sí.
A. L.: Claro que sí.
V. D.: ¿Iván Márquez, Alfonso Cano?
A. L.: Con todos. Un día que bombardearon, en el Gobierno Gaviria, lo prendí y Cano me decía: oiga las bombas. Yo tengo las grabaciones.
V. D.: Me las tiene que dar...
A. L.: Con mucho gusto, la invito, es impresionante. Sería una sorpresa, porque las grabaciones que tengo son fantásticas. Por eso miro ese radioteléfono y digo: esto no puede seguir así. A través de este radioteléfono buscamos, por ejemplo, a la hija de Julio César Turbay, cuando estaba perdida y ellos (los guerrilleros) ayudaron. Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que la tenía Pablo Escobar. En muchas otras situaciones, se convirtió en un radioteléfono de salvación nacional. Tengo la lista de los que hablaron, cualquier día se la mando para que usted se vaya de para atrás.
V. D.: ¿Usted cómo consiguió ese radio?
A. L.: Tenía un amigo que me ayudaba en las comunicaciones y un día lo allanaron, me llamó a las cuatro de la mañana, me dijo: “Aquí está el Ejército”. Entonces, le dije: “Lo voy a dejar por fuera y me voy a comprar un radioteléfono”. Y lo hice.
V. D.: Y ahí usted tenía las frecuencias de las Farc, el ELN…
A. L.: Claro que sí, de todos, tenía los códigos para hablar. No se hablaba con nombres propios y las frecuencias se pueden modificar. Entonces, uno decía: pasen a X, y se sabía de quién se trataba. No fue un radioteléfono para pecar, ahí pasaron obispos, un designado a la presidencia, inclusive dos militares, es impresionante.
V. D.: ¿Usted cómo se llamaba en ese radio?
A. L.: Dependía. De ninguna manera se trataba de un alias. Era una forma de comunicarse.
V. D.: ¿Pero cómo le decían?
A. L.: Algunos me llamaban Profesor, porque yo les dictaba una cátedra. Otros me decían el Señor A. Tenía como 15 nombres.
V. D.: También le decían Alvarito…
A. L.: (Risas) Alvarito, sí.
V. D.: Solo quiero decirle que cualquier decisión que el Gobierno Petro tome sobre la constituyente que propone tiene que estar ajustada a la ley y a lo que ordena la Constitución. Nada, absolutamente nada, puede ser a la fuerza.