Este jueves 4 de julio se conmemoran los 33 años que cumple en vigencia la Constitución Política de Colombia de 1991, en medio de la controversia que ha generado el gobierno del presidente Gustavo Petro, en especial su nuevo ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, por querer adelantar una asamblea nacional constituyente en el país.
Para conmemorar el aniversario, la Corte Constitucional preparó para este jueves un evento a las 8 a. m. en el Centro de Eventos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, en el centro de Bogotá, para conmemorar los 33 años de la Constitución de 1991.
El evento tendrá como objetivo hablar sobre la conquista en los derechos de las mujeres, el principio de separación de funciones del poder público, el control constitucional en el país, su evolución en la jurisprudencia y el impacto que ha generado en la nación. Por coyuntura, uno de los temas que llegará a la conmemoración será la idea de reformar esa constitución por iniciativa del gobierno de Gustavo Petro.
El evento estará presidido por el presidente de la Corte Constitucional, el magistrado José Fernando Reyes, y el vicepresidente Jorge Enrique Ibáñez. Así mismo, tendrá la presencia de influyentes personajes en el proceso constituyente de esa época como Antonio Navarro Wolf y Humberto de la Calle.
De acuerdo con Juan Fernando Cristo —quien hasta ahora fue nombrado por el mandatario colombiano— la próxima semana iniciarán los diálogos con diferentes sectores para consolidar un acuerdo nacional.
“La búsqueda de un acuerdo nacional de verdad que permita explorar hacia el futuro la posibilidad de convocar una asamblea nacional constituyente bajo los parámetros de la Constitución del 91, es decir, una asamblea nacional constituyente que sea fruto de un acuerdo nacional y no de la imposición de alguien contra alguien”, sostuvo el nuevo jefe de la cartera.
Historia de la Constitución
La Constitución de 1991 fue el resultado de un largo y complejo proceso constituyente que culminó el 4 de julio de 1991. La reforma arrancó con la creación de un movimiento integrado por docentes, estudiantes, entre otros, quienes promovieron la transformación constitucional a partir de la séptima papeleta: la forma en que se le preguntó a la ciudadanía si consideraba necesario una asamblea constitucional para reformar el texto vigente para la época.
El 4 de julio de 1991, la Asamblea Nacional Constituyente, después de unos días traumáticos de redacción final en el Instituto Caro y Cuervo, al norte de Bogotá —con textos extraviados y apagón de sistemas—, promulgaba una nueva Constitución. En la fiesta colectiva los colombianos celebraban el desbloqueo institucional. Después de varios intentos de reformar a fondo la Carta de 1886 —fallidos en el Congreso o tumbados por la Corte Suprema— Colombia no solo lograba un cambio de su texto constitucional, sino uno totalmente nuevo.
De esta “carta de navegación para el siglo XXI”, como la denominó el presidente de la época, César Gaviria, se esperaban grandes objetivos: la construcción de una democracia más profunda, mayores garantías para los derechos fundamentales de los ciudadanos y la paz.
En cuanto a reformas y contrarreformas sobre un mismo asunto, hay varios ejemplos, pero el más llamativo es el que prohíbe la reelección presidencial. Los constituyentes habían adoptado esta norma con la convicción de que sin las posibilidades de regresar al poder, los ex perderían un poder desproporcionado y, de esa manera, se abriría el juego político para facilitar nuevos liderazgos más pluralistas. Uribe logró cambiar el artículo en el 2005, y después Juan Manuel Santos, en el 2015, r regresando a la fórmula inicial.
También ha habido modificaciones necesarias. Como la que en 1997, en el gobierno de Ernesto Samper, anuló la prohibición de extraditar nacionales, adoptada por la Constituyente bajo sospechas y versiones de amenazas directas de los entonces todopoderosos carteles de la droga.
La Carta de 1991 le quitó a la Corte Suprema de Justicia la tarea de garantizar la constitucionalidad de las leyes y creó la Corte Constitucional para el efecto. También apareció la tutela, un banco central independiente, la carta de derechos y la Fiscalía General de la Nación.
Por otro lado, la Constitución de 1991 logró su objetivo de modificar el bipartidismo que había dominado la política y las elecciones durante un siglo y medio. La actividad partidista nunca volvió a ser igual que antes después de la Constituyente.
Es así como, de ese ejercicio, salió una Constitución robusta, moderna, que ha sido entendida como un acuerdo de paz y se concibe como un instrumento de concordia y tranquilidad nacional.