‘La batalla por la paz‘, como se titula el libro del expresidente Juan Manuel Santos, está desatando una dura confrontación de señalamientos políticos. De un lado está el exmandatario y nobel de paz con sus memorias escritas –más de 500 páginas– sobre sus años de gobierno y los intríngulis del proceso de negociación con la guerrilla de las Farc, y del otro lado el uribismo con el expresidente Álvaro Uribe Vélez a la cabeza, descalificando los primeros apartes del texto divulgados por la prensa y llamando al autor “mentiroso”. Los términos suben de calibre conforme se conocen más apartes de la obra. El diario ‘El País‘ de España hizo un gran despliegue del libro, combinando citas del texto con una entrevista a Santos. Precisamente esa conversación ha generado las reacciones más aireadas del uribismo. El periódico más importante de España cita un aparte del texto, el cual califica como el “más demoledor para Uribe” y que aparece bajo el título de ‘Esa maldita tentación’. Y el cual dice así: “El problema de los caudillos –ya lo anoté cuando hice referencia a la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla a mediados del siglo pasado– es que siempre terminan cayendo en la tentación de perpetuarse en el poder. De alguna manera comienzan a sentirse indispensables o hacen creer a la gente que lo son, y así se produce esa convicción mesiánica y antidemocrática de que solo una persona tiene la capacidad para dirigir las riendas del Estado”. A continuación aparece una ráfaga de preguntas del periódico a Santos: “¿Usted nunca le contó a Uribe, cuando era su ministro de Defensa, que siempre había pensado en que en algún momento habría que abrir unas conversaciones con la guerrilla? ¿Ni él nunca preguntó? ¿Esa conversación nunca se dio?”. Y la respuesta del exmandatario es “Por supuesto que se dio. Por supuesto que el propio presidente Uribe quiso negociar. Muchas veces hablamos de que había que ablandar a la guerrilla antes de sentarla a negociar. Inclusive esa era una tesis de un amigo común, el expresidente López Michelsen, que mencionábamos con frecuencia. Como los intentos de Uribe de sentarse a negociar fueron muchos, no solo a lo último, pues era algo casi sobreentendido. No se le olvide que por más de un año Uribe estuvo negociando con el ELN en Cuba. Por eso nadie entiende que después dijera que con terroristas no se puede negociar”. Le puede interesar: Uribe nos permitió un proceso de paz Íngrid Betancourt Esos apartes tuvieron una reacción inmediata por parte del uribismo. Desde que se divulgó la entrevista de Santos en ‘El País‘, bajo el título de ‘Llamarme traidor fue una estrategia muy bien elaborada para minar mi liderazgo‘ apareció una tendencia en las redes sociales con las etiquetas #SantosMentiroso y #SantosTraidor. Y el propio Uribe ha publicado una decena de trinos, bien de su autoría, de seguidores y miembros de su partido en los que descalifica a Santos. En uno de los trinos más ácidos Uribe le dice a su sucesor en la presidencia: “Santos tiene razón, el tema no fue propiamente traición que refiere a personas en particular, aunque ha sido su motor de vida, pero digamos que el tema fue engaño a millones a quienes nos prometió todo lo contrario de lo que hizo”. Santos tiene razón, el tema no fue propiamente traición que refiere a personas en particular, aunque ha sido su motor de vida, pero digamos que el tema fue engaño a millones a quienes nos prometió todo lo contrario de lo que hizo pic.twitter.com/82f5r7rIfq — Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) 23 de marzo de 2019 También ha terciado José Obdulio Gaviria, hoy senador y exasesor presidencial de Uribe. Contra este Santos lanzó una acusación que fue recogida por ‘El País‘ de España. La cita en cuestión dice: “Un día, José Obdulio [Gaviria, asesor de Uribe, por entonces presidente] me llamó por la línea directa de Presidencia –el llamado falcon– y me pidió, como lo más normal, que interceptara las comunicaciones de la senadora liberal –cercana a Hugo Chávez– Piedad Córdoba. Me negué rotundamente, le pedí que nunca me hiciera ese tipo de solicitudes, y jamás me volvió a repetir la petición. Tal vez fue por eso que usaron el DAS y no la inteligencia militar para las chuzadas que luego saldrían a la luz”. Ante esa afirmación ‘El País‘ de España le preguntó a Santos: “¿De cuántas irregularidades más del Estado, como esta, ha tenido conocimiento, y no ha contado?”