Desde que inició la negociación con el Gobierno, el ELN parece no tener más que un propósito: torpedear el proceso de paz. Con sus ataques criminales, su negativa a abandonar el secuestro y la extorsión y sus declaraciones descabelladas, como aquella de pedir que el Estado los mantenga durante el cese al fuego, esta guerrilla siembra dudas en los colombianos sobre sus reales intenciones.
Mientras en la mesa de negociación el ELN habla de paz y hace exigencias de todo tipo, en los territorios responde con más violencia, justo a pocos días de que entre en vigor el cese al fuego pactado en La Habana.
Así queda en evidencia con el más reciente informe del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, Cerac, que muestra cómo en junio, justo el mes en el que se pactó el cese al fuego, se duplicó el número de ataques criminales atribuidos a esta guerrilla frente a los que hubo en mayo.
Mientras que en mayo hubo ocho acciones violentas de los elenos, en junio la cifra aumentó a 16. Es decir, en promedio, durante el mes, cada dos días este grupo armado ejecutó algún ataque contra la población civil o la Fuerza Pública, en los que murieron nueve personas y una resultó herida .
Durante este mismo mes, el ELN secuestró a 16 personas (nueve de ellas ya liberadas), provocó el desplazamiento de 470 hogares y el confinamiento de 20 familias indígenas.
El repertorio de violencia del grupo guerrillero durante el mes en el que se pactó el cese al fuego podría ser aún más dramático si se tiene en cuenta que en junio hubo 27 acciones ofensivas y dos combates que aún no han sido atribuidos a un grupo armado en específico pero que ocurrieron en municipios en los que hubo reciente presencia violenta del ELN; en 21 de esas acciones violentas hubo víctimas: 22 personas murieron, nueve resultaron heridas, cinco fueron secuestradas (dos de ellas fueron liberadas) y 1.480 familias indígenas se desplazaron forzosamente.
Un hecho que llama la atención es que mientras esta guerrilla arrecia sus ataques, la Fuerza Pública parece haber entrado en una especie de cese al fuego tácito, pues según el informe, en junio solo hubo una operación de la fuerza pública contra el ELN, en la que fue capturada alias ‘Wendy’, señalada del secuestro de cuatro militares.
Esta arremetida violenta, si bien aumentó el último mes, viene desde que se instaló la mesa de diálogo, desde cuando el ELN ha aumentado sus acciones ofensivas de manera exponencial.
Mientras en noviembre del año pasado, antes de arrancar la negociación, el grupo guerrillero ejecutó tres acciones ofensivas, esa cifra repuntó a 16 ataques en junio pasado, es decir, un aumento del 430 por ciento.
Para dimensionar cómo el ELN estaría aprovechando el proceso de paz y la mano tendida del Gobierno para sembrar terror, basta con analizar que entre julio y diciembre del año pasado, antes de arrancar la negociación, hubo 23 acciones ofensivas de esta guerrilla, mientras que entre enero y junio de este año esa cifra fue de 84. Es decir, se triplicaron los ataques.
A esto se suman las declaraciones de los líderes de esta guerrilla en las que dejan dudas sobre su real interés en deponer las armas.
Por ejemplo, el jefe de la delegación negociadora de los elenos, Pablo Beltrán, al ser preguntado sobre el tema del secuestro, indicó que para ellos son retenciones y se continuarán “haciendo cuando sea necesario” incluso en medio del cese al fuego.
Hace apenas algunos días Antonio García, máximo comandante de esa guerrilla aseguró que “la paz no es sinónimo de dejación de armas”.
Y esta semana soltó una declaración que generó controversia al pedir que durante el cese al fuego, que arranca este 3 de agosto, el Estado les pague la alimentación.
“Durante el cese al fuego, interroga la posibilidad de acuerdos futuros, pues si ahora no es posible cubrir los gastos de alimentación, vestido, salud, y condiciones básicas para unas tropas en cese el fuego, menos habrá voluntad para acuerdos mayores”, dice García.
A menos de una semana de que entre el vigor el cese al fuego con el ELN, queda claro que la guerrilla no ha hecho más que aprovechar el proceso de paz y la mano tendida del Gobierno para arreciar sus ataques. Una paz violenta.