“Es una inversión alta y eficiente. Es un paso más para tener un servicio de salud pública digno, que ayudará a mejorar la atención, oportunidad, el tiempo de llegada y la calidad de la respuesta a los bogotanos”. Con estas palabras, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, anunció en marzo de 2022, la adquisición de 151 ambulancias tras una inversión de 36.000 millones de pesos. Lo hizo en compañía del secretario de Salud, Alejandro Gómez, en la Plaza de Bolívar.
Un año y un mes después, las promesas de López quedaron en el aire. SEMANA recopiló testimonios de conductores y personal médico del servicio de Atención Prehospitalaria (APH) de la Secretaría de Salud, con 30 años de experiencia, que señalan que esa compra terminó siendo un descalabro. Los trabajadores pertenecen a las cuatro subredes del Distrito (Centro-Oriente, Norte, Sur y Sur-Occidente) y sufren con las nuevas ambulancias.
Son tantas y tan graves las fallas de los vehículos referencia NHR que ya han cobrado la vida de pacientes. Algunas historias son desgarradoras. Por ejemplo, una alta fuente del Distrito reveló a esta revista un abrumador suceso ocurrido en el barrio María Paz, en Kennedy, con una niña de tan solo 7 años. El Centro Regulador de Urgencias y Emergencias (CRUE) recibió una alerta por código blanco, es decir, por violencia sexual, y de inmediato designó una ambulancia para acudir al lugar.
Cuando el personal médico llegó a la zona, la escena que encontraron fue desconcertante. La menor había sido empalada por su padrastro, lo que le generó una ruptura en varios de sus órganos. La hemorragia era incontrolable. La niña, en la ambulancia, entró en paro cardiorrespiratorio, pero, lastimosamente, el vehículo tipo NHR presentó una falla eléctrica: al conectar el monitor de signos vitales y el succionador de sangre, la ambulancia se apagó por completo, no tuvo cómo arrancar y la niña finalmente falleció.
Las fallas eléctricas son el pan de cada día. Hace tan solo 15 días, un hombre de la tercera edad, y que sufrió un infarto en Arborizadora Alta en la localidad de Ciudad Bolívar, tristemente perdió la vida porque la ambulancia, recientemente comprada por el Distrito, que fue designada para su atención médica, llegó tarde después de que el vehículo se apagara y la tripulación tuviera que bajarse a empujarla.
Otro caso ocurrió recientemente con una ambulancia que transportaba a una reclusa materna de la cárcel El Buen Pastor hacia el hospital de Engativá. El vehículo se apagó y tuvieron que empujarlo para que encendiera. En este hecho no solo estuvo en riesgo la paciente, sino también la seguridad del personal médico.
Otro suceso, en el que también estuvo involucrada una ambulancia NHR, ocurrió en el barrio Bosa San José, con una abuela que entró en paro cardiorrespiratorio. Mientras el personal APH entró a la casa a tratar de estabilizarla y subirla a la camilla, delincuentes se robaron los aparatos médicos que había en la ambulancia, toda vez que el sistema de seguridad de estos vehículos es bastante frágil. “Con una misma llave fácilmente se pueden abrir varias ambulancias, o pasa lo contrario, la cerradura se traba y nunca abre”, dijo una fuente.
Estas dramáticas historias demostrarían el peligro de estas ambulancias en una ciudad donde a diario se presentan casos aberrantes como el joven en El Redentor que se cosió la boca con nylon en forma de protesta, o niños convulsionando en colegios por adición a las bebidas energizantes.
Ley del silencio
Lo más alarmante, según los relatos que obtuvo SEMANA, es que en el personal APH debe permanecer, obligatoriamente, la ley del silencio, pero no porque estén dispuestos a callar lo que ocurre con estas ambulancias, sino porque al presentar alguna queja, los directivos en las subredes optan es por generarles novedades o amonestaciones en su trabajo.
“Los directivos de la subred siempre van a pasar el informe, la novedad, es al conductor y al médico de la tripulación, nunca van a salir a aceptar que el problema es del Distrito por la compra de estas ambulancias. Qué culpa puede tener el conductor o el personal médico de que el vehículo se apague, ninguna, pero para evitar estas novedades, el personal APH está optando es por quedarse callado, porque lo que está en riesgo es el trabajo de todos”, señaló una fuente.
“La respuesta de los directivos es muy sencilla, nos dicen que estas son las ambulancias que hay, ¿les sirve o no?, nos preguntan, y como el contrato es por OPS, si nos quejamos, a la semana siguiente estamos desempleados”, comentó otra fuente.
