En medio de la apertura que se ha dado en el país al debate sobre la legalización de la marihuana con fines recreativos, al Congreso de la República acaba de llegar un nuevo proyecto de ley que no solo habla de regular su producción y consumo, sino que de una vez establece impuestos para la comercialización de esta sustancia.

La iniciativa, de autoría del representante del Pacto Histórico Alejandro Ocampo, establece, por ejemplo, que una vez se dé la legalización de la marihuana, el 50 % de las licencias de producción queden en manos de campesinos e indígenas que han sido históricamente víctimas de la violencia del narcotráfico y que tengan cultivos preexistentes.

También considera un impuesto del 20 % a esta sustancia que será para los municipios. De este recaudo, el 50 % se deberá destinar a la atención integral a habitantes de calle con consumo problemático.

La norma también establece cuáles serán los lugares destinados para la venta de cannabis, así como los horarios y lugares de consumo, “con el fin de que los consumidores no tengan que seguir yendo a ‘ollas’ a buscar el producto”.

Igualmente, se “prohíbe expresamente vender, entregar, regalar o donar cannabis a menores de 18 años”.

“Buscamos que exista un producto seguro. Resulta que mucha de la marihuana que la gente se fuma está revuelta con distintas sustancias, metales pesados, glifosato, miaos de perro, caca de gato. Donde un usuario se fume, esto le puede generar un daño terrible”, explicó el representante Ocampo, famoso por usar en el Congreso trajes hechos con cannabis.

El debate sobre este tema se abrió en el país luego de que la semana pasada la plenaria de la Cámara le dio el sí, en segundo debate, al proyecto de ley que legaliza de la marihuana para consumo recreativo. A pesar de que aún falta camino por recorrer, esta es la primera vez que la Cámara aprueba esta propuesta. Y lo hizo con una aplanadora: 105 votos a favor y apenas 33 en contra.

Actualmente, en Colombia la industria del cannabis está permitida con fines medicinales, lo que ha atraído una inversión extranjera que alcanza un valor cercano a los 292 millones de dólares. Canadá es el principal país inversionista.

Pero el potencial económico de la planta, en caso de que se transite hacia la legalización, podría ser mayor. A partir del cannabis, además del famoso cachito, se elaboran esencias medicinales, prendas de vestir, artículos para el hogar y hasta materiales de construcción. Según un estudio de Fedesarrollo, la marihuana podría generar más empleos y crecimiento para el agro colombiano que el banano y las flores. Se espera que para 2025 esta industria produzca más de 50.000 millones de dólares en el mundo. También puede ser una fuente de recaudo fiscal.

Dejusticia estima un recaudo potencial de 1,4 billones de pesos al año. Si se logra aprobar la iniciativa en su totalidad, Colombia se convertiría en el tercer país de América Latina, detrás de México y Uruguay, en legalizar el consumo en adultos.

Potencias mundiales como Estados Unidos también están dando señales de ese nuevo enfoque. Hace dos semanas, el presidente de ese país, Joe Biden, anunció el perdón de condenas federales por posesión de marihuana, una medida que medios internacionales y analistas consideran que allana el camino hacia la despenalización total del uso del cannabis en ese país.

Actualmente, 23 estados legalizaron la venta de la planta y sus derivados de forma total o parcial, y casi siempre con fines médicos. Hay casos como el de Denver, Colorado, donde ya hay más comercios de marihuana que Starbucks.

Otros países también están repensando la relación con la marihuana. Portugal la despenalizó. Israel, Canadá y Holanda tienen programas médicos de marihuana. El mundo, inevitablemente, se ha empezado a mover en esta dirección y Colombia parece no querer quedarse atrás.