SEMANA: ¿Cómo la llamo, exsecuestrada, dirigente política…?
CLARA ROJAS: Ya ni soy secuestrada ni hago activismo político, me dedico a la docencia en algunas universidades, a hacer consultoría en el tema legal, soy speaker y estoy preparando un libro, tengo varias facetas.
SEMANA: ¿El Estado la indemnizó por su secuestro?
C.R.: Recién salí recibí una ayuda humanitaria, antes había un proceso administrativo previo cuando era Acción Social. En esa época debí recibir 8 millones de pesos por persona, recibí por mí y por mi hijo y hasta ahí llegó. Yo siempre di gracias por esa ayudita porque cuando uno sale del secuestro sale sin nada, tenía que pagar cuentas y me dio un par de meses para poder organizarme. De ahí para allá no recibí nada, pare de contar. Hice mi petición a la JEP, manifesté que, a pesar de que estaba bien de salud y psicológicamente, el secuestro ha tenido un impacto negativo y lo sigue teniendo porque, al estar privada de la libertad más de seis años, salí del mundo laboral y cuando voy a pedir mi pensión, pues esas semanas (más de 300) no me las pagan ni la JEP, ni las Farc, ni el Estado. Por lo menos les dejo la inquietud. En este proyecto de pensiones también hice el esfuerzo de tratar de proponer para las personas que habíamos estado secuestradas, sobre todo los oficiales del Ejército, yo estuve seis años secuestrada, pero ellos diez, 14 años. Uno no dice que les tengan en cuenta todas las semanas, pero por lo menos algunas.
SEMANA: ¿Las Farc no la han reparado?
C.R.: En absoluto, para nada. El compromiso de ellos era decir la verdad y tampoco lo han hecho. No es que hayan aportado verdad plena. La JEP, en algún momento, va a decidir.
SEMANA: ¿Ya perdonó a las Farc?
C.R.: Sí. Desde el día uno o antes. No tengo nada personal, le doy gracias a Dios. Cuando me liberan, voy a Florida (Estados Unidos) un par de meses porque allá vive una tía. Antes de entrar a su casa, un primo que me recogió en el aeropuerto me dijo: “Aquí hay una basílica divina de la Virgen María, por qué no paras y le dejas todo tu dolor y das gracias por tu existencia”. Eso hice y me liberó.
SEMANA: Pero, ¿qué siente cuando ve a sus secuestradores en el Congreso?
C.R.: Al principio estuve de acuerdo en que había que darles un reconocimiento político, verlos en el Congreso me ha costado, lo confieso, además por la actitud, en muchos casos, les ha faltado un poco de nobleza porque la sociedad colombiana ha sido generosa y ellos, a ratos, se vuelven más papistas que el papa.
SEMANA: ¿Cómo está viendo el país?
C.R.: Preocupada, como todos los colombianos, estamos viviendo una crisis de institucionalidad enorme por esta ingobernabilidad, por esta falta de palabra de Gustavo Petro. Él se comprometió a respetar la Constitución y, con sus pronunciamientos todos los días, uno siente que ha habido como un engaño a la población.
SEMANA: ¿Votó por Petro?
C.R.: No, qué alivio de conciencia.
SEMANA: Lo hizo por Rodolfo...
C.R.: No, en blanco, eso también me da tranquilidad. No teníamos por quién escoger. Es algo que no nos puede volver a pasar en 2026.
SEMANA: Tal y como están las cosas, ¿cree que Petro enderezará el rumbo de su Gobierno?
C.R.: Es complejo, no le veo voluntad, en cada pronunciamiento uno no sabe si creerle o no. Necesitamos que encauce el país, pero no está bien rodeado. Por ejemplo, el director de la UNGRD, Carlos Carrillo. Si lo citan al Congreso a rendir cuentas tiene que ir con respeto y responder, pero si se pone en el papel de atacar a los congresistas, es difícil. Igualmente, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, mire cómo está la seguridad en el Cauca y en algunas regiones del país. También el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, ha hecho todo lo posible para sacar la reforma del Congreso e intervenir a la brava el sistema con un riesgo enorme para la salud de los colombianos.
SEMANA: ¿Cómo ve la paz total de Petro?
C.R.: Si me pusieran a hacer una polla, ni medio peso, eso es botar la plata. No veo voluntad de paz, ¿dígame cuáles son los hechos de paz?
SEMANA: Hablar de Clara Rojas es referirse a Emmanuel, su hijo. ¿Cómo está él?
C.R.: Gracias a Dios muy bien, mi hijo ya es un hombre hecho y derecho, ya me pasó en estatura, le doy gracias a la vida, cuando pienso hace tantos años que yo estaba en una situación tan crítica cuando él nació y verlo hoy, que él puede hacer su propia vida y toma sus decisiones, para mí es una satisfacción enorme. Hemos hecho un acuerdo entre Emmanuel y yo de no hablar…
SEMANA: Pero ese acuerdo se incumple hoy, que Emmanuel nos perdone.
