La exministra de Agricultura Cecilia López tiene una mirada crítica sobre el rol que desempeña Laura Sarabia en el Gobierno Petro, quien ocupa la dirección del Departamento para la Prosperidad Social (DPS) y es la mano derecha del presidente. Es la persona en quien más confía. En un primer momento fue la jefe de gabinete, de donde salió en medio del escándalo por el polémico polígrafo y las chuzadas contra su exniñera Marelbys Meza. Pero, al cabo de unos meses, Petro la reincorporó a su equipo y la nombró al frente del DPS, una entidad con un presupuesto billonario para ejecutar programas sociales.
En entrevista con SEMANA, la exministra López habló de Sarabia. “Es joven, eficiente, pero sí creo que se le están asignando muchas responsabilidades para las cuales no tiene ni la formación ni la experiencia, pero son decisiones que el presidente toma. Muchas veces fue muy amable y tuvimos diferencias, porque creía que había cosas que no se podían hacer, como apoyar a una persona para un nombramiento que, obviamente, tenía que pasar por una supervisión que ella no sabía que tenía que pasar”, dijo.
La exfuncionaria, con una larga experiencia en el Estado, dijo igualmente que Petro está solo y rodeado de personas sin ninguna experiencia en el Estado. “Lo siento muy solo. Creo que muchas de las personas que uno cree que están muy cerca no tienen ni la experiencia ni la trayectoria para darle los consejos que toca”, aseguró.
López, en todo caso, destacó al ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, y le dio un consejo: “Es un buen economista, pero quisiera que jugara un papel parecido al que juegan todos los ministros de Hacienda en el mundo y en Colombia: aprender a decirle no al presidente, obviamente, en privado. Me preocupa que él no le diga no cuando toca”.
La exministra, quien fue directora del extinto Seguro Social en los 90, criticó que la Cámara haya aprobado la reforma a la salud. “Es el acto más irresponsable que ha cometido la Cámara de Representantes. Absolutamente irresponsable. Solamente hubo cuatro congresistas, entre ellas Katherine Miranda y Catherine Juvinao, que fueron muy conscientes de que la reforma a la salud se trata de la vida y la calidad de vida de más de 50 millones de colombianos. El resto la aprobó como se ha hecho históricamente: sin discusión y esperando alguna cosa del Gobierno. Me duele, de verdad. Es dolor por esta reforma que se aprobó de la misma manera en que se hacía en los Gobiernos anteriores, los cuales hemos rechazado. Pensamos que esto iba a ser distinto”.
Incluso señaló que, si estuviera en el Senado, a donde llegará la reforma para ser debatida a partir de febrero, no la aprobaría. “No la apruebo. El presidente me pidió que opinara sobre la reforma a la salud, como se lo pidió a José Antonio Ocampo y a Alejandro Gaviria. Nos gastamos horas hablando en Hatogrande, cuando se podía conversar con él. Estuvo Carolina Corcho, reforzada con la ministra de Ambiente (Susana Muhamad), que nos sorprendió porque ella no tiene experiencia en salud. Me llamaron por mi experiencia en el Seguro Social, el cual tenía muchas virtudes y defectos y dos pecados que lo destruyeron: la politización, la entrada de la política a tomar decisiones y a nombrar gente que no tenía conocimiento; y el otro gran problema fue que para ese momento concentraba los servicios para atender al 20 por ciento de la población en una sola entidad. Esas dos cosas van a pasar ahora. Con la reforma se le está entregando la salud a la clase política para que nombre gente en el sistema y, además, se concentra casi todo en una EPS grande y pública. Esas dos cosas sabemos que no funcionan”, dijo.