. A lo que el expresidente respondió: “Mire, yo he sido tajante, tan contundente cuando le dije a José Obdulio que por ningún motivo le iba a hacer eso y que nunca más me insinuara algo parecido, que ellos tomaron distancia en ese sentido. Y la verdad es que nunca más me insinuaron nada remotamente parecido. Eso tengo que decirlo con toda claridad. De manera que eso fue suficiente para que, por lo menos a mí, no me propusieran nada de lo que después se supo que hicieron con los personajes con que se reunieron y las historias que han salido. Yo no era parte del sanedrín del presidente Uribe, nunca lo fui. A mí me tenían mucho respeto, pero también me tenían mucha desconfianza”. La reacción no se hizo esperar. Jose Obdulio Gaviria –quizá después de Uribe la voz más potente del Centro Democrático– aseguró desde su cuenta en Twitter: “Pueden constatar perfectamente con la Casa de Nariño que yo no tenía falcon. Esa es otra de las mentiras de Santos”. A través de una entrevista con W radio, el senador Gaviria hizo una larga explicación en la que argumentó que la afirmación de Santos no tenía ni pies ni cabeza y aseguró que, “definitivamente Santos es el gran mentiroso de la política colombiana”.
Otro episodio que ha agitado el debate político es el que tiene que ver con el sorpresivo encuentro que Santos y Uribe tuvieron frente al papa Francisco en la sede del Vaticano, el 16 de diciembre de 2018. Al respecto el libro de Santos afirma que la cita la organizó el hoy procurador Fernando Carrillo cuando aún no asumía este cargo. En su texto, Santos asegura que llegó primero al Vaticano y fue felicitado por Francisco por el Premio Nobel que acababa de recibir. Y agrega: “Al rato me volvieron a llamar y entré de nuevo al despacho papal. Nos saludamos cordialmente con Uribe, y nos sentamos, uno al lado del otro, frente al escritorio del papa, quien expresó su beneplácito porque los dos estuviéramos allí y su disposición de ayudar a que la paz se hiciera realidad en nuestro país”. Relacionado: Uribe viaja al Vaticano, donde Santos se reunirá con el papa
“(Uribe) comenzó a hacer una exposición minuciosa y puntual de todas sus desavenencias y críticas frente al acuerdo de paz que habíamos logrado en La Habana –sigue el libro de Santos– y que luego fue modificado para incluir la gran mayoría de sus observaciones y sugerencias. Nada cambiaba en su posición; eran los mismos argumentos que venía repitiendo en Colombia durante los últimos meses. En un momento dado, el papa me miró con una expresión de desconcierto, como queriendo decir ‘Esto no funcionó’ y, abruptamente, cortó la exposición del expresidente para decirnos que agradecía mucho que hubiéramos ido a verlo y que las puertas del Vaticano y de la Iglesia siempre estarían abiertas para apoyar a Colombia. Con mucha prudencia y diplomacia, dio por terminada la reunión y nos despidió”. Esos apartes también fueron atendidos por el expresidente Uribe quien trinó asegurando que “Santos miente hasta para atribuir al Santo Padre gestos de descortesía ajenos a él. Más tonto yo que espero alguna verdad de Santos”.
El trino del jefe del Centro Democrático (CD) ha tenido más de 1700 retuits y ha puesto en boca del país político el debate por el libro de Santos. Prácticamente todos los militantes del CD con actividad en las redes sociales se han puesto la camiseta saliendo en defensa del expresidente Uribe. La senadora Paloma Valencia, por ejemplo, desempolvó una columna publicado en El Espectador titulada “Santos estará complacido: será recordado como un traidor” y la divulgó agregando: “Santos dijo que quería ser recordado como un traidor; así será y además tendrá la responsabilidad histórica de haber debilitado la democracia en Colombia.” La polvareda que está generando el libro de Santos apenas arranca. El texto está llegando a las librerías esta semana pero desde ya está claro que el debate será largo y punzante, así lo indica el intercambio de dardos por los primeros apartes conocidos.