C.R.: Sí, nos perdona, pero yo soy la que llega a casa (risas). Dijimos que las cosas que se refieren a él yo no las digo en las entrevistas, pero sí les doy un parte de tranquilidad de que está bien. Tiene 20 años, está en la universidad, estudia Derecho.
SEMANA: ¿Y cómo ve al futuro abogado?
C.R.: Pues está empezando, desearle lo mejor porque, como los jóvenes de ahora, tienen muchos desafíos, mucha información y deben tomar caminos.SEMANA: ¿Cómo es usted como mamá?
C.R.: Yo siento que bien, pero eso sí se lo tiene que preguntar a él (risas).
SEMANA: ¿Y Emmanuel como hijo?
C.R.: Él es maravilloso, una bendición porque es un joven que escucha, con el que se puede dialogar, no siempre tenemos que estar de acuerdo, pero el hecho de tener el espacio para poder conversar es maravilloso.
SEMANA: Colombia conoce la historia del nacimiento de Emmanuel. ¿Cómo logró contarle la verdad a su hijo?
C.R.: Alguna cosa que creo hice bien es que recién liberada había mucho interés en saber qué había pasado en la selva. Gracias a Dios tuve el apoyo de varias editoriales que querían contratarme para escribir el libro. Eso me motivó a redactarlo. Por fortuna de Dios se vendió, se agotó, más allá de eso era un libro para mi hijo. Cuando lo escribí, él era casi bebé, pero con el paso del tiempo tuvo la oportunidad de leerlo. De primera mano conoció la versión de su mamá y el hecho de que yo haya escrito en este tono era digerible para él, a pesar de las dificultades que tuvo para entender lo que pudo pasar y cómo logré superarlas. Eso ayudó mucho. Escribir el libro fue valioso, me sirvió como catarsis y con el paso del tiempo quedó la historia para mi hijo. La pudo leer y digerir en sus tiempos.
SEMANA: ¿A los cuántos años leyó cómo había nacido en la selva durante su secuestro?
C.R.: Desde el día uno le conté a Emmanuel lo que había pasado, es muy maduro por toda la situación, le hablé en un tono para niños, explicándole que había nacido en la selva y cómo había sido nuestra situación. Cuando finalizó su colegio, ellos tienen la oportunidad de escoger un libro para leer y él escogió el texto escrito por mí. Eso fue magnífico. Se tomó todo el semestre, leyó capítulo por capítulo, las profesoras me llamaban a felicitarme porque habían notado un proceso esclarecedor para él. Fue una labor valiosa, es explicar muchas situaciones que de pronto en una conversación a uno se le van cosas, esta historia tiene un hilo y en el libro está más organizada para que él la pueda entender. La otra ventaja que él tiene es que hay mucha información, una es la fuente de su mamá, pero hay otras. A mí me deja tranquila haberle podido explicar. De la manera más clara posible, traté de ponérselo en bandeja de plata para que pudiera entender.
SEMANA: Y me imagino que hubo preguntas de Emmanuel...
C.R.: Sí, preguntas y no preguntas, como tranquilidad, agradecimiento, para mí fue muy emocionante. No me aparto de que haya más preguntas en el futuro por parte de Emmanuel. Finalmente, cuando son experiencias tan fuertes como lo fue la nuestra, uno nunca termina por cerrar la historia.
SEMANA: Martín Sombra, el carcelero de las Farc, ha dicho que el padre de Emmanuel está vivo. ¿Usted qué opina? ¿El padre de su hijo está vivo?
C.R.: Nunca he sabido. Fíjese que me llama la atención porque Martín Sombra hace unos años dijo que estaba muerto y ahora que está vivo. Al fin no sé qué es lo que dice Martín en relación con este punto. No me lo tomo tan preocupada; finalmente, si tuviera información real, pues preséntela a la JEP y entregue las pruebas. Que yo sepa no lo ha hecho y ese es el escenario donde debe hacerlo.
SEMANA: ¿Cree que el padre de su hijo está vivo?
C.R.: Pues sin saber, yo no he tenido ningún contacto, nunca supe nada, ya han pasado 20 años, es muy difícil.
SEMANA: ¿Le gustaría que estuviera vivo o sería difícil?
C.R.: Lo que sea, pues lo tiene que afrontar uno como le llegue. La versión de Martín Sombra no me parece contundente ni verídica. Ya, en algún momento, ante los medios de comunicación, dijo que estaba muerto. Entonces, finalmente, no sabe uno a qué atenerse.
SEMANA: Emmanuel lee medios de comunicación, redes sociales, ¿no le ha preguntado por ese tema?
