“Hace 40 años creíamos que el agua nunca se iba a acabar. No se había advertido nunca una situación de desabastecimiento de agua como la que hoy se ha vivido por el fenómeno de El Niño en los primeros meses de este año”. Esa observación la hizo el director de la CAR Cundinamarca, Alfred Ballesteros, a SEMANA.
Y es así. Ni siquiera este año, cuando el alcalde Carlos Fernando Galán se vio en la obligación de decretar un racionamiento de agua en la ciudad por los bajos niveles en los que recibió los embalses de manos de Claudia López, producto del prolongado fenómeno de El Niño, ni el más pesimista pronosticaba que el panorama iba a ser tan crítico.
La situación requiere del esfuerzo de todos. Con el objetivo de reducir, mínimo, de 17 metros cúbicos por segundo (m3/s) a 15 m3/s el consumo de agua en la ciudad, en abril de este año el Distrito estableció un racionamiento diario de nueve turnos en nueve zonas de la capital, dejando como resultado el ahorro de 14.280.000 metros cúbicos de agua adicionales, lo que le permitió a la Alcaldía flexibilizar las medidas restrictivas a finales de junio.
“Tomamos esa decisión por el anuncio de la llegada del fenómeno de La Niña y porque en mayo y junio tuvimos unas muy buenas afluencias que permitieron acumular agua en los embalses. Por eso, cuando tomamos la decisión de espaciar la restricción, era con el fin de entregarles un poco a los usuarios esa corresponsabilidad en el ahorro”, explicó a SEMANA la gerente del Acueducto, Natasha Avendaño.
Sin embargo, cambiar la cultura ciudadana no ha sido fácil. “Una semana después, sumado al comportamiento de lluvias en agosto, empezamos a ver que nos estábamos alejando de la meta”, dijo Avendaño, quien agregó que “ha sido difícil que la gente tome conciencia de que cada gota cuenta”.
A pesar de esa relajación en el consumo de agua por parte de los usuarios, las medidas de racionamiento han permitido un importante ahorro. “Hemos logrado tener 18,8 millones de metros cúbicos de agua adicionales en el Sistema Chingaza”, indicó el alcalde Galán.
No obstante, el problema radica en que las precipitaciones no han llegado al nivel que se esperaban. “Este ha sido un año con afluencias muy debajo del promedio histórico, inclusive llegando a ser de los años con menores afluencias en registro”, sostuvo el mandatario distrital.
“No esperábamos que agosto fuera el mes más seco de los últimos 55 años”, afirmó Avendaño. De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, la probabilidad de que las condiciones neutrales actuales (es decir, sin los fenómenos climáticos de El Niño y La Niña) den paso a un episodio de La Niña es ahora del 55 por ciento para el periodo de septiembre a noviembre de 2024.
Más desalentadora es la previsión de la directora del Ideam, Ghisliane Echeverry, quien advierte que las lluvias que se esperan para la región de la Orinoquia, especialmente para el embalse de Chuza, tendrán una gran reducción en septiembre y en el resto del año. Es así como la meta que estableció la Alcaldía de Bogotá de llegar a octubre con el 70 por ciento en el nivel del Sistema Chingaza no se va a cumplir. “No lo vamos a lograr. El problema es que no ha llovido lo que históricamente debía haber llovido, y esa es una variable que no podemos controlar nosotros”, dijo Avendaño.
“Estamos ante un reto que no es solamente de este año, sino de 2025, lo que nos obliga a todos a cambiar el manejo del agua no por estos meses, sino para siempre”, comentó Galán.
El alcalde ya lo aseguró: “Si de aquí al 21 de septiembre no cambia la tendencia, tendremos que avanzar en una restricción mayor”, por lo que se avecina nuevamente un racionamiento de agua diario en la ciudad. Y para 2025 las medidas podrían ser aun considerables. Por eso, el Acueducto está trabajando en ampliar la capacidad de la planta de Tibitoc para restarle presión al Sistema Chingaza. La cultura ciudadana será vital.