SEMANA: ¿Cómo afrontaron la muerte de Rodolfo Hernández?
HUGO VÁSQUEZ: Fue muy triste e impactante, vivimos pendientes de él a través de Ceidis Chávez, su asistente. Estuvimos con él los últimos meses en Cartagena grabando unos videos que nos pidió y donde contestaba algunas críticas por sus temas judiciales. El material alcanzó a salir en redes sociales. Nosotros, que lo conocemos desde hace más de 20 años, sabemos que él no fue un político. Por eso, le pusimos el apodo de ingeniero. Cuando vino a nuestra agencia de publicidad en los años 90, para que trabajáramos con su constructora HG, lo conocimos ahí: era brillante, inteligente, no era una persona con cultura, pero era muy creativo. Nos decía que era ingeniero, pero le hubiera gustado ser arquitecto porque era amante del diseño. Era un gran comunicador. Nunca hemos conocido a una persona tan espontánea. Él nos preguntaba a nosotros qué decir en cada entrevista y le respondíamos: Nada, Rodolfo, responde espontáneamente, di lo que sabes decir. Él, en campaña, también nos reiteraba: ‘Hugo, Guillermo, yo quiero decirle a la gente lo que afirmaba Albert Einstein, no esperes que las cosas cambien si hacemos siempre lo mismo’. Le dijimos que era maravilloso. Y él, en un lapsus, dijo que era admirador de Hitler y esa frase era de él (risas). Obviamente, nunca admiró a Hitler.
GUILLERMO MEQUE: Él vino varias veces a casa durante este año, pese a que estuvo cuatro veces internado, lo veíamos totalmente recuperado. Era curioso: estaba a punto de morirse, según nos decían, y luego reaparecía y lucía perfecto. Venía a la casa, contaba chistes, se reía.
SEMANA: ¿Cuál fue el primer trabajo que hicieron para Rodolfo Hernández?
H.V.: En los años 90 lo conocimos, trabajamos para su constructora, hicimos el Plan 100 de HG, que estaba con muchos problemas en la época por el UPAC. Él ofrecía crédito para vivienda de 100 cuotas, sin intereses, solo con la presentación de la cédula de ciudadanía. Él nos decía: ‘Hugo, Guillermo, los pobres son más cumplidos que los ricos porque nunca dejarán de pagar su vivienda ya que saben el sacrificio que significa tener casa’. Eso lo llevó a la política.
SEMANA: ¿Y cómo termina en política?
H.V.: Al regresar de un viaje que hizo a Argentina nos preguntó: ‘¿Qué les parece si me dedico a la política y me lanzó a la Alcaldía de Bucaramanga?’
G.M.: Le regalamos un libro, I Ching, el libro de las mutaciones, prologado por Jorge Luis Borges, es una guía. Ambos le dijimos: ‘Tirá el I Ching a ver qué te dice su destino’. No sabemos si lo tiró o no, pero nos llamó días después y nos anunció: ‘Listo, me lanzaré a la Alcaldía, ¿me harían la campaña?’ Respondimos que sí. Ahí fue cuando le dijimos: a partir de ahora no te llamas Rodolfo Hernández, te llamarás ingeniero. Él siempre quería que Bucaramanga fuera la Barcelona de Sudamérica. Siempre pensó en grande.
H.V.: El día de las elecciones a la Alcaldía de Bucaramanga nos llamó y nos dijo: creo que voy a ganar por 4.000 votos. Y, efectivamente, triunfó por encima de los 5.000. Lo felicitamos por su intuición y nos recordó que no le gustaban las ceremonias, la celebración y que había preferido irse a Estados Unidos. Ni siquiera celebró su triunfo.
SEMANA: ¿Por qué renunciaron a la campaña presidencial de Rodolfo?