C.R.: Es muy aburrido que una persona (en referencia a Martín Sombra) que se atreve a dar ese tipo de declaraciones no tenga pruebas, lanzar globos al aire, pues me parece que ya llega un momento en que deben asumir una responsabilidad y dejarnos tranquilos. Irrumpir o tratar de hacerlo en nuestras vidas de esa manera me parece que no es apropiado. ¿Está vivo o muerto? No sabemos, tiene que demostrarlo.
SEMANA: ¿Cuando duerme no se le vienen a la cabeza esos recuerdos de los momentos difíciles de la selva, entre ellos el nacimiento de Emmanuel? Uno lee unas cosas que parecen de Hollywood.
C.R.: Salidas de la realidad, ni siquiera de Hollywood.
SEMANA: ¿No es tan cierto lo que se dice?
C.R.: No me voy a poner a hablar de lo que dice Martín Sombra, allá él con sus cuentos. Y duermo bien, vivo el momento presente.
SEMANA: ¿Se volvió a hablar con Ingrid Betancourt?
C.R.: No, no volví a tener noticia personal de ella hace años. La última vez que nos vimos con ella fue en Oslo, cuando le entregaron el Premio Nobel de Paz a Juan Manuel Santos, fue medio minuto. No hemos tenido ningún tipo de contacto.
SEMANA: ¿Ya no hay rabia entre las dos, según lo que percibió el país?
C.R.: Venga le cuento: en 2017, en mayo, hicieron un foro sobre reconciliación para tratar de limar asperezas no solo entre las dos, sino entre todos los exsecuestrados. Fue organizado por la Fundación Buen Gobierno. En ese momento nos reunimos con Ingrid y todo perfecto. De ahí en adelante no volví a saber nada de ella. A veces siento que fue como un show, como por quedar en la foto, porque si uno está interesado con alguien, pues está interesado. Yo ni el teléfono de Ingrid tengo, nunca me llama, yo tampoco. La única persona que teníamos y que a veces nos aproximaba era una asistente de ella. Y un día la llamé porque un periodista me dijo que querían entrevistar a Ingrid, yo le respondí que no tenía el dato, pero sí el de la persona que manejaba la agenda en Colombia. Nunca me contestó.
SEMANA: ¿Ustedes sí eran tan amigas realmente?
C.R.: Sí, claro, imagínese, yo terminé secuestrada por estar acompañándola, fui jefe de debate, ocupaba un cargo en la campaña. Es más, ahora que le cuento los trámites de la pensión me tocaba acreditar mi situación laboral y en algún momento pasé un derecho de petición a Verde Oxígeno para que me expidiera una certificación que confirmara que al momento del secuestro estaba trabajando. ¿Usted cree que me respondieron algo? Que ya no tenían archivo, que no sé qué. Yo dije: “Ay, no voy a pelear”, pero me parece absurdo que una persona como Ingrid, que sabe qué papel ocupaba yo, qué se hizo en su momento, me diga que no tienen archivo. Pueden dar constancia de que en algún momento trabajé en ese partido. Es más, me inscribieron como candidata vicepresidencial por esa casa política, eso está en el Consejo Nacional Electoral. Yo decidí dejar eso así porque me pareció como desobligante. Uno está es en los trámites, en nada más.
SEMANA: ¿No pensó en llamar a Ingrid Betancourt? Quizás ella no se enteró...
C.R.: No tengo el teléfono. En un partido tan pequeño como Verde Oxígeno uno pensaría que ella, la directora, se entera de todo.
SEMANA: Y Clara Rojas no necesita presentación.
C.R.: Sí, por eso le digo, pensar uno que ella no sabe, pues…
SEMANA: Después de tanto tiempo, no dice: “Qué vaina, por qué todo terminó así con Ingrid”...
C.R.: Sí, es un pesar, yo he hecho mi esfuerzo de tratar siempre de armar las piezas del rompecabezas y quisiera que todo funcionara perfectamente, pero somos seres humanos imperfectos, tenemos sentimientos, dolores, yo, por mi parte, no le tengo ningún resentimiento, no le deseo el mal, le deseo lo mejor posible, como uno les desea a los amigos así no se hable con ellos. En el caso de Ingrid es algo semejante, cada cual hizo su vida.
SEMANA: ¿Qué pensó cuando la vio como candidata presidencial?
C.R.: Estaba fuera del país, pero igual por los medios me llegaban las noticias. Por el chat alguien me preguntó si yo iba a volver al partido (Verde Oxígeno) y qué pensaba. Yo dije: “Mire, yo no tengo ningún interés” y tampoco me han llamado a decirme “oiga, Clara, ¿quiere venir?”, tampoco. Eso tiene que ser de doble vía y si no hay interés de invitarlo a un sitio, uno ni qué se va a acercar.
SEMANA: ¿Y le gustaría estar?
C.R.: No es algo que he considerado, no lo tengo previsto y por allá tampoco ha habido un interés de, por lo menos, llamar a saludar.