Rodolfo Hernández, excandidato presidencial, perdió la batalla contra un cáncer de colon terminal este lunes, 2 de septiembre, en el Hospital Internacional de Colombia, en su natal Piedecuesta, Santander.
Muere a los 79 años habiendo sido un fenómeno político nunca antes visto en el país, con un proyecto que cautivó a millones de colombianos y que casi le cuesta la Presidencia de la República a Gustavo Petro.
Nació en Piedecuesta el 26 de marzo de 1945 en una familia campesina. Estudió su colegio entre su pueblo natal y Bucaramanga para luego irse a estudiar ingeniería civil a Bogotá, tras haber pasado en la Universidad Nacional de Colombia.
Los inicios de su carrera fueron netamente privados y empresariales, desarrollando obras de vivienda enfocada en la población con menores recursos.
Por su trabajo como constructor en la firma HG Ingenieros se volvió millonario, pero siempre tuvo un gusto por la política, donde las cosas se le dieron por su carisma y carácter frentero.
El popular constructor, que convirtió a su familia en la realeza de Piedecuesta, terminó lanzándose al Concejo del municipio por el Partido Liberal. En 1990 logró una curul con cerca de 900 votos, un fenómeno que desde el comienzo mostraba su potencial político.
Muy a su manera, el ingeniero tenía más interés en sus negocios que en el Concejo de Piedecuesta, por lo que renunció en su primer período y luego fue destituido por la Procuraduría General de la Nación en 1994 porque su empresa firmó un contrato con la Alcaldía.
Si bien desapareció por un tiempo de lo público, esto no lo sacó del escenario político.
En 1996 fue delegado en la junta directiva del Instituto Nacional de Vivienda de Interés Social y Reforma Urbana. Luego de su turbulenta salida del cargo, se dedicó a reunirse en su casa de Piedecuesta con los políticos de turno.
Cuando les declaró la guerra a los políticos
Rodolfo Hernández pasó rápidamente de ser un empresario con relaciones estrechas con la clase política santandereana a declararles la guerra por ineptos, ladrones y corruptos.
El ingeniero acompañó de cerca a Luis Francisco Bohórquez, alcalde de Bucaramanga entre 2012 y 2015, para luego apostarle a ser su sucesor.
Y a punta de reuniones, en un apartamento de su propiedad, comenzó a convencer a la gente de su filosofía política: “No robar, no mentir, no traicionar”.
Comenzó a hablar del imperativo categórico de Immanuel Kant, bajo su movimiento “lógica, ética y estética”, basado en los principios del filósofo alemán.
Rodolfo se lanzó, pero su particular personalidad lo hizo planear un viaje el mismo día de las elecciones. En Nueva York se enteró que iba a ser el próximo alcalde de Bucaramanga.
Desde ahí comenzó un camino turbulento en la política, en el que uno de los momentos más recordados es la agresión al concejal John Jairo Claro, que resultó en una suspensión de la Procuraduría General de la Nación.
Hernández renunció a la Alcaldía de Bucaramanga, pero de todos modos tenía un 64 % de aprobación a su gestión.
Cuando casi gana la Presidencia
Luego se convirtió en candidato presidencial para las elecciones de 2022, campaña en la que comenzó con bajo perfil. Lo hizo a través de un movimiento llamado Liga de Gobernantes Anticorrupción.
De la mano de un equipo de redes sociales y estrategia digital, liderado en parte por el estratega argentino Ángel Beccassino, pasó de ser uno más en la carrera a ser tercero en las encuestas. Luego se acercó al segundo, Federico Gutiérrez, para superarlo en la primera vuelta presidencial.
Sacó 5,9 millones de votos rechazando cualquier alianza política, con su forma de ser tosca y frentera. Luego sacó más de diez millones de votos que no le alcanzaron, pero que sí le pisaron los talones a los poco más de 11 millones que registró Gustavo Petro.
Su último suspiro
Enfermo de cáncer, a pesar del proceso en su contra por el caso Vitalogic, se lanzó a la Gobernación de Santander. Hechos de presunta corrupción en su Alcaldía y su condición de salud le impidieron al ingeniero hacer campaña.
Finalmente, el Consejo Nacional Electoral, junto a la Procuraduría, confirmaron que estaba inhabilitado, pero de todos modos la Registraduría contó los votos a su favor.
Si bien ganó el general Juvenal Díaz Mateus con más de 400.000 votos, el ingeniero, inhabilitado, enfermo y cuestionado, logró un poco más de 100.000. Esto muestra su músculo político y arraigo entre los santandereanos, que no dejaron de quererlo.
Luego fue condenado por el caso Vitalogic a 64 meses de prisión, que significó el amargo cierre de su vida política. Murió poco después de la decisión de la justicia colombiana.