Las fallas
La Secretaría de Salud adquirió las ambulancias a través de Colombia Compra Eficiente bajo cuatro órdenes de compra. En su momento, la mayoría de los proveedores de esta clase de vehículos se negaron a presentar una oferta por la falta de insumos y existencias para cumplir con los requerimientos del contrato. Incluso grandes casas automotrices, como Renault, o Automayor, que es el distribuidor de Chevrolet, se negaron a participar por la inexistencia de este tipo de ambulancias en el stock. La única compañía que presentó oferta fue Alfa Colombia, pero terminó solicitando varias prórrogas para la entrega de los vehículos. De 151 ambulancias, solo se entregaron 105.
En la compra se incluyeron modelos de marcas como Nissan Frontier y Ford Ranger de doble tracción, pero las ambulancias Chevrolet NHR son las referencias cuestionadas porque en realidad serían furgones de carga que simplemente se adaptaron como ambulancias. En estos vehículos, “el traslado de un paciente podría llamarse como el paseo de la muerte”, advirtieron varios miembros de APH a SEMANA.
Estas ‘bimbo ambulancias’ (en referencia a los vehículos donde se transporta el pan), como también las llaman, tienen múltiples inconvenientes. Las baterías de estos furgones no soportan el voltaje de todos los aditamentos que tiene que llevar una ambulancia y por eso se descargan muy rápido. Eso obliga a que, en muchas ocasiones, los vehículos tengan que estar prendidos todo el día, porque si se apagan, no vuelven a encender. Lo anterior conlleva a que prácticamente cada mes y medio, las ambulancias tengan que ser llevadas a mantenimiento.
Esta falla eléctrica, de acuerdo con los conductores, también termina afectando la potencia de los vehículos, pues en muchas ocasiones el carro ni siquiera supera los 40 km/ h.
Por otro lado, la suspensión y amortiguación de estas ambulancias es otro de los problemas, lo cual deriva en la inestabilidad del vehículo y del paciente. “Si estas ambulancias saltan demasiado en una troncal que está pavimentada, imagínese en zonas de la ciudad en donde hay huecos por todos lados, o en Ciudad Bolívar en donde la gran mayoría es loma. En estas ambulancias cualquier paciente que vaya con alguna fractura va a sufrir demasiado en el traslado hasta el centro médico”, afirmó otra fuente.
Estos problemas con la suspensión y amortiguación habrían ocasionado que una ambulancia se haya volcado. Otra falla, para nada menor, es la distancia que hay entre la cabina del conductor y el habitáculo donde va el paciente, lo que impide que haya una correcta comunicación entre toda la tripulación médica. Como si fuera poco, “la cantidad de dióxido de carbono (humo) que se adentra en la parte de atrás, una vez se abren las puertas de la ambulancia, es impresionante. Si el paciente lleva una herida abierta, esto le puede generar una gran infección”, dijo una fuente.
La Subred Sur Occidente, en respuesta a un derecho de petición de la concejal Diana Diago, confirmó las graves fallas que presentan estas ambulancias. “Las móviles han presentado problemas en el sistema eléctrico. Las ambulancias dejen de encender, empiezan a fallar las luces de la cabina, del habitáculo y el radio central de la misma, las luces internas empiezan a parpadear aún con el vehículo encendido y en movimiento, no funcionan las tomas de corriente (…). Las tripulaciones deben arrancar el vehículo con la ayuda de otro o en su defecto, empujando el mismo.”, indicó la entidad.
Además, la subred reveló que hay fallas en el chasis, en las cerraduras del habitáculo, en la alarma, daños en atriles, grietas en la carrocería, entre otras afectaciones, lo que ha obligado a que muchas de las ambulancias queden fuera de servicio por varios días.
¿Qué responde la Secretaría de Salud?
SEMANA buscó respuestas en la Secretaría de Salud, y advierten que los problemas eléctricos se deben a que las ambulancias permanecen prendidas. “Los vehículos permanecen encendidos en un periodo superior al 87 % del tiempo, lo cual genera un alto consumo de corriente con el motor en mínimas revoluciones (por debajo de las 800rpm) y completamente detenidos. Por esa razón el alternador no puede generar la energía necesaria y por lo tanto, las baterías nunca se cargan completamente. Esto recorta la vida útil de la batería y dejando una reserva inferior a la necesaria para el momento de encender el vehículo”.
La entidad distrital defendió además que las ambulancias adquiridas cumplen con la Norma Técnica Colombiana NTC 3729, versión 2018 y la Resolución 3100 del 25 de noviembre del 2019 del Ministerio de Salud.
Para solucionar lo que la Secretaría llama “comportamiento atípico” de los automotores, que se encuentra fuera de los parámetros de diseño de los mismos, se estableció un sistema de operación consistente en configurar las revoluciones mínimas del motor por encima de las 1.000rpm cuando este se encuentra sin movimiento, de tal forma que, el alternador tenga la oportunidad de generar la energía suficiente para cargar las baterías y así el vehículo encienda sin novedades.
Sin embargo, la Secretaría de Salud señala que después de inspeccionar la información almacenada en el computador del vehículo se evidencia que esta acción no se aplica y las revoluciones en ralentí siguen estando por debajo de las 800rpm. “Igualmente, cuando el proveedor adelantó entrevistas con algunos conductores, manifestaron no desear realizar esta acción sobre los vehículos”, precisó la Secretaría.
Y agregó la entidad distrital: “Se están ofreciendo sesiones de capacitación a los conductores de los vehículos de emergencia de las Subredes, sin embargo, han manifestado una actitud renuente para participar en esta jornada. Las 4 subredes disponen de 3 conductores en promedio por móvil (100 vehículos). Para la capacitación fueron citados en total 250 personas, y tan solo asistieron 11 conductores, aun cuando se dispuso de transporte para el desplazamiento, refrigerios y salones de capacitación”.
A pesar de esta explicación de la Secretaría de Salud, los conductores y personal APH siguen sin entender por qué son ellos los responsables de las falencias de unos vehículos “que simplemente no son aptos para transportar pacientes”. Además, los problemas no son solo eléctricos.
La Secretaría confirmó a SEMANA que finalmente solo se adquirieron 105 de 151 ambulancias que se habían requerido inicialmente. “El proveedor no pudo entregar 46 ambulancias TAB 4x4, debido a que en el mercado no se encontraron este tipo de vehículos, ante la crisis de transporte que generó la pandemia y por las condiciones tipográficas de algunas localidades de Bogotá, se requieren las características de 4x4 y no de otro tipo”, explicó.
Finalmente, la secretaría, en cabeza de Alejandro Gómez, respaldó la compra advirtiendo que era necesario la renovación del parque automotor. “A fecha 30 de noviembre de 2021, antes de la primera entrega de ambulancias, la red pública de las cuatro Subredes Integradas de Servicios de Salud contaba con 174 ambulancias de modelos 2001 a 2019. En las cuatro Subredes están adelantando los procesos de baja de 79 ambulancias por deterioro y obsolescencia, y corresponden a los modelos más antiguos”, señaló.
La más reciente compra de estos vehículos se había hecho en el 2017, cuando se adquirieron 41 ambulancias por $7.498 millones.
En la mira
La Fiscalía y la Procuraduría avanzan en las investigaciones pertinentes. El Ministerio Público requirió información sobre los contratos celebrados desde el año 2020 para adquirir ambulancias o vehículos para acondicionarlos y, sobre los funcionarios de la Alcaldía Mayor de Bogotá que participaron en la etapa precontractual, celebración, ejecución y liquidación de estos.
La Procuraduría busca identificar los servidores públicos que participaron en la compra de los vehículos -ambulancias-, al parecer, sin cumplir con las exigencias establecidas en la norma técnica para prestar ese servicio.
La concejal Diana Diago fue la primera en denunciar las posibles irregularidades que se han venido presentando en el Distrito por la compra de estas ambulancias.
“Es inaudito que la alcaldesa Claudia López no haga nada al respecto. El secretario de Salud, Alejandro Gómez, tiene que responderles a los bogotanos”, afirmó la concejal Diago.
“La compra de esas ambulancias se hizo faltando al principio de planeación, desconociendo las realidades médicas de la ciudad. Lo que en realidad compraron fue furgones que quieren hacer pasar por ambulancias. Con esto no solo se pone en riesgo la vida de los pacientes y la tripulación, sino que también podría haber un posible detrimento patrimonial y la alcaldesa tiene que responder”, agregó la cabildante.
La concejal puntualizó: “Estas ambulancias costaron $36.000 millones y no ha habido ninguna respuesta ni del secretario, ni de la alcaldesa quien era la líder anticorrupción”.
Mientras tanto, el personal médico que lleva años de experiencia tripulando ambulancias en la ciudad es tajante en advertir: “Esa plata se perdió”.