H.V.: Nosotros le propusimos una estrategia y era el contrato social con los campesinos, camioneros, los pequeños comerciantes, los jóvenes de Rappi, entre otros. Rodolfo nos llamó dos meses antes, lo veíamos agobiado, en la última etapa de la campaña lo sentimos cansado y con Guillermo hemos conversado de que, tal vez, él en la última etapa de la contienda política ya estaba enfermo y no lo sabía porque no tenía la energía que le conocimos. La campaña la rodeó la política, mucha gente empezó a intervenir, cada vez que él era más popular, todo el mundo lo rodeaba y trataba de acercarse no para beneficiarlo a él sino para beneficio personal. Rodolfo me llama y nosotros le dijimos: ‘Mira, sentimos que, de repente, tienes mucha gente que te está asesorando y no necesitas más de nosotros. Preferimos retirarnos y dar un paso al costado’. Él nos respondió: ‘Si ustedes se retiran, yo me retiro de la campaña’. Seguimos, pero vimos que la campaña iba hacia una estrategia fallida porque Rodolfo ya tenía los votos asegurados de la derecha, los votos contra Petro, lo que necesitaba para ganar era quitarle a Petro los votos en Bogotá, la Costa Caribe y el Pacífico. Le dijimos: ‘Rodolfo, hay que salir a la calle, no crea que la presidencia se gana en las redes, son muy importantes, pero hay que tener contacto con la gente’. Y fue allá donde estuvo Petro en la segunda vuelta, con los pescadores, los campesinos, los mineros y se quedó con casi 800.000 votos. Nosotros decíamos que no era Rodolfo quien tenía que ganarle a Petro sino al revés. Eso no se entendió.
SEMANA: ¿Y qué pasó?
H.V.: A nosotros- dos meses antes de las elecciones- nos llamaron, no supimos ni quiénes eran, dijeron que nos conocían muy bien a nivel personal y demás (...). Les dijimos que éramos asesores, no el candidato. Entonces, hablamos con Rodolfo, le dijimos que lo queríamos mucho y que sabíamos que podía llegar a ser presidente, pero lo dejábamos porque nosotros como personas estábamos por encima de la política.
SEMANA: ¿No supieron de dónde venían las intimidaciones?
G.M.: Nunca supimos. Nosotros cortamos sobre todo con la gente que rodeaba y le colaboraba al ingeniero y mantuvimos una relación con él de amistad. Nos volvieron a llamar en otra oportunidad, menos educadamente, y dijimos: esto va en serio y salimos del país. Fue una experiencia fuerte.
H.V.: Rodolfo quería ganar la Presidencia, estaba entusiasmado, no es cierto que él no haya querido ganar. Jamás estuvo en su mente dejarle a Petro la Presidencia. Quería ganar y tenía una idea sobre cómo gobernar.
SEMANA: Ustedes asesoraban a Rodolfo y al tiempo a su enemigo político, al exalcalde de Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas. ¿Cómo lo hacían?
G.M.: Rodolfo nos pidió después de que ganó la Alcaldía de Bucaramanga que ayudáramos a la campaña de Juan Carlos Cárdenas, quien empezó con el 4 por ciento y ganó por muchos más votos que cualquier alcalde en la historia de esa ciudad. Rodolfo no tuvo problemas con nosotros y no vio inconveniente que lo asesoráramos.
SEMANA: ¿Ustedes recomendaron a Ángel Becassino como asesor de Rodolfo?
H.V.: Sí, lo recomendamos porque lo conocemos hace años. Lo llamamos y le dijimos: ‘nosotros vamos a salir de la campaña por si te interesa’. Ángel, por ejemplo, tenía una visión de las redes, él podía ofrecerle a Rodolfo una continuidad en ese tema. Nosotros siempre le advertimos al ingeniero que Tik Tok estaba bien, pero era un refresco permanente, no suficiente porque la presidencia se ganaba en la calle. Nosotros, con el tiempo, pensamos que no es que el ingeniero no haya querido salir a las ciudades, él, probablemente, sin saberlo, ya se sentía enfermo y estaba agotado.
SEMANA: ¿Ustedes le recomendaron el implante del cabello?
G.M.: (Risas) No, no se implantó, se puso un engrosador de cabello. Él, en una oportunidad, parecía que tuviera un peluquín, pero le habían colocado unos polvos americanos que le engrosaban el cabello, pero después dejó de usarlos. Se buscaba que se viera más fresco, pero se dejó poner demasiado engrosador de pelo.
H.V.: Empezaron a decir que se quería parecer a Donald Trump y no era verdad. De hecho, Rodolfo, en su momento, apoyó a Joe Biden, él se inclinó por los demócratas.
SEMANA: Después de dos años, ¿por qué creen que ganó Petro?
H.V.: Porque se acercó a la gente en las últimas semanas, se puso la ruana y empezó a desayunar en las cafeterías de Bogotá, se fue con los mineros informales, los pescadores, los campesinos. Y cubrió los espacios que Rodolfo había cubierto antes. Eso lo trabajó el ingeniero durante dos años. Esos 800.000 votos por los que ganó Petro eran de Rodolfo. Nosotros salimos dos meses antes de la elección, pero, realmente, nosotros estábamos un poco desplazados de la campaña, no por Rodolfo.
SEMANA: ¿Desplazados? ¿Cómo así?
H.V.: Nosotros le preguntábamos: ¿qué pasa Rodolfo? ¿Por qué no avanza la campaña con las propuestas concretas de comunicación? Había que decir, por ejemplo, a nivel de los sectores sociales qué se iba a hacer porque ahí estaban los votos que él necesitaba. A nosotros nos amenazaron dos meses antes de la elección de la segunda vuelta. Nos sentíamos desplazados, por eso le dijimos que nos íbamos, que no queríamos ser un obstáculo en la campaña. Él no quería que nos fuéramos. Nos sentíamos desplazados y no sabíamos, realmente, qué pasaba porque nosotros no vivíamos en Bucaramanga.
G.M.: Hubo mucho caos y resistencia al interior. Había muchísima gente, políticos alrededor de él, analizadores, investigadores, gente de Miami. Todo el mundo quería aparecer con él en las fotos. Fue una lástima que no ganara.
SEMANA: ¿Fue un error del asesor Ángel Becassino?
G.M.: No, Ángel Becassino, al final, nos comentó lo que pudo hacer porque no se puede controlar totalmente una campaña, es algo imposible. Hay gente que aparece y opina muchas cosas, lo llevaron a Miami, lo montaron en un yate con unas niñas, le consiguieron una entrevista con Jaime Bayly, eso no era necesario. Es una locura. Al final hubo una estrategia fallida.
H.V.: No estábamos muy convencidos del formato que tomó Rodolfo en la última etapa.
G.M.: Además, muchísimos jóvenes que miran hoy Tik Tok no tenían la edad para votar, nadie se dio cuenta de eso. Eso es un refresco, pero la gente quiere siempre el beneficio final, no que Rodolfo fuera un viejito chevere que salte- me pareció maravillosamente gracioso-, sino qué me va a dar a mí el candidato. Eso faltó al final.
SEMANA: ¿Les gustó Marelen Castillo como fórmula vicepresidencial?
G.M.: Sabemos que Marelen se peleaba con Rodolfo todos los días.
H.V.: Nosotros nunca le sugerimos a Rodolfo que tuviera una vicepresidenta como ella. Dijimos que a raíz de la visita del ingeniero era importante que el perfil de la persona que se elija para la vicepresidencia fuera una persona con la doctrina social de la Iglesia. Los evangélicos iban a votar por Rodolfo, pero había que convencer a sectores católicos, a gente pobre cercana a la Iglesia.
SEMANA: ¿Y Marelen Castillo era la persona?
G.M.: Era la que estaba a la mano. El problema es que cualquier fórmula vicepresidencial de Rodolfo iba a quedar eclipsada porque su personalidad era muy fuerte.
H.V.: Rodolfo nos llamaba todos los días y nos decía: ‘No encuentro a la persona’. No sabemos quién se la recomendó.
SEMANA: ¿Cómo ven el gobierno de Gustavo Petro?
G.M.: Hay mucha incoherencia en su gobierno y su personalidad no lo ayuda. Es como un poeta y eso está más cerca del delirio que de la realidad.
H.V.: Hay un gran descontento con Petro. Lo que vemos como comunicadores es que el Presidente no está llegando a la gente que debería llegar porque, probablemente, la gente que no siente afinidad con él, nunca se convencerá. Más allá de las decisiones de Gobierno hay mucha crítica, mucha gente inconforme. Él no está siendo un buen comunicador. Es un poco épico para hablar, acude al delirio, y resulta que la gente quiere cosas concretas.
SEMANA: ¿Cómo evalúan el papel de Francia Márquez?
G.M.: Una líder importante para la comunidad afro. Sin embargo, su imagen pública se ha deteriorado por los escándalos en su contra. Sus posibilidades como potencial candidata presidencial son escasas porque no tiene ni va a tener el apoyo de las capas medias.
SEMANA: ¿Se anticiparon las elecciones de 2026?
H.V.: Petro ya está en campaña. Y usa la cadena nacional para estar en contacto permanente con su electorado.
SEMANA: ¿Petro logrará poner a un sucesor de su corriente política en 2026?
G.M.: ¡Cuidado! Si la oposición no se pone en campaña activa con candidato o candidata con propuestas concretas para el electorado que domina Petro, se corre el riesgo de repetir los mismos errores estratégicos que llevaron al líder del Pacto Histórico a la Presidencia.
SEMANA: ¿Ven a Petro solo?
H.V.: Más que sólo, Gustavo Petro está ensimismado. A veces, el ego en la política suele ser traicionero.
SEMANA: ¿Qué diferencias hay hoy entre el Petro candidato vs el Petro presidente?
G.M.: Si el presidente traiciona al candidato obviamente se debilita.