El canciller Álvaro Leyva sigue estando en el ojo del huracán. Luego de que el exfiscal general Néstor Humberto Martínez se refiriera a una carta con la que Tirofijo nombró a Leyva como vocero de las Farc para los diálogos del Caguán, Martínez cuestionó lo delicado de ese hecho y la posición que ha tenido Leyva en instancias internacionales representando al país.
Además, el exfiscal general se refirió a una nueva carta con la que Leyva solicitó que se legalizaran los bienes de esa guerrilla antes de la firma del acuerdo de paz de La Habana con las Farc y que fue negada por el gobierno de Juan Manuel Santos.
SEMANA: ¿Cuál es esa denuncia que hizo en su columna de El Tiempo y la carta que reveló SEMANA en las últimas horas sobre esa vocería que tenía el canciller Álvaro Leyva sobre las Farc?
NÉSTOR HUMBERTO MARTÍNEZ: Viene a reafirmar lo que se ha dicho como un secreto a voces durante tantos años. Y es la cercanía entre Álvaro Leyva y las Farc. Cercanía que queda de manifiesto en la carta que hoy publica SEMANA, donde le entregan la vocería en el Caguán en el proceso del presidente Pastrana. Cercanía que queda de manifiesto en los computadores de Raúl Reyes en los cuales se hablaba de trabajar por una candidatura presidencial de Álvaro Leyva, y que conoce el país desde el año 2000. Cercanía que se da en las reuniones que llevó a cabo Raúl Reyes en Costa Rica cuando estaba exiliado en ese país Álvaro Leyva, con ocasión de la orden de captura que expidió la Fiscalía General de la Nación por el recibo de un cheque de 49 millones por parte de Álvaro Leyva proveniente del Cartel de Cali. Todas estas evidencias, más la que se ha conocido el día de hoy, relacionada con el documento que él entregó para legalizar los activos ilícitos de las Farc y que ellos los mantuvieran en su poder a través de una fiduciaria que ellos mismos administrarían conjuntamente con el Gobierno, pero mayoritariamente las Farc.
Esto es importante que el país lo conozca porque, desafortunadamente, el canciller de la República, que ha sido siempre factor de unidad nacional, puede terminar teniendo un conflicto de interés por sus afectos y relaciones con el movimiento guerrillero, de tal manera que eso afecte la posición del Estado en los temas internacionales, mucho más ahora que estamos con el embeleco de llamar a la Cancillería ‘El Ministerio de la paz’.
SEMANA: ¿Cuál es la relación que hace de esas denuncias con las declaraciones del canciller Leyva en espacios internacionales como la ONU, en donde propuso una comisión para investigar un supuesto ‘entrampamiento’ a las Farc y a Jesús Santrich?
N.H.M.: Claro. Ahí por ejemplo pueden afectarse las relaciones de Colombia con los Estados Unidos, dado que las actuaciones que se llevaron a cabo en el año 2017, en relación con el caso de Santrich, fueron promovidas por el gobierno americano a través de cooperación judicial solicitada por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos.
Si Leyva propone una comisión internacional para investigar un supuesto entrampamiento promovido por enemigos de la paz, pues necesariamente lo que está es abriendo un punto de discusión en relación con la política judicial de los Estados Unidos. No obstante que en los Estados Unidos hasta los socios de Santrich ya declararon que eran culpables y que, por ejemplo, el Tribunal Superior de Bogotá ha dicho que no hubo entrampamiento en el caso del fiscal de la JEP. De tal suerte que, cuando se le mezclan a las funciones de la Cancillería elementos de carácter personalísimo, se le puede terminar haciendo daño a nuestro Estado en las relaciones internacionales.
SEMANA: Háblenos de esa otra carta que se conoció en la que Leyva, como vocero de las Farc, pidió la legalización de varios bienes de la guerrilla antes de la firma del acuerdo de La Habana.
N.H.M.: Esa carta corresponde a un documento en el cual Álvaro Leyva le propuso al Estado colombiano, al gobierno del presidente Santos —y de ello tuvo conocimiento la Fiscalía en su momento—, que los bienes de las Farc se le entregaran a una fiducia pública. Pasarían esos bienes a la legalidad y esos bienes serían administrados por una comisión fiduciaria, en su mayoría integrada por miembros de las Farc, pues eran tres, mientras que dos eran miembros del gobierno. Comisión presidida por las Farc, con lo cual el control sobre esos bienes permanecería en los desmovilizados y quedaban legalizados esos activos, lo que constituiría, como lo he dicho en el pasado, el mayor lavado de activos en la historia del mundo. Felizmente, esa propuesta no se acogió, pero ahí quedan las constancias de las actuaciones de Leyva al respecto.
SEMANA: ¿Le genera alerta que esa solicitud se haya hecho antes de la firma del acuerdo?
N.H.M.: Sí, porque se hizo justamente dos días antes del plebiscito y lo que se pretendía, sin lugar a dudas, era generar un impacto publicitario porque en ese momento el fiscal de la época suscrito había denunciado que el acuerdo de paz nada decía de la entrega de los bienes de las Farc provenientes del secuestro, del narcotráfico y de la extorsión.
SEMANA: ¿Qué riesgos considera que tiene esa cercanía de Leyva con las Farc y que hoy sea el canciller que maneje las relaciones con otros países y represente a los colombianos en el exterior?
N.H.M.: El debate que estamos viendo en el Congreso de la República y que se resolverá en el curso de esta semana lo que muestra es que hay una fractura política en relación con su presencia en la Cancillería. Adicionalmente, la sociedad empieza a tener unas profundas dudas sobre la conveniencia de su actividad, dado que la Cancillería siempre ha sido un elemento de unidad, de Estado, de convergencia política, frente al respaldo de los intereses nacionales en el exterior. Pero cuando se tiene una agenda asociada en el pasado a estos temas, desafortunadamente esa capacidad de convocatoria se pierde.
SEMANA: ¿El canciller Leyva debería salir del cargo?
N.H.M.: Yo no debo tomar una postura de esa naturaleza, distinta a la que una cantidad muy grande de colombianos manifestamos desde el comienzo cuando fue nombrado: que era un despropósito que llegara a la Cancillería un hombre tan polémico como Álvaro Leyva